Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Camarín, un 'ibán' de casta desbordante
Madrid. Crónica 24ª de la Feria de San Isidro

"Camarín", un 'ibán' de casta desbordante

Alejandro Martínez

Se esperaba como agua de mayo –nunca mejor dicho– la corrida de Baltasar Ibán en Madrid. Con ella, arrancaba una semana “torista” que, esperemos, compense el desastre ganadero de este San Isidro. Un ciclo donde ha reinado el toro manso y sin casta, a excepción de algún animal suelto, como el gran Malagueño de Alcurrucén. Un toro de bandera premiado con la vuelta al ruedo, y que es el gran favorito a llevarse los premios de esta feria. Pero aún queda mucho y, en esto del toro, nunca se sabe. Por ejemplo, hoy, en segundo lugar, se lidió un gran ejemplar de Ibán para el que también se pidió el honor de la vuelta al ruedo en el arrastre. Se llamaba Camarín y estaba herrado con el número 37. Un toro muy encastado y exigente que subió notablemente la nota de una corrida variada e interesante, pero a la que le faltó algún otro toro tan completo como ese segundo. El encierro de la divisa madrileña, una de las más tradicionales y esperadas por la afición de Madrid, sorteó varios astados con un indudable fondo de casta, pero también algún otro manso que duró un suspiro. Eso sí, también es de justicia señalar lo mucho que se castigó en varas a la corrida. Una barbaridad. Para compensar lo poco o nada que se ha picado esta feria, hoy los varilargueros sí se esmeraron sobre el caballo. Dieron tan fuerte como mal. Bajos y traseros, hubo puyazos dañinos que tuvieron sus posteriores consecuencias en el último tercio. ¿Tanto cuesta picar arriba y dosificar el castigo? Parece que sí.

El citado Camarín, que cumplió en dos varas que tomó de largo –nos arrebataron la posibilidad de verlo en una tercera– y después tuvo quince o veinte embestidas en las que transmitió de lo lindo, le correspondió a Alberto Aguilar. El madrileño anduvo digno y voluntarioso, pero por debajo de tan codicioso animal. Todas las series, salvo una, las ejecutó con la mano derecha y ninguna fue rotunda. Faltó mando en un trasteo en el que el protagonista indiscutible fue el toro. Fijo y pronto, embistió con todo pese a lo mucho que sangró. Un regalo envenenado si no se estaba a la altura. Aguilar lo mató de una estocada caída y cortó una oreja muy benévola. A Camarín, por su parte, se le despidió con una ovación clamorosa. El quinto, que también se arrancó al caballo desde la distancia, no terminó de empujar y fue pésimamente picado. Después, pareció que iba a comerse el mundo en un inicio de faena en la que embistió con poder y casta. Sin embargo, de repente, se rajó y ya no quiso pelear más. Todo, tras propinar una espectacular voltereta al torero. En un descuido, el astado se metió por dentro y encunó dramáticamente a Alberto Aguilar. Éste se repuso e intentó sacar agua de un pozo seco al abrigo de tablas.

Igual que vinieron se marcharon Iván Vicente y Víctor Barrio. Tanto uno como otro demostraron poseer un buen concepto pero no pasaron de conformistas. Como contagiados de la frialdad de la tarde, dieron muchos pases, pero sus labores no calaron en los tendidos. Aseado anduvo Vicente con el noble y flojo primero que amagó varias veces con rajarse. Con el cuarto, un astado duro y bronco que no regaló una sola embestida, no dio el paso y luego pegó un mitin con el descabello. Al igual que Aguilar frente al segundo, Víctor Barrio tampoco estuvo a la altura del exigente y encastado tercero, un animal que tuvo prontitud y movilidad, pero el defecto de soltar mucho la cara y lanzar un derrote al final de los muletazos. Mejor por el izquierdo, repitió con transmisión y le enganchó mucho la muleta a Barrio. A punto de salir el sexto, comenzó a llover con intensidad y gran parte del público salió despavorido. Y allí, bajo el agua, se quedó Victor Barrio dando pases a un toro noble, pero blando y descastado que también acusó lo mucho que le pegaron en varas.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 24ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron seis toros de Baltasar Ibán, desiguales de presentación y juego. El 1º, mansito, noble y flojo; 2º muy encastado y exigente; 3º con movilidad y casta aunque la cara suelta; 4º duro y complicado; 5º manso, se rajó muy pronto; y 6º, noble, flojo y descastado.
  • Iván Vicente: ovación con saludos y silencio tras dos avisos.
  • Alberto Aguilar: oreja y ovación con saludos.
  • Víctor Barrio: silencio y silencio.
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