Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Decepción santacolomeña
Madrid. Crónica 9ª de la Feria de San Isidro

Decepción santacolomeña

Alejandro Martínez

El aficionado esperaba con expectación el debut con corrida de Flor de Jara en Madrid. Esta ganadería, de origen Santa Coloma vía Buendía, había lidiado importantes y encastadas novilladas en esta misma plaza y ese historial hacía presagiar una buena tarde para los amantes del toro íntegro y con casta. Pero, lamentablemente, no fue el día. Las caras de expectación se acabaron tornando en muestras de aburrimiento y decepción conforme iba avanzando la tarde. Para empezar, la de Flor de Jara no se lidió completa. Quizás por capricho de unos veterinarios obsesionados con el toro grande –ese con seiscientos kilos y muchos pitones–, varios de los animales presentados por Carlos Aragón Cancela fueron rechazados en los reconocimientos previos. Y, al final, se decidió completar el encierro con dos toros de San Martín, también de sangre Santa Coloma. Había empezado mal una historia cuyo final estaba por escribir, pero que tampoco fue el esperado. Precisamente lo que más se anhelaba fue lo que más se echó en falta: casta. Aburridos de infinidad de tardes en las que el toro bobo es el protagonista junto al torero de turno, la presencia de una ganadería como esta garantizaba, a priori, otro tipo de espectáculo en el que la emoción está siempre presente. Toros listos, complicados, bravos, fieros, encastados... Nada de esto habría desentonado. Sin embargo, lo que no estaba en el guión era la mansedumbre, la sosería y la falta de casta. Animales que iban y venían sin decir nada, toros que empujaban sin ganas ni convicción en los caballos. Tan sólo los lidiados en segundo y sexto lugar –uno de la divisa titular y el otro el segundo de los remiendos de San Martín– dieron lugar a mínimas esperanzas. Al menos, ese par de astados tuvieron un puñado de embestidas con cierta transmisión en las que metieron la cara abajo con algo de codicia. Pero fue un espejismo. Tan rápido se consumieron, tan pronto se vinieron abajo y pararon, que no dio tiempo a saborearlo.

Pero eso no fue todo. Encima, los tres matadores que hicieron el paseíllo dieron un recital de desánimo y vulgaridad. Incontables fueron los lances y muletazos que ejecutaron y ninguno para el recuerdo. Entre el silencio y las palmas forzadas se sucedieron las faenas interminables de estos tiempos modernos. Fíjense como sería la cosa que la única ovación auténtica del festejo se la llevó un torero de plata. Fue Fernando Sánchez tras dejar un magnífico par al segundo. Después, tras desmonterarse él y Curro Robles, Miguel Ángel Delgado comenzó una faena de más voluntad que lucimiento, en la que hubo demasiado tirón y trapazo. Salvo una serie de redondos estimables, el resto de las tandas se sucedieron deslavazadas y contaron con momentos de tremendismo en los cambiados por la espalda que parecen ser la nueva moda de la torería andante. Frente al bonito quinto –de estampa fiel a su procedencia–, Delgado aplicó la ley del pegapasismo. Más ausente aún anduvo Fernando Robleño en la primera de sus dos comparecencias en el abono. Torero hecho en las corridas más serias y duras, pasó por Madrid sin pena ni gloria, con dos trasteos que fueron dos trámites. Ambos descastados, su primero salió dormido de chiqueros y no se despertó en toda la lidia, mientras que el ofensivo cuarto, más en Ibarra, tuvo escaso recorrido y una embestida muy deslucida. Más ganas puso el mexicano Diego Silveti. Aseado y voluntarioso, dio muchos pases pero no dijo nada. Su lote, compuesto por un tercero tan noble como soso, y por el mansito sexto, que se aburrió muy pronto, tampoco fue ninguna maravilla.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 9ª de la Feria de San Isidro. Menos de tres cuartos de plaza. Se lidiaron cuatro toros de Flor de Jara, correctos aunque muy desiguales de presencia, sosos y descastados en general; y dos (5º y 6º) de San Martín, correctamente presentados, mansos y descastados.
  • Fernando Robleño: silencio y silencio.
  • Miguel Ángel Delgado: ovación con saludos y silencio.
  • Diego Silveti: silencio y silencio.

 

Sigueme en Twitter Sígueme en Twitter @AlexMartinezzz
Comparte y comenta esta noticia: