Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
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¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
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¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
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¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!
ALBACETE. 8ª FERIA DE LA VIRGEN DE LOS LLANOS

¡Bravo Garrido! ¡bravos 'montalvos'!

Alejandro Martínez

Llegó José Garrido a Albacete y reventó la feria. En la recta final de un ciclo mediocre, echábamos de menos una faena rotunda, de esas de dos orejas, de las que te emocionan y ponen a todos de acuerdo. Pues por falta de una, Garrido ejecutó dos. En la octava de abono de la feria en honor a la Virgen de los Llanos, el joven torero extremeño, con apenas cinco meses de alternativa, dictó una lección de toreo y se erigió como triunfador indiscutible con tres orejas rotundas. Y todo tras cuajar un bravo y sobresaliente lote de la ganadería de Montalvo. La divisa salmantina lidió una señora corrida de toros que sorteó tres ejemplares de alta nota. Ambos dos, Garrido y Montalvo, lograron lo más difícil: emocionar y convencer.

Y es que como estuvo Garrido. Con una capacidad pasmosa, lo bordó con capote, muleta y espada. Y todo, ante un lote nada fácil. Como bravos que fueron, los dos toros de Montalvo que le correspondieron en suerte no regalaron nada. Especialmente exigente fue el sexto, un astado muy encastado que, tras empujar de verdad en el caballo, fue a más en el último tercio. Por abajo y con temperamento, Vidriero no se cansó de embestir a la muleta de Garrido. Éste, en un trasteo ejecutado de principio a fin en los mismos medios, pudo con él a base de bajar la mano y ponerse en el sitio. Inteligente, capaz y muy valiente, piso terrenos comprometidos en series de notables derechazos y naturales. Asentado, con mucho mando, tiró de su oponente de adelante a atrás y de arriba abajo. Paró, mandó, templó y cargó la suerte, como mandan los cánones. Pero es que, además, demostró que piensa delante de la cara del toro, que tiene personalidad para ir más allá del sota, caballo y rey. Porque Garrido toreó delante y fuera de la cara de sus oponentes. Saliendo siempre con torería de la misma, delante de ella firmó pasajes de improvisación en trincherazos, remates y molinetes de pellizco. Algunos pases de pecho, rematados en la hombrera contraria, también fueron soberbios. Pero es que, antes, también había toreado con el capote. Meciendo los brazos, bajando las manos y con el mentón hundido en el pecho, lo bordó a la verónica. Y también por delantales, y por chicuelinas. Y todo lo abrochó con medias torerísimas de supremo ceñimiento. Sensacional. Y se tiró a matar de verdad. Queriendo asegurar los trofeos ganados, entró derecho y en ambos turnos consiguió dos grandes estocadas en todo lo alto.

En ese sexto sólo paseó un trofeo pues el de Juan Ignacio Pérez Tabernero se amorcilló y tuvo que coger el descabello. Al tercer golpe lo derribó. Antes, tras pasaportar a su primero, sí recogió las dos orejas. Fue tras una faena intermitente, pero que tuvo pasajes enormes. El tercero, un castaño casi cinqueño, bajo y bien hecho, pero muy armado por delante, protagonizó una pelea espectacular en el caballo. Cogiéndolo por los pechos y empujando de verdad con los riñones, levantó a montura y picador y casi derriba. Aguantó el varilarguero en un emocionante encuentro que reivindicó la suerte de varas. ¡Hasta tres veces llegó a romanear Lunerito! Después, en el último tercio, pese a que se quebrantó mucho en la pelea y que sangró de forma considerable, el de Montalvo aún tuvo fondo para embestir por abajo con nobleza, clase y transmisión. Colocando siempre la cara, fue un gran toro para el torero, pero también para el aficionado. Un ejemplar que se habría ganado el honor de la vuelta al ruedo de no ser porque al final comenzó a aburrirse y amagó con rajarse. Frente a él, José Garrido anduvo también a gran nivel aunque en un par de series se alivió y descargó la suerte. En el resto, lo bordó con gran templanza. Muy ajustado por momentos, fajándose con Lunerito, logró poner en pie a los tendidos. El estoconazo, de inmediato efecto, le puso en las manos las dos orejas. Y discutiremos si su tarde fue de dos, de tres, o de cuatro orejas; pero más allá de los trofeos, quedan las sensaciones. Eso es inolvidable. Es joven y no se lo están poniendo fácil, pero este torero posee unas condiciones privilegiadas para llegar a lo más alto. Las plazas y ferias le deben abrir paso. Desde tierras extremeñas avanza un tornado de frescura, valor y ambición. Su nombre: José Garrido.

Otro apéndice, de mucho menor peso, paseó Juan del Álamo. Al contrario que Garrido, el salmantino lo consiguió tras una lección de destoreo. Casi siempre al hilo, alargó los muletazos en línea y despidió a su enemigo hacia afuera. Descargando la suerte y muy acelerado por momentos, no se entregó ante un quinto toro también encastado. Menos claro que el lote de Garrido, Aventador rompió en el último tercio. Era un astado de gran trapío y señorial estampa. Alto, rematado por delante y por detrás, tenía dos leños como defensas. Por su construcción –cuesta arriba– no tenía fácil humillar, pero lo hizo. Pese a que nunca descolgó, sacó fondo y quiso seguir la muleta por abajo. Tras un espadazo delantero y muy tendido escupido rápidamente por el animal, le regalaron la orejita de rigor. Mejor sin embargo anduvo ante el segundo, un montalvo manso y descastado que se quedaba a la mitad de los muletazos y que se movió sin ningún celo y con la cara a media altura. Ganándole la acción, del Álamo estuvo por encima. Intentando romper al animal hacia adelante, y llevándolo muy tapado y a la altura que pedía, su esfuerzo no tuvo recompensa. Certero con el descabello, antes pinchó en dos ocasiones en la suerte de recibir.

Inédito quedó Diego Urdiales. El riojano, al que se esperaba con enorme expectación tras su cumbre torera en Bilbao, no pudo hacer nada tras sortear en primer lugar a un inválido y luego a un auténtico morucho. Ese cuarto, que manseó muchísimo desde que salió, se dedicó a defenderse sin clase alguna y, ante la incomprensión del público, Urdiales terminó abreviando. A pesar de todo, con el noble pero inválido primero, dejó detalles de su indudable pureza y torería. Mala suerte la suya y mala suerte la nuestra que no le pudimos disfrutar.

 

  • Plaza de toros de Albacete. 8ª Feria de la Virgen de los Llanos. Dos tercios de entrada. Se lidiaron seis toros de Montalvo, muy bien presentados, de buenas hechuras, pero serios y ofensivos, y de juego desigual. Destacaron los bravos 3º y 6º, y el encastado 5º, que sacó fondo en el último tercio. Inválido el 1º, manso y descastado el 2º, y mansísimo, descastado y deslucido el 4º.
  • Diego Urdiales: silencio y pitos.
  • Juan del Álamo: ovación con saludos y oreja.
  • José Garrido: dos orejas y oreja tras aviso.

 

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