Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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'Enviado'... para soñar el toreo
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Crónica Madrid. 5ª de la Feria de San Isidro

'Enviado'... para soñar el toreo

Luis Miguel Parrado

Esta crónica la voy a empezar pidiendo perdón. Perdón a los toreros, pero... es que a mí me pone de muy mala uva ver cómo un pedazo de toro se va sin torear. Sí, ya sé, y como tal los tengo, que ellos son unos héroes dignos de admiración, y que las pocas veces que me he puesto delante de una becerra cagona las he pasado puñeteras para que no me temblasen las bielas. Sin embargo, también sé lo que traga un ganadero durante cinco años desde que ve nacer un becerro hasta que lo embarca. Las presiones que soporta, el ninguneo al que lo someten y un trato que le hace ser el último mono de una Fiesta que sin él no tendría sentido.

Por eso mi crónica hoy va dedicada a un toro. A Enviado que, nombre profético, llegó hoy a Las Ventas con un cortijo en cada pitón, más aún en el izquierdo, donde llevaba una hacienda completa. O un rancho, que para eso cupo en suerte al mediano de los Adame, que ya sabe lo que es que en Madrid te toque un burel para volver loco al personal, que tal fue aquel Ombú de Juan Pedro. El caso es que Luis David salió a por todas, e incluso quiso marcharse a portagayola, pero no pudo ser porque la puerta de los sustos ya estaba abierta. Después estuvo muy presente en la lidia e incluso replicó a un quite por verónicas de Pablo Aguado donde quedó claro que Las Ventas estaba esperando entre algodones al sevillano. Pero fue coger la muleta y...

Abreviando, que yo cierro los ojos y veo al toro de Juan Ignacio Pérez-Tabernero venir con el hocico por delante, humillado, con raza conjugada a clase y, una vez llegaba hasta el infinito, volcando la cara de una manera maravillosa por ese pitón izquierdo, aunque, ojo, el derecho tampoco era malo. Pero salvo en algún natural, quizá más en una serie central, el torero nunca llegó a la altura de un cuatreño que pedía muleta planchada puesta por delante, temple, gusto y toreo de reunión. Vamos, para cortarle dos orejas y poner la feria patas arriba. Eso no ocurrió y Luis David pudo salvar los muebles en el tramo final, donde acortó distancias, dio una tanda de las más que vistas bernadinas y, sobre todo, recetó un espadazo tapabocas. Vamos, como que hasta le pidieron la oreja. Y digo yo que si el presidente se la otorga... ¿qué habría que haberle dado al toro?

Por embestirle le embistió hasta el quinto, un mastodonte de 650 kilos, tan grande como noble y suave en las telas al que dio muchos muletazos sin que aquello calase en unos tendidos que acabaron protestando el metraje del trasteo a un toro que, por su falta de transmisión, es de esos con los que cualquier torero se tapa. El problema es que su primero fue de los que descubren.

Soñar es gratis, así que no sé qué habría ocurrido hoy en Madrid si ese lote lo llega a coger por banda Pablo Aguado, que hizo lo posible para que le saliera el sobrero de Algarra. Cornalón, ya le echó mano en el capote y después volvió a hacerlo en la muleta, con más consecuencias, por el porrazo en la rodilla, en la primera ocasión. Toro complejo, que embestía bien en las dos primeras arrancadas de cada serie pero que después se ponía correoso. Así que pidió sitio y muletazos uno a uno, pero entre el aire y el aturdimiento de las volteretas allí no pasó nada. Claro, que estaba por salir el sexto, que marcó su presunta sangre de Joao Moura tanto por hechuras como por comportamiento. Así, parecía un toro de esos que a principios de los 90 tanto gustaban a Curro. Y por un momento, en el inicio de faena, vi a Pablo transfigurado en el Faraón. Porque hay que ver qué manera de sacarse el toro para fuera, qué suavidad, qué toreo más despacioso, pleno de empaque. Vamos, que Las Ventas rugía. Y eso que era con un medio toro, justito de todo, pero al que la majestuosidad de Pablo, sin una alharaca, tapó todas sus carencias. Luego estuvo en artista hasta con la espada, y la oreja más que segura se quedó en una ovación. Y un puñado de los carteles de toros que había esculpido, en la retina para siempre.

Había empezado la tarde bien, porque al primero de la suelta le cortó una oreja Ginés Marín, que volvió a sacar su fibra, esas ganas de querer ser que aunadas a su clase lo pusieron hace dos años en boca de todo el mundo. Fue ante un manso encastado que rompió a embestir con buen aire en la muleta, sobre todo al natural, y frente al que empezó directamente en los medios. La faena cogió vuelo a partir de tomar la zurda y ya no paró de crecer, más aún cuando el matador sosegaba sus ganas de triunfo y conducía las embestidas por abajo, aún ayudándose de la espada por la molestia del viento. Acabó por espectaculares bernadinas cambiando el viaje y una estocada selló el triunfo. Parecía que lo iba a refrendar con el cuarto, que llegó a la muleta metiendo la cara con buen son. Sin embargo, a partir de la segunda tanda aquello comenzó a deslavazarse, el matador ya no le cogió tan bien el aire, el cinqueño enganchó la muleta más veces de la cuenta, empezó a desengañarse y, cuando quiso acordar, Ginés estaba montando la espada sin que allí hubiera ocurrido nada.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 5ª de la Feria de San Isidro. Casi lleno (21.150 espectadores) en tarde encapotada y ventosa. Se lidiaron cinco toros de Montalvo, bien presentados, en los que predominó la nobleza, con un 2º, Enviado-80, sencillamente extraordinario, y uno (3º bis) de Luis Algarra, sustituto de un titular devuelto por flojo, que no rompió. Pesos: 593, 555, 531 (devuelto), 540, 590, 650 y 591 kilos.
  • Ginés Marín (azul marino y oro): Oreja tras aviso y silencio tras aviso.
  • Luis David (lila y oro): Vuelta al ruedo tras aviso y silencio.
  • Pablo Aguado (marfil y oro): Silencio y ovación con saludos.
  • Buena brega de Ángel Gómez al que cerró plaza. Óscar Bernal volvió a brillar haciendo la suerte de varas.

Parte médico de Pablo Aguado: Contusión en la región frontal izquierda, contusión en el primer dedo de la mano derecha, puntazo corrido en el glúteo derecho y esguince en el ligamento lateral interno de la rodilla derecha. Pronóstico leve, que no le impide continuar con la lídia. Fdo. Dr. García Leirado.

 

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