Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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El binomio perfecto
El binomio perfecto
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El binomio perfecto
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El binomio perfecto
Crónica Cuenca. 1ª de la Feria de San Julián

El binomio perfecto

Leo Cortijo

Como esos matrimonios que llevan casados años y años y no tienen ninguna fisura en su relación. De esos en los que no hay peleas ni riñas, y todo son arrumacos y buenas caras. Así podríamos definir la relación entre El Juli y los toros de Daniel Ruiz. Un binomio bien avenido que ha dejado tardes memorables en nuestra plaza de toros. Eso sí, desplegando la versión premium de su concepto. Esa peculiar y única manera de entender la Tauromaquia, con tanto temple, hondura y mano baja como retorcimiento y falta de ajuste y pureza en el muletazo. Ahora bien, para gustos... Y al que le guste, lo de ayer lo vería como algo rotundo. Entendible. La acompañó por la puerta grande un Perera predispuesto, que supo aprovechar las bondades de su noblón y suavón segundo. Con su segundo se pegó el arrimón a falta de no tener nada delante. Faltó en la foto Talavante, al que la presidencia negó la segunda oreja al entender que no fue mayoritaria la petición. Sí la cortó en su primero, con muletazos más que notables, con la figura vertical y ofreciendo más verdad.

Convincente saludo capotero de El Juli con el molesto viento de testigo para recibir al que abrió feria, Emperador. Se las vio y se las deseó el madrileño para manejar el percal al dejarlo en la jurisdicción del varilarguero, donde no se empleó en exceso ni se le pegó. Bajó la mano Julián en la primera tanda y vio que no tenía demasiado oponente delante, pues perdía las manos y se iba al suelo a las primeras de cambio. Administró bien los tiempos y las alturas con el descastadito y falto de transmisión burel, que con fijeza tomó el engaño a derechas, pero sin demasiada emoción. La labor al natural no dijo casi nada. Aseado recibo al pobre de cara Lorito, antes de dejarlo en el peto, donde se dejó pegar con un solo pitón. Insustancial paso por banderillas antes del brindis al respetable. Lo gordo estaba por venir. Doblones de inicio para comenzar a cimentar uno de sus faenones de esos cantados a los cuatro vientos por sus partidarios. El estaquillador a 20 centímetros del suelo, temple y hondura, pero también figura retorcida, suerte descargada y muletazo hacia afuera. Poder y mucha inteligencia, pero retorcimiento a más no poder. Todo ante un animal de Daniel Ruiz tremendo para la muleta, entregado y con una calidad enorme para bordar el toreo. El juli se entregó con el arrimón final para abrochar una labor que hizo poner en pie a la gente. Incluso se arrebató con molinetes de rodillas y desplantes efectistas. En su concepto, fue una faena redonda de cabo a rabo. Pero lo dicho, en su concepto.

Miguel Ángel Perera se estiró con el capote, o al menos lo intentó, sin encontrar el lucimiento en el recibo a Escondido, que empujó con la cara arriba, haciendo sonar el estribo y repuchando. Y para colmo se pegó un costalazo al hundir los pitones y dar la voltereta. Inició bien labor sometiendo al animal por abajo, para sacarlo al tercio y dejar dos primeras series a derechas de figura retorcida, pero mano baja y muy templada. El animal de Daniel tomó el engaño con calidad. Tres cuartos de lo mismo a izquierdas, aunque por ese pitón el extremeño adoleció de mayor ajuste y exposición, aunque su labor fue recogida con emoción arriba. Lo mejor llegó cuando el coleta hilvanó dos series con la diestra sin enmendar la planta, ante la obediencia y colaboración de un astado de nota en la muleta por el derecho.  Entre la molesta lluvia que parpadeó durante la tarde, Alcohólico, que hacía quinto, se descordó nada más salir al ruedo. En su lugar salió el montado sobrero  Mensajero, al que Perera recibió de rodillas pegado al olivo, con un farol. Sin picar se fue el feote animal albaceteño, con una inyección para que llegase en plenitud a la muleta. Antes, quitó con variedad por chicuelinas, cordobinas y tafalleras al mansito, que salió desentendido. Cambiados por la espalda y muletazos por alto para iniciar instrumentación. El deslucido burel, con la cara por las nubes, no se entregó en la muleta del torero de Puebla de Prior, que a media altura tuvo que llevar su insulsa embestida, sin emoción ni interés. Acusó para mal el poco (o nulo) castigo en varas. Con semejante saldo delante, alternó ambos pitones sin demasiado eco en los tendidos. Arrimón final, luquesina y circulares para poner el picante que no tenía el toro. Literalmente, se lo comió Perera y la gente acabó entregada al torero.

El más serio del envío, pero mas abanto de salida fue el chorreado Mocito, al que tardó en encelarlo Alejandro Talavante con la capa, pero cuando lo hizo dejó un saludo estético, templado y muy variado, evidenciando clarividencia. Por chicuelinas al paso fue conducido a la jurisdicción del de castoreño, donde se le midió una barbaridad después de un anterior encuentro a la remanguillé nada más salir los jacos al ruedo. Ayudados por alto en los inicios de labor para sacarse al toro a los medios, tanteando a un animal que escarbó y tardeó ante la pañosa del pacense, que no terminó de acoplarse con él a derechas. La labor subió de nota por el izquierdo, con mayor verticalidad y pureza que sus compañeros de terna, pero con todo y con eso, arriba no tuvo peso por la reservona condición del burel, que no terminó de rebosarse en la pañosa. Notable en conjunto el Tala, muy por encima del descastadito oponente. Gran final a pies juntos con naturales soberbios y pasajes interesantes por el derecho. Lucido saludo capotero por verónicas al Niñero que cerró el primer festejo sanjulianero, rematando con una media despaciosa a más no poder. Puyacito y otra vez sin picar el toro, antes de otro vistoso quite de Alejandro, al que se le vio variado y muy entregado con el percal. Tras brindar al público, muletazos de tanteo para ver la disposición del antagonista, no sin antes dejar un cambio de mano espectacular. Pero lo cierto es que en este sexto capítulo ni el torero terminaba de entrar ni el toro de transmitir lo suficiente. Además, hubo más precauciones y menos ajuste que en su primero, y eso se notó arriba. Algún retazo suelto por el pitón derecho, pero poco más. El público, no obstante, quiso reconocer su entrega pidiendo la oreja, pero el presidente entendió que la petición no era para tal y que, además, la faena no era suficiente premio como para eso. Y claro, el torero se pilló un rebote de tres pares de narices, con ostensibles gestos al palco, que se llevó una sonora bronca.

 

  • Plaza de toros de Cuenca. 1ª de la Feria de San Julián. Más de tres cuartos de plaza en tarde parcialmente nublada y con algunas lluvias intermitentes. Se han lidiado seis toros de Daniel Ruiz, uno de ellos como sobrero (5º bis), bien presentados, sin exageraciones y de cómodas caras. Noblones, suavones, descastados y colaboradores en el último tercio en líneas generales. Destacó el gran 4º en la muleta, premiado con la vuelta al ruedo
  • El Juli (verde hoja y oro): ovación con saludos y dos orejas.
  • Miguel Ángel Perera (corinto y oro): oreja tras aviso y oreja.
  • Alejandro Talavante (nazareno y azabache): oreja tras aviso y ovación con saludos con fuerte petición de oreja.
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