Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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«Si nadie compra, o cambias o cierras el chiringuito»
Adiós a la ganadería de Conde de la Maza

«Si nadie compra, o cambias o cierras el chiringuito»

Darío Juárez

Allá donde la campiña sevillana se esparce por la dehesas que bañan Morón de la Frontera, un hierro histórico desaparece. En los albores de este miércoles saltaba la noticia de la desaparición de la ganadería de los herederos del Exmo. Sr. Conde de la Maza. En menos de dos días, el destino de los últimos animales de una de las ramas troncales de los encastes Villamarta y Núñez partirá hacia el lugar donde muere un sueño, una afición, una vida. Años de sacrificio y pelea por el respeto incontestable hacia el toro de lidia y su integridad. La ilusión por criar un animal fiero y encastado, un milagro de la genética brava del que muchos pueden presumir de haber percibido su embestida y el triunfo que ésta ha traído consigo a posteriori. Pero si de algo puede sentirse satisfecho su representante es del respeto que le ha profesado la afición durante tantos años.

La realidad de la situación no es otra, cuando al preguntarle por su estado dice sentirse «no bien»; aunque «la vida viene así y no podemos hacer de esto un drama», replica tajantemente y en tono incómodo. No es para menos, ya que la pérdida de este hierro legendario es para el aficionado sinónimo de dolor por el respeto que siempre ha marcado su idiosincrasia hacia el toro. Haber sido heredero del Conde de la Maza es para él un orgullo, además de «una tradición, un mantenimiento de lo que mi padre hizo durante tantos años, a lo que tanto esfuerzo le dedicó y es una desgracia no haberlo continuado durante más tiempo».

La honorabilidad hacia el toro, la integridad y la casta han sido las matrices de su filosofía, le pesase a quien le pesase. Esa doctrina quizás haya podido influir en algún momento en negociaciones con grandes empresas. Cuenta que han sido pocas las que lo han hecho. «Sevilla ha tenido siempre la puerta abierta, y Madrid cuando lo ha hecho; pero el que venía a por toros a mi casa sabía a lo que venía», comenta. Guiarse por el criterio de cría y selección de su padre ha sido siempre el origen por el que un animal salía o no salía del Cortijo de Arenales.

Dentro de las razones por las que se ha llegado a tomar esta decisión, la principal, es la falta de demanda. «Uno produce algo y hay que venderlo; si nadie lo compra, o cambias el producto o cierras el chiringuito», afirma tajante. Evidentemente, la primera opción jamás entraría en los planes de un ganadero que ha idolatrado al toro con el que se crió, como así lo hicieran sus antepasados.

En esta tan dura como sorprendente decisión, asegura con certeza la incisión de terceras personas, así como «muchas otras circunstancias que han obligado a tomar esa medida: taurinas y no taurinas», relata. Por otra parte, afirma que el famoso sistema no ha tenido nada que ver, ya que esto se rige por la ley de la oferta y la demanda. «Yo no sé lo que es el sistema», recalca.

La dolorosa noticia de la pérdida de esta vacada  con encaste propio ratifica que es «sin duda» sinónimo de júbilo para muchos que se hacen llamar aficionados. En cualquier caso, Leopoldo Sainz de la Maza Ybarra, pese a la espina de no haber podido continuar el legado de su padre más extensamente, se lleva «muchas satisfacciones, muchas decepciones, conocer a mucha gente, mucha doma y enseñanza,  porque el toro me hizo humilde desde el principio». En definitiva, «cosas buenas», concluye.

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