Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Entrevistas. Al Natural
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«Me molesta que se juegue con los aficionados»

«Me molesta que se juegue con los aficionados»

A estas alturas ya es imposible. «Lo pudo conseguir muchas veces pero se ha quedado a las puertas y ya es muy difícil», decían. ¡Qué ingenuos! Un torero castellano no entiende de rendiciones, no distingue entre el miedo y el puedo, porque ambas se ven superadas por su instinto clásico de esencia y estética. Nada se opone a su heterogeneidad de repertorio ni a su genuino corte. Tampoco posee algo que haya venido dado solo, sino peleado en el cauce de la constancia sin bajar nunca los brazos, incluso viendo cómo se le va la vida a un compañero en las astas de un toro, a escasos centímetros de ti. Salamanca se enorgullece cuando preguntan por uno de sus embajadores más destacados del momento. El pasado 8 de junio la plaza de Las Ventas fue testigo de una obra maestra que ya ha pasado a la historia, labrada a base de tesón, entrega y mucha clase. La tarde en la que formó un lío gordo, cogiendo un tren sin viaje de vuelta. Él mismo ha querido compartir todo ese cúmulo de sensaciones para Por el pitón derecho.
Darío Juárez

-¿Cómo se digiere la resaca de una Puerta Grande en Madrid?

- Bueno, pues sobre todo con alegría (risas). También con mucha motivación de cara al año y a la temporada en la que estamos porque este triunfo me ha dado una madurez y un creer en mi toreo. Importantísimo.

- Está claro que Licenciado acabó doctorándose en sus manos. Nadie menos usted tenía esperanzas de que eso fuera a cuajar, pero fue salir del caballo y ver el tranco que poseía ese toro lo que hizo presagiar algo totalmente distinto…

- Así es. Para mí fue un toro importante en el último tramo de la faena. Después del inicio fue un toro muy definido, con una condición y una clase excepcional, pero sí que fue uno de esos toros que si nos les pones mucha confianza y crees mucho en ellos, no te dan luego ese fondo. Creo que la virtud mía ese día y lo fundamental de que llegara esa gran faena, fue el ir dándolo siempre confianza al toro, ir rompiéndolo poco a poco y no perderle nunca la fe. Eso hizo que sacara ese fondo en la muleta.

- ¿En qué ha cambiado el Juan del Álamo de las orejas solitarias y meritorias de Madrid de los últimos años, al torero maduro y sobrio que vemos hoy?

- Creo que como torero he cambiado antes de Madrid. Sin duda Madrid me ha dado todavía más: más sitio, más seguridad en mi toreo, pero este invierno y antes, he ido evolucionando mucho en mi concepto y en mi forma de torear. Entonces, lo que pasó en Madrid fue algo ya encontrado. Yo sabía que antes o después tenía que pasar algo y, gracias a Dios, pasó en la plaza más importante. Por la falta que me hacía y que me ha hecho.

- ¿El camino hace al torero o el torero hace el camino?

- Sinceramente creo que las dos cosas. Sí que es verdad que el camino te da mucha madurez y eso es muy importante para un torero. Con la madurez se necesita, a lo mejor, más capacidad pero vas encontrando y profundizando más en tu toreo. Por eso te digo que el camino hace al torero, y luego el torero por supuesto que hace el camino también, porque para hacer ese camino, el torero tiene que triunfar y que lleguen esos momentos que ponen de acuerdo a todos los aficionados y a todos los profesionales para que el camino se vaya abriendo. Por tanto, pienso que es recíproco; uno hace al otro y el otro hace al uno. Es así. Va con mi forma de pensar y mi concepto como torero.

- Hablar de diversidad de encastes es algo común para usted, ya que es de los pocos que se han medido a un amplio abanico de ellos. ¿Es importante apostar al alza en tardes así para sentirse más torero y para seguir conociendo más al toro?

- Sí, creo que siempre he intentado entrar y matar corridas encastadas que es lo que nos gusta a los toreros, por lo menos a mí. Nunca me he negado a matar ningún tipo de corrida. Sí que he lidiado ganaderías que no conocía, pero lo que he hecho siempre ha sido adquirir información, ver vídeos o preguntar a compañeros o profesionales que tengo al lado por el comportamiento de los animales. Pero siempre he echado la pata para adelante y nunca he dicho no a ciertos encastes.

- No está anunciado en Pamplona pero sí en Bilbao, donde se rinde homenaje a la gloria de un torero como es Fandiño, con el que hubiera compartido cartel en el coso de Vista Alegre, al igual que lo hizo en su última tarde en Aire Sur l´adour.

- El hecho de no estar en Pamplona es por lo que venía del año pasado en plazas claves, donde no llegaron esos triunfos que hacían falta. Sí que ha habido con Madrid un antes y un después. Tras ese día se me han abierto muchas puertas que si no es por esa tarde las tendría completamente cerradas. Ha tenido que ver mucho mi actuación en Las Ventas, el hecho de que yo tenga ahora la oportunidad en plazas importantes y, por lógica, se cuente conmigo. En otro orden de cosas, lo de Fandiño ha sido un palo muy fuerte para todo el toreo. Para mí, como compañero de esa tarde, se te hace doblemente duro, pero al final uno lo que tiene que pensar es que son accidentes de los que uno tiene que sobreponerse como torero. Iván murió haciendo lo que más le gustaba. Nosotros, como compañeros y como toreros, debemos y tenemos que engrandecer la Fiesta con nuestra entrega en las plazas, honrando a su nombre y toreando como lo que más le gustaba hacer a él en su vida.

- Aún siendo así, la vacante de Iván en San Fermín podría haber sido para usted perfectamente. Para todos, pero en especial para usted, la trágica noticia de Fandiño marcó un punto y aparte. ¿Qué sentimientos afloran cuando un torero se pone el vestido de torear con ese sentir?

- (Suspira) Como torero, uno se tiene que superar, que engrandecerse y al final, alimentarse de todos los espíritus positivos que encuentra en una tarde. Antes y después de la desgracia, somos toreros y sabemos a lo que nos arriesgamos cuando tenemos que superarnos. A mí lo que más me motiva es vestirme de torero y torear cuanto más, mejor.

- Alguna meta más allá de los toros, algo que persiga o que en su día dejara a un lado para hacerse torero…

- No. Siempre he tenido muy claro lo que he querido ser desde que tenía 15 o 16 años. Por eso me dediqué de lleno a querer ser torero, a luchar, a entregarme plenamente y desde entonces, desde que me dedico a ello profesionalmente, pienso en ello las 24 horas y casi que me absorbe. En muchos momentos que quiero hacer cosas diferentes, no puedo porque convivo con mi profesión todo el día: estando en la plaza o no estando… Lo vivo plenamente.

- Tocar techo sería ponerse límites y es algo con lo que Juan del Álamo no comulga…

- Pues sí. Creo que es un error para un torero ponerse límites. El torero saca lo mejor cuando no ve un techo, cuando no ve limitaciones. Ahí es cuando uno se abandona y deja aflorar todos los sentimientos, todo lo que uno vive y le gusta hacer como torero.

- ¿Qué cree que le hace falta a la Fiesta para que vuelva a consolidarse como santo y seña de nuestra cultura?

- (Suspira de nuevo) Ay, pues no sé qué contestarte. Es una pregunta difícil de contestar porque ahora mismo, por desgracia, tenemos a gente en contra. Lo que tenemos que sentirnos todos los aficionados y todos los que queremos y amamos este mundo, es orgullosos. Nunca tenemos que acomplejarnos porque de siempre el toreo ha sido importantísimo. Para mí siempre va a ser cultura y da muchos valores. Acompaña mucho a la vida, a lo que hacemos diariamente. Pienso que lo que hace falta de verdad es olvidarnos de todo lo malo, creer y disfrutar de ello. De cara para afuera, está claro, intentar cuidarlo lo máximo posible a nivel de prensa, que al final es lo que mueve y lo importante, para darle imagen positiva al toreo.

- Si tuviera que pedir un deseo profesional, ¿cuál sería?

- ¿Profesional?, seguir viviendo en torero eternamente. Es lo más bonito para mí.

- ¿Hay algo que no soporte o que le parezca incorrecto de esta profesión?

- No soporto las injusticias. Es un mundo que a veces no es justo, sobre todo con los toreros. No me gusta que por culpa o circunstancias de dos o tres que ocupan un lugar privilegiado, se trunquen ilusiones y sentimientos; y sobre todo me molesta mucho cuando juegan con los aficionados. Con la pasión y la ilusión de esas personas que al final son los que mantienen la Fiesta.

- Lo que está claro es que está para quedarse, porque nunca se fue y la afición le espera...

- Yo creo que sí. Tengo muchas cosas que decir porque en estos momentos lo veo y lo tengo claro, y sólo pienso en disfrutar delante de la cara del toro, que eso es lo más importante para un torero.

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