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Vicente Carrillo Cabecera
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«El toro me ha servido para comprender la vida»

«El toro me ha servido para comprender la vida»

Francisco "Chapu" Apaolaza (San Sebastián, 1977) es una de las caras mas populares del canal de referencia en el orbe taurino, y eso que su nombre irrumpió con fuerza la temporada pasada con la presentación del libro "7 de Julio", de gran calado sanferminero como obra cumbre de los encierros pamploneses. Este navarro de adopción ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos, como narrador de Toros TV en las principales ferias nacionales. En apenas cuatro meses se ha ganado un hueco en el corazón de todos los aficionados, no solo con sus apariciones en la pequeña pantalla, sino con la envidiable pieza bajo el nombre de "Cuaderno de notas" que ilustra con sumo esmero, la flor y nata de nuestra Fiesta. La de todos.

Este periodista que iba para farmacéutico y que se quedó huérfano con tan solo 20 años, ilustra a las claras el oficio del periodista. «El periodismo me ha ayudado mucho a hacerme una idea del mundo y de toda su complejidad», asegura. Y es que en "Chapu" el proverbio de Juan Belmonte «se torea como se es», se hace más patente si cabe. Porque el vasco irradia felicidad y profesionalidad en unas palabras medidas plenas de sentimentalismo. Y es que a través de lo que pasa en el ruedo, «vivo el temor, la gloria y el arte de la fiesta de los toros». Y todo por el amor a una profesión, que a tenor de sus palabras se desvive en cuerpo y alma: «No le digas a mi madre que soy periodista, dile que soy pianista en un burdel», bromea. "Chapu" sin atajos. Sin mácula. Más Apaolaza que nunca.
Alberto Bautista/Foto: Libertad Digital

- ¿Siempre pensó que iba a acabar ligado al mundo de los toros?

- En absoluto, puesto que todo lo que hice en mi carrera periodística fue siempre de manera opuesta al toro. Mi primera publicación en prensa fue con la inauguración de la plaza de Illumbe, en aquel momento sin mi padre –promotor de su construcción junto con la familia Chopera y Odón Elorza–, guiado por la emoción, y publicado en el Diario Vasco. La falta de mi padre me impulsó a ser periodista. Y eso que él no leyó ni una sola línea de lo que escribí, y es que quise hacer periodismo en otros campos. Me formé como periodista de redacción: desde la realización de crónica parlamentaria, pasando por el reportaje ¡y hasta llegué a fundar un periódico! El mundo del toro me sirvió para hablar de algo que siempre me ha gustado.

- Tras la muerte de su padre, ¿cómo entendió la fiesta de los toros?

- Los toros para mí es algo sagrado. Siempre decidí que mi sueldo no tenía que estar sujeto a ellos, y que ante todo tenía que formarme como periodista, por lo que no hice caso a todos los que me pedían ser crítico taurino (como era su padre) sin haber estudiado. El mundo del toro me ha servido para comprender la vida. ¡Hasta los conceptos de la bravura del toro de lidia me sirvieron para explicar investiduras! Nunca quise que mi vida estuviese ligada a los toros. ¡Y mira ahora! (risas)

- Cuando se pusieron en contacto usted desde Toros TV para contratarle, ¿qué fue lo primero que le vino a la mente?

- El antiguo director me citó para comer, me comentó que tenía un proyecto y que querían contar conmigo, y eso que apenas conocía a Hugo Costa, a quién había saludado una vez en San Sebastián. Pensé que podía aportar en el canal y acepté la propuesta.

- ¿Qué ha supuesto para usted formar parte del equipo de Toros TV?

- Actualmente hay un proyecto interesante al que yo no he hecho otra cosa que sumarme con el objetivo de hacer un periodismo más participativo, con un mayor número de colaboradores, con invitados en el callejón, y por supuesto con la novedad del aficionado que habla todas las tardes una vez que ha terminado el festejo. La finalidad es que haya más puntos de vista del espectáculo. Los toros es una fiesta del pueblo, y es que de los 24.000 espectadores que acuden a Las Ventas, hay 24.000 opiniones distintas. Nosotros no estamos para decirle al aficionado lo que tiene que pensar. Los aficionados son mucho más listos que nosotros, y saben más de toros que cualquiera de los que formamos parte de la retransmisión. Yo tan solo soy una eslabón de una cadena que empieza por el que monta los cables, pasando por la unidad móvil, el equipo de producción y termina en mis compañeros.

- ¿En qué ha cambiado el Chapu que apareció en Fallas por primera vez y el que ha terminado San Isidro?

- Me encuentro en un proceso de aprendizaje brutal, en el que ahora sé muchas cosas desde aquel «buenas tardes» de Fallas. Dentro de mí, te puedo asegurar que no ha cambiado nada periodísticamente hablando, por lo que intento hacer las mismas cosas. Intento hacerme preguntas sobre la realidad e intentar comprenderlas de manera sencilla y humilde, y sobre todo intento emocionarme y sorprenderme con ellas para contarlas, pero jamás intentaré insultar a la inteligencia de quien me va a ver o leer.

- En poco tiempo ha pasado de ser un desconocido a estar en la mayoría de tertulias taurinas, ¿cómo lleva el peso de la fama?

- ¡La fama es relativa, porque me conocen en la plaza de toros, pero en la calle Goya nadie me conoce! (risas). La gente da una importancia excesiva a mi trabajo, y yo tan solo soy un transmisor de la información. En estos meses me he dado cuenta de que hay gente muy amable, con constantes gestos de cariño, aunque también hay algunos que te despellejan sin conocerte de nada, y lo hacen con demasiada malicia. Crueldad que yo había visto en otras personas pero que no sabes realmente como es, cuando es hacia a ti.

- ¿Dónde se siente mas cómodo, como narrador en televisión o con la pluma frente a un folio en blanco?

- Dicen que es la misma profesión, pero en realidad no lo es. En el papel eres un francotirador con un espacio acotado, y que cuentas tu versión con más o menos tiempo. En cambio, en la televisión tienes una catana en la mano y un montón de zombies. La manera en la que te tiene que funcionar el cerebro no tiene nada que ver en un medio que en otro. Realmente, estoy más acostumbrado a estar frente a un papel en blanco, pero cuando consigues interiorizar los códigos de la televisión, llega a ser la misma historia.

- ¿Encaja bien las críticas?

- Hay diferentes tipos de críticas. Yo soy un extraño, soy la nueva voz de Homer Simpson, por lo cual entiendo que no puedo gustar a todo el mundo. No existe el equilibrio perfecto. En cuanto a la crítica voraz y online (refiriéndose a Twitter) me cuesta entenderlo, no lo llevo bien, no es agradable, puesto que no me ha aportado absolutamente nada. Aunque el odio no es solo es conmigo, sino con todo el mundo. En las redes sociales queda patente el odio de algunas personas. De ellas no puedo hacerme cargo de manera psicológica, y es que todo ello afecta al partido político, a la realidad del país y por supuesto a la fiesta de los toros, por lo que la violencia y la intransigencia son asuntos totalmente humanos y están en todos los ámbitos de la sociedad. Tengo un trabajo que depende de mi audiencia. Por lo cual, me importa lo que la gente opine de mí, porque si nadie se siente reflejado por mi trabajo todo deja de tener sentido. Pero ante todo me gustaría saber qué piensan de mi trabajo.

- Llegó para sustituir a Manolo Molés, ¿su sombra es alargada?

- Llegué a Toros TV para hacer su trabajo, pero Molés no puede tener un sustituto. Crecí taurinamente viéndole, por lo que soy periodísticamente como Manolo Moles, pero también crecí con Víctor Santamaría, por lo tanto hay una influencia de ambos. Se me da muy mal ser otras personas. Y es que si quisiera ser otro no lo haría bien. El mejor Manolo Molés es él. Nadie puede ser otra persona en las retransmisiones, ante todo tengo mis referentes y uno de ellos fue el Maestro Antoñete, quién tuvo mucho peso en mi formación y en mi día a día.

- Narrar las tardes más significativas en las principales ferias, ¿es un honor o una responsabilidad?

- Todo honor implica responsabilidad, y es que no hay nada que pueda hacer un periodista mejor, que retransmitir una tarde en Las Ventas. ¡Es el espectáculo total! y es que para mí los toros entroncan los valores de mi educación heredados de mi padre y mi abuelo. Es un asunto sagrado. ¿En qué espectáculo hay mayor rango entre la gloria y el fracaso? ¡Sólo en los toros! (sonríe).

- Siempre se dice que Madrid pesa a los toreros, ¿en su caso también es igual?

- En Madrid me siento en casa, por lo que no me ha pesado. Las Ventas puede cambiar la vida de cualquier torero, pero ante todo es mayor el honor que el peso de la responsabilidad. Tengo la confianza absoluta en mi gente, un equipo de primera, que es como si trabajara con el mejor equipo de médicos, y es que el único que puede meter la pata soy yo. ¡Me siento muy orgulloso de trabajar con todos ellos!

- ¿Se acostumbra uno a la narración con tantas tardes seguidas o cada una es distinta?

- Cada tarde es distinta, aunque he conseguido acostumbrarme a los mecanismos de una retransmisión, pero el simple hecho de entrar en Las Ventas y sentir un cosquilleo en el estómago… jamás llegaré acostumbrarme a ello. El día que no sienta responsabilidad y nervios creo que ese día me quitaré de en medio. Al igual que el día que vaya a los toros y no me sobrecoja viendo cómo un torero se juega la vida. Diré ¿qué hago aquí?

- ¿Cómo es un día de retransmisión para usted?

- En Madrid, me gusta por la mañana ver el reconocimiento e ir a los corrales. En el apartado veo a los toros moverse. Me gusta ver la materia prima. Posteriormente, me preparo la retransmisión en cuanto a los toreros actuantes. Y es que es importante saber cómo a Álvaro Lorenzo su padre le compró un capotillo en un puesto de souvenir en Las Ventas, o la historia de Ginés Marín con su padre, o cómo a Talavante le cambian de colegio y es en ese momento cuando comienza su afición por los toros. Antes de almorzar, pienso sobre la corrida que voy a retransmitir por la tarde. Y es que los periodistas tenemos que sentir lo que las personas sienten, por eso tengo que conocer la historia de Juan del Álamo entre otros, para sentir como él y que cuando salga por la puerta grande, se lo cuente a todos los que nos están viendo desde casa. Después intento descansar, y sobre las 17 horas tenemos una reunión con el equipo, con edición y con realización. ¡Pero el momento de la verdad llega cuando empieza la corrida, ahí se olvida todo!

- ¿Qué cualidades imprescindibles debe tener un buen comunicador?

- El verdadero periodista tiene que tener capacidad de humildad, alerta y sinceridad, aunque también debe dejarse llevar.

- En poco tiempo se ha erigido como un referente para muchos jóvenes que empiezan a labrarse camino en el periodismo taurino, ¿qué consejo les daría?

- En la vida no puedes ser otra cosa que tú mismo, aunque lo que hay que hacer es cultivarse para que el «tú mismo» sea cada vez más grande. Lo más importante es que no intenten hacer atajos cuando vayan a contar la realidad, que la digan tal y como es. El periodismo taurino se debe hacer cargo de la extrema complejidad del mundo. Además, creo que es clave la preocupación que los nuevos periodistas deben tener por la lectura, y que siempre lleven un papel y un lápiz en el bolsillo. En definitiva, ¡que sean siempre periodistas!

- ¿Alguna anécdota curiosa durante estos meses de retransmisiones?

- En mi debut en Toros TV, en el inicio de la Feria de Fallas, mis primeros segundos en directo fueron terribles. Resulta que tenía los cascos conectados y en uno de ellos comencé a escuchar un montón de ruidos durante unos segundos (luego me dijeron que tenía un problema con el retorno). Los fantasmas de la técnica, y es que desconocía que tenía que ser así, pensando que tenía que hacer la retransmisión con un griterío ingente en mi oído. ¡Fueron cinco o seis segundos, pero me quería morir! También hemos tenido diversas situaciones porque el público establece conversaciones contigo cuando estás en directo, y no se dan cuenta de que estás hablando, y había momentos que no conseguía abstraerme, y es que cuando alguien te habla, tu cerebro está acostumbrado a prestar atención, pero poco a poco he conseguido abstraerme y solo centrarme en la retransmisión.

- ¿Si volviera a nacer sería periodista?

- Sí, porque no sirvo para otra cosa (risas), aunque me hubiera gustado ser médico, o jinete; aunque realidad soy un jinete que trabaja de periodista, para pagar las cuentas de su caballo.

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