Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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¿Quo vadis, Sevilla?
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¿Quo vadis, Sevilla?
¿Quo vadis, Sevilla?
¿Quo vadis, Sevilla?
Crónica Sevilla. Domingo de Resurrección

¿Quo vadis, Sevilla?

Luis Miguel Parrado

No me vais a creer, pero la sensación cuando he terminado de ver la primera del abono sevillano es de nostalgia. Quizá la memoria es traicionera y a lo mejor hace años no pasaba nada si un toro se iba sin picar adrede, o quizá antes también se pedía una oreja en La Maestranza con el único aval de un arrimón. No sé, pero quiero creer que no, que estas cosas (o estos males) son modernismos que han llegado a la Fiesta, con toda seguridad para mal. Por lo menos de los nostálgicos...

El ambiente era de relumbrón, aunque decir esto un Domingo de Resurrección en Sevilla es un poco, o un mucho, perogrullo, y todo el mundo iba confiado –como siempre– en ver la tarde de su vida. Pero ya se sabe aquello de que el hombre propone, Dios dispone y el toro lo descompone. Y eso ocurrió.

De la corrida embarcada por Victoriano del Río descolló el quinto, que no rompió de salida e hizo cosas de manso en el caballo. Sin embargo, en la muleta fue el único con capacidad para ir a mejor. La faena de José María Manzanares tuvo pocas apreturas y un toreo más de acompañamiento que de reducción, siendo los últimos muletazos de las breves tandas los más destacados y, sobre todo, los pases de pecho que servían para abrocharlas, tan rotundos que siempre dejaban aquello en alto. Y así quedó tras recetar una estocada recibiendo donde perdió la muleta, pero que fue tan contundente como para proporcionarle la única oreja de la tarde. Antes había sorteado a un burraco, Vampirito, que el año anterior había sido rechazado en esta misma plaza por falta de trapío. Curioso que Victoriano del Río lo reservase para fecha tan señalada, lo cual marca la gran confianza depositada en él. Pero el cinqueño amagó rajarse cada vez más en el tercio de varas. Después llegó un quite por chicuelinas, que en una sobre el pitón derecho marcó el cénit de Manzanares esta tarde para, ya muleta en mano, no remontar nunca vuelo lo hecho, ora porque el toro no quería, otra porque José María no acababa de dar con las alturas y eso afligió todavía antes al astado.

El Juli empezó a gustarse, firme y derecha la planta, templado el trazo, nada más coger la muleta ante el primero, que tuvo buena clase y corta duración. Y eso que el matador manejó con maestría las alturas, obligando más en el primer tramo, aliviando en la salida de los muletazos, pero siempre llevándolo muy toreado. Pero el animal fue poco enemigo para Julián y se fue desfondando cada vez más. El cuarto parecía que iba a ser. De hecho, Juli le ‘descubrió’ el pitón derecho recibiéndolo de capote con usía. Incluso brindó al público, pero el toro fue como una gaseosa y duró nada antes de empezar a desarrollar defectos. Así, nunca se soltó a embestir, sino que se desengañó y acortó el recorrido. Poco más hay que contar.

Roca Rey llegaba con el peso de la púrpura encima. Y quizá por eso su primera faena estuvo exenta de esos ‘fuegos artificiales’ a los que acostumbra. Los aficionados (hay que serlo para fijarse en ese detalle) pitaron el hecho de que el tercio de varas fuera un trámite casi inexistente, y después dieron poca dimensión a lo hecho, que no pasó de ser una faena solvente sin más. Roca necesita el toro que se mueva, o sea, verlos venir, y este no embestía por ese palo. La faena al sexto llevaba el mismo camino, hasta  que en un parón del cuatreño en mitad de la suerte el peruano descubrió el filón. Y entonces llegó un arrimón donde los pitones le acariciaban los muslos y las pecheras, a lo que él respondía impávido antes de acabar con las socorridas bernadinas. Por cierto, algunos pitaron con ganas ese arrimón mientras otros aplaudían. En plazas de primera no sé, pero en las demás Roca se va a hartar de ganar euros. Mató de una entera y le pidieron la oreja. Curiosamente, después no lo sacaron ni a saludar, quedando todo en unas palmas que recogió desde fuera del burladero. Lo dicho. Tiempos modernos.

 

  • Sevilla. Real Maestranza de Caballería. Corrida del Domingo de Resurrección, primera del abono hispalense. Corrida de ‘No hay billetes’ en tarde parcialmente nublada pero agradable. Se lidiaron seis toros de Victoriano del Río, correctamente presentados, algunos tapados por su volumen y de juego dispar, destacando el 5º. Los demás navegaron entre la falta de fondo y raza. Pesos: 529, 570, 575, 572, 558 y 538 kilos.
  • El Juli (grana y oro): Ovación con saludos y silencio.
  • José María Manzanares (azul noche y oro): silencio tras aviso y oreja.
  • Roca Rey (perla y plata): silencio y palmas tras aviso.
  • Saludaron Daniel Duarte y Luis Blázquez tras banderillear al segundo.

 

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