Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Cuando la 'anti' se hizo taurina
Cuando la 'anti' se hizo taurina
La historia de una joven enamorada de la Fiesta

Cuando la 'anti' se hizo taurina

José Aguilera

Daniela tiene 23 años, estudia sociología y pasa por un cambio trascendental en su vida. Tan sólo bastaron cuatro meses para que encontrara una pasión en algo de lo que estaba en contra, en eso que tanto criticaba y en lo que decía repudiar al organizar manifestaciones para intentar abolirlo. Se ha visto inmiscuida en un gran interés por la motivación que le provocó conocer lo que hasta entonces era simplemente desconocido.

Muy puntual acudió a su cita para contar a este portal su testimonio. Daniela era antitaurina. Hoy nos cuenta su historia de cómo dejó de serlo para convertirse en una aficionada a la fiesta brava. Su cambio de ideología se debió a aceptar la invitación de acudir a una plaza de toros por parte del aficionado twittero, ELDURO (@REFM79) –Rubén–. Tal vez este último nunca imaginó la magnitud del bien que le hizo a Daniela, a la de todos los que comulgan con la Fiesta, pero, sobre todo, a su propia afición. Ojalá todos sembremos la semilla de esa forma en quienes atacan a lo que ignoran.

Daniela acepta que ser anti simplemente fue por moda, por dejarse llevar, por opiniones ajenas. Lo atribuye a una etapa de su vida, a la adolescencia, donde la gente con la que se juntaba era un referente a decir: «Si alguien dice una cosa, pues seguro que así es». Así fue como se contagió de esa motivación por intentar acabar con las corridas de toros. Sin embargo, atribuye que un parteaguas importante fue el contacto con internet y las cadenas en contra del maltrato a los animales. Reconoce que llega a esta corriente buscando principalmente la protección de los caballos, sobre todo de los que intervenían en un festejo taurino, porque no podía permitir que los mataran en un ruedo; eso fue lo que al menos creía, sin conocer que eso no sucedía o que  existen equinos usados para rejones y otros para el tercio de varas, donde van protegidos.

Se fue involucrando más con las organizaciones antitaurinas pero no permitía que su curiosidad se apareciera en ese momento de su vida. Ahora dice ser consciente de todas las represiones que pueden implicar, en su antiguo círculo social, el haber dejado de serlo. Parte de ellos le recriminaron al decirle: ¿Quién eres?, ¿dónde está la verdadera Daniela? y ¿por qué lo hiciste? Su respuesta ha sido sencilla: «Te invito a que vayamos, nunca habíamos ido ni tú ni yo; me decidí a ir y comprobé que lo que tú y yo creíamos no era cierto, entonces ¿cómo ves si te invito?». La mayoría le retiraron su amistad y en otros planteó la curiosidad de indagar por qué cambió de criterio. Está confiada de que algún día vaya alguno de ellos a una plaza de toros y puedan sentir lo que realmente ella vivió.

Lo que como antitaurina compartió por mucho tiempo, con mucha gente, dice, era únicamente el hecho del maltrato. Empezó buscando la protección de los caballos, después la del toro (aunque al principio le transmitía miedo) y a medida que fue expandiendo sus horizontes era enfocarse a la muerte de los animales que así les ocurría en una plaza. No sabía qué hacían con ellos, solo que asistiría mucha gente a ver eso para aplaudir dicha acción. Que esos que se hacían llamar toreros iban a buscar la manera de lastimar un animal para que los asistentes gozaran con ello.

Daniela acudió a su primera tarde de toros. Tardó en tres ocasiones previas para decidirse a ir, la situación no era fácil por enfrentarse a lo inesperado, pero terminó yendo a la Plaza de Toros San Marcos, en Aguascalientes. Dice que todo dio un giro por completo. Descubrió que había música (algo que le impactó mucho pues no es cualquier tipo o género), vio para lo que realmente servían los caballos, encontró que había reglas, que la figura principal en la plaza no era ni el público, ni el torero… ¡era el toro! Ese mismo que había sido cuidado dignamente hasta su llegada a la plaza para que se pudiese lucir en ella. Resume que lo más importante de toda la Fiesta realmente consiste en homenajear la vida de un animal. Y eso le hizo cambiar su perspectiva hacia él. Ya no veía a un animal feo, ahora lo observaba imponente, una expresión tácita de la naturaleza. Desde que sonó el clarín, que anunciaba el inicio del festejo, cambió su enfoque por completo. Rubén nunca dejó de contestar todo lo que preguntaba. «Simplemente fue impresionante», dice con entusiasmo. Manifiesta que como antitaurina sentía lástima por el toro que moría en la plaza; ahora, como taurina, siente admiración y un gran respeto.

Daniela se siente invadida de curiosidad por aprender más de la fiesta brava. Dice que empieza un festejo y comienzan las dudas: ¿Quién es él?, ¿de dónde viene?, ¿por qué está haciendo eso?, ¿por qué usa la muleta así?, ¿por qué se le dice muleta?, ¿y ese toro de dónde viene?, ¿hijo de quién?, ¿a su padre le fue perdonada la vida en una plaza? Nunca acaban las preguntas. Han sido varios meses que no para de hacer preguntas y contiene una gran sensación de querer saber más. Se siente como una niña de tres años preguntando todo. Afirma que le gustaría mucho que la gente que desconoce la tauromaquia sintiera esa atracción por conocer, por saber más de ella; porque, incluso, aprendes cosas de la vida cotidiana; al menos, los que manejamos el español estamos permeados de lenguaje taurino y muchas veces inconscientemente es algo que ella no lograba ver. En pocas palabras, se le abrió un mundo para intentar comprender de todo.

En este tiempo ha buscado hablar con algunas personas que están ligadas de un modo u otro a la Fiesta: toreros, ganaderos, periodistas, aficionados, familiares, etc. Lleva su libreta a todos lados, apunta palabras y frases clave en las que en un futuro debe profundizar más. Su ilusión, por ahora, es conocer el campo bravo en plenitud; presiente que será una gran experiencia.

Daniela, como conclusión, da una recomendación clara: «Hay que mantener alerta la curiosidad. Ésta es la que nos abre las puertas de todo y si al momento de conocer la tauromaquia no es de su agrado, pues ya es cuestión de sensibilidades... Curiosidad, respeto y sensibilidad son tres palabras que se deben de tener presentes siempre. El respeto debe ser en todas partes, como aficionados en la plaza, como personas en la calle, a nosotros mismos, a lo que nos gusta y a nuestras tradiciones».

Finalmente, continuó la charla un rato más y posteriormente Daniela se dispuso a conversar con varios actores de la Fiesta que se encontraban reunidos al momento de la entrevista con Por el pitón derecho, incluyendo al propio matador de toros Gerardo Adame, quien más tarde vestiría el terno de luces para su actuación de ese día. Después de todo, Daniela se fue dejándonos un gran mensaje para taurinos y no taurinos, para todos los seres humanos en general, aunque ella tal vez no se haya dado cuenta: Ojalá nunca perdamos la ilusión, la curiosidad y el respeto entre nosotros mismos.

Gracias, Daniela, por permitirte dar esta oportunidad, por charlar tu experiencia a los taurinos, por declararte como tal y bienvenida a este mundo maravilloso. ¡Arte para el alma!

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