Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Casquería de kalimotxo low cost
Crónica Pamplona. 7ª de la Feria de San Fermín

Casquería de kalimotxo low cost

Luis Miguel Parrado

Hay días en los que cuando uno se sienta a escribir aún anda invadido por la felicidad de lo que ha visto en la plaza. Quien lea la ficha de hoy pensará que este es uno de esos días. Y no, resulta que es justamente lo contrario. Hoy siento pena de ver cómo Pamplona ha degradado su nivel de exigencia al mínimo impensable después de una corrida en la que se cortaron seis orejas... con el mismo rasero que si, por ejemplo, el festejo hubiera tenido lugar en las fiestas de Fitero.

Cualquiera que lea lo de las cuatro orejas de Cayetano pensará que esto ha sido como un súmmum de toreo y yo, la verdad, lo que recuerdo de su actuación es ver al maravilloso Aguaclara, primero de su lote, embistiendo con una profundidad por el izquierdo para, de verdad, bordar el toreo. Sin embargo eso nunca ocurrió, vamos, es que ni por atisbo Que ¿por qué cortó las dos orejas? Pues por empezar de rodillas una faena presidida por el poco ajuste, pero claro, como el animal tenía esa fijeza y ese recorrido de tanta categoría, tapó el toreo de expulsión de Rivera, que lo mató de una entera desprendida. Nadie esperaba las dos orejas pero la presidenta, tan candorosa ella, se las dio. Peor aún fue lo del sexto, donde sacó los dos pañuelos a la vez, entusiasmada como si aquello hubiese sido una obra cumbre, cuando no pasó de ser un remake de la primera faena. Aunque esta vez anduvo más inteligente, y desde los primeros muletazos sentado en el estribo hubo múltiples guiños y aspavientos a los tendidos de sol, incluidos muletazos mirando al público, que acabó gritándole aquello de «tú sí que vales». En el colmo del despropósito, la candorosa presidenta, que mañana podrá fardar con sus amistades de ser ella quien le dio cuatro orejas a Cayetano, premió con la vuelta al ruedo a un toro que había salido suelto de los dos puyazos y que acabó queriéndose rajar en la muleta. Si se descuida lo indulta o le da el rabo (que lo pidieron, manda huevos) al torero. Lo dicho, ni en Fitero.

Hubo otro gran ejemplar en la corrida de Cuvillo, el jabonero quinto, que cupo en suerte a Miguel Ángel Perera, quien empezó cambiándolo de rodillas en los medios y toreando en redondo de tal guisa. Tuvo la faena virtudes, como fueron la ligazón y también el no dejarse tocar los engaños por un animal que tuvo un pitón izquierdo de sensación y al que pasó con su habitual toreo de líneas rectas y escasas apreturas, mermas que tapa con el largo trazo de sus muletazos. Ya en el tramo final buscó las cercanías y de no pinchar le hubieran dado otras dos orejas de esas que dan en Fitero... o en Estella. Había andado menos atemperado con el segundo, donde la ligazón brilló sobre cualquier otra calidad ante el encastado ejemplar que le cupo en suerte y del que quizá habría tocado pelo de no ser por el bajonazo final.

Antonio Ferrera llegó a Pamplona sustituyendo al lesionado Roca Rey. Como dice el amigo Isidro, cosas de la ‘Casa de Chopericordia’, porque anda que no había toreros de la nueva hornada que hubieran encajado perfecto ahí... Su primero, noble y sin clase, punteaba a mitad de viaje, así que primero le perdió pasos para aprovecharle las inercias y después ya hubo de sacárselos uno a uno cuando el animal vino a menos, destacando en varios naturales de templada concepción. El cuarto, de preciosa hechura, muy en Maribel Ybarra, tuvo poca raza y menos fuerza, pero Antonio no se aburrió y templándolo mucho a media altura le sacó un partido impensable. Vamos, como que cortó una oreja por la que absolutamente nadie habría apostado. Claro, que estábamos en tarde de low cost y todo era posible.

Mientras toda esa casquería baratuna era mostrada por los matadores en las vueltas al ruedo yo pensaba dos cosas. Una, que lo peor que le puede pasar a uno es desilusionarse con algo que tenía idealizado. Y eso me ha ocurrido a mí con Pamplona viendo la corrida de hoy. La otra era qué estaría haciendo Alejandro Talavante hoy por la tarde y qué habría pasado si llega a cruzarse con esta corrida de Núñez del Cuvillo. A lo mejor si eso hubiera ocurrido ahora mismo yo estaba feliz y no como estoy...

 

  • Pamplona. 7ª de la Feria de San Fermín. Lleno en tarde espléndida. Se lidiaron seis toros de Núñez del Cuvillo, de terciadas anatomías tapadas por sus encornaduras y con varios ejemplares de gran juego, sobre todo tercero y quinto, aunque Rosito, sexto de la tarde, fue el premiado con la vuelta al ruedo que merecieron los otros.  Pesos: 525, 525, 500, 460, 498 y 560 kilos.
  • Antonio Ferrera (tabaco y oro), que sustituía a Roca Rey: Silencio tras aviso y oreja.
  • Miguel Ángel Perera (blanco y plata): Silencio y oreja.
  • Cayetano (azul rey y oro): Dos orejas y dos orejas.

 

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