Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero
Crónica Madrid. 18ª de la Feria de San Isidro

El 'Cacareo' del gallo en un anárquico gallinero

Darío Juárez

Me desperté sin querer. Creí escuchar el canto de un gallo que floreaba una diana cárdena. Erróneamente acertado, tardé poco en darme cuenta de que era Herrera ahondando en su editorial matutino a través del transistor de la señora Antonia, mi vecina del 3°B. «Hoy regresa Talavante a Las Ventas, al coger la sustitución de su compañero Paco Ureña», decía el periodista almeriense. Abrí la ventana y vi que la tormenta había convertido la pseudo primavera madrileña de un 25 de mayo en un 19 de octubre lúgubre y tétrico para el mercurio de los termómetros y mi todavía adormilado cuerpo. Tenía frío. Quizás mi despertar denotaba un sentimiento subyugado a que era viernes y a que la faena de ayer de El Juli me supo a poco, pese a lo bien que estuvo. El día transcurría sereno, pausado y latente, entre mociones de censura y madridismo de capilla con destino a Kiev. A falta de 15 minutos para las siete, los chubasqueros como protagonistas de esta feria por delante del «¡hay Fanta, CocaCola y agua fría!», cotizaban al alza en una nueva tarde de calabobos de nubes de puro y aguacero desmedido.

Segundo encierro de Núñez del Cuvillo. Armónico, noble y justo de presentación en ciertos casos. Aún así, el más completo en lo que llevamos de ciclo, dejando dos toros de nota como fue Cacareo, al que Talavante desorejó, encumbró y cuajó de una manera sofisticada y personal, elevando a carta cabal –aún más si cabe– el toreo clásico, el bueno, el de verdad... El otro gran toro fue el jabonero sexto. ¡Qué paradoja, si es de Cuvillo! Un toro que, de haberse entregado como mandan los cánones, era de dos orejas. Y claras, además. Con él, López Simón abrió su quinta puerta grande tras cortar una oreja facilona más otra que traía heroicamente del tercero, eclipsando el éxito rotundo de la puerta grande del gallo de Madrid, que con un Cacareo en fa sostenido, embelesó a un gallinero de voces de juerga y gintonic, insultos y descrédito hacia lo que debería de ser un espectáculo único.

Tocaba tirar de fondo de armario. La tarde del 16 había dejado famélico a Alejandro Talavante, interiormente carente de la emoción que no había saciado el miércoles. Madrid no tardó en sacarlo a saludar, denotando señorío por el gesto de torear donando sus honorarios a una asociación extremeña. Las taquillas se habían vestido del causa-efecto talavantino, a falta de mil entradas para colgar otro «No hay billetes». Tras saludar la tarde en el quite por delantales del primero de Bautista, llegó su turno, el momento All Bran de la feria. Recogido, terciado y justísimo para Madrid, apareció Cacareo. Aguantó poco debajo del peto, donde tampoco se le pegó. El primer susto de la tarde tendría la firma de Juan José Trujillo cuando Bautista, al quite, le libró de una anunciada cornada tras dejar un primer par delantero. Tranco y ritmo traía esa embestida enclasada y ennoblecida, que dirimió doblándose por abajo y sacando los primeros muletazos a ras de suelo. La llama se había encendido. Dos primeras series con la mano derecha entrelazando muletazos y rematados con el de pecho tras dos cambios de mano, siendo el de la primera tanda para estudiarlo en los libros de historia. Sus muñecas prodigiosas habían paladeado esa acometida entregada con la que Cacareo se desplazaba. Otras dos por el izquierdo, bajando la mano y limando los pitones con la faja en la primera, y de frente y a pies juntos, cruzándose y buscando constantemente el pitón contrario en esa última serie que remató con el pase del desprecio, levantando Madrid para ir a por la espada. Remató por abajo por el mismo palo que empezó, para dejar una estocada entera, en dos tiempos que hacía caer sin puntilla al Cuvillo. La primera puerta grande de a pie. Ésta ya tenía dueño. Tenía que ser él...

Tras la salida del cuarto, el ruedo se iba convirtiendo poco a poco en arenas movedizas perpetradas por la incesante lluvia. Sin embargo, a Talavante le cabía hacer historia todavía. No fue así cuando apareció el quinto. Un toro que saludó al capote con la cara por la esclavina, llegando a la muleta sin haberse definido en los tercios anteriores. El extremeño ligó tres series probando ambas manos, cantadas por muchos pero a las que le faltó emoción y más entrega. El trabajo estaba hecho, las condiciones no eran las más idóneas y el toro tampoco decía todo lo que llevaba dentro.

Sería injusto caer en el tópico de la comparación con la leyenda del Fénix y el resurgir de sus cenizas si hablamos de López Simón. El de Barajas necesitaba realzar su carrera. Encontrar un rayo de esperanza en una tarde que le pusiera de nuevo en el camino… Sólo que no fue exactamente resurgimiento. Más bien, el darse cuenta de que su tauromaquia plena, la que te hace sentirte torero en plenitud, no se encuentra tan lejos si se sabe cómo buscarla. Por un momento parecía que las dos orejas de Talavante habían desmoralizado al resto de la terna, pero no. A matar o morir se tiró tras haber pinchado al 3º bis de Mayalde y la voltereta con paliza incluida que le había dado tres minutos antes cuando se revolvió por el pitón izquierdo tras un cambio de mano. Antes, inició una faena que empezaba argumentada por el lado derecho y que se quedó indemne de sentido cuando no probó el flanco zurdo. Oreja sugestiva.

A ver quién era el valiente que se atrevía a sugerirle a López Simón suspender el festejo por copiosa e imparable lluvia... Galiano aparecía por chiqueros y Alberto estaba 15 minutos de abrir su quinta puerta grande. Salió del jaco con alegría y buen son, llegando a la muleta exigiendo mucho al matador en los primeros compases. Tres fueron las tandas con la mano derecha, donde el torero buscó y encontró el temple y la ligazón, olvidándose por momentos de la colocación para tirar líneas al hilo del pitón. La cuarta, por el izquierdo, proponía a sus seguidores a tener el pañuelo en la mano, para sacarlo como metiera la espada. Y así fue. Entera, que hizo caer al toro, y con ello el póstumo trofeo que le otorgaba la potestad de salir a hombros con Talavante, eclipsando una tarde de nombre propio como pasó hace dos años con Manzanares y Dalia.

Penúltima tarde para Juan Bautista en esta feria. No es de hoy el que la gente empiece a charlar levantando el tono conversatorio cuando le toca torear al francés. Y es que no es para menos. Un toreo muy técnico pero mudo es lo que hizo con el nobilísimo primero. Un toro con caja, que se movió, que no le hizo un feo y con el que no dijo absolutamente nada. Apatía generalizada en una faena que no tuvo ni tintes buenos ni malos. Al cuarto le sacó algún muletazo bello por el lado derecho, pero obviando la colocación en el cite y en el embroque por el pitón contrario. Saludó una ovación a posteriori, tras su hacer bajo el diluvio.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 18ª de la Feria de San Isidro. Casi lleno (22.636 espectadores) en tarde tormentosa, con lluvia y desapacible. Se lidiaron cinco toros de Núñez del Cuvillo y uno del Conde de Mayalde como sobrero (3° bis), de irregular y desequilibrada presentación. Noble y potable el 1°, con clase y entrega el 2°, manejable y a menos el 3° bis, con movilidad y nobleza el 4°, sin transmisión y sin humillar el 5° y bueno y noble el 6°.
  • Juan Bautista (azul marino y oro): silencio y ovación con saludos.
  • Alejandro Talavante (tabaco y oro): dos orejas y silencio.
  • López Simón (azul rey y oro): oreja y oreja.

 

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