Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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El día que Rafaelillo volvió a nacer
Crónica Pamplona. 9ª de la Feria de San Fermín

El día que Rafaelillo volvió a nacer

Luis Miguel Parrado

Pasado mañana Rafael Rubio Luján seguramente no tendrá fuerzas para soplar las velas que con toda seguridad ya le tendrían preparadas las tres mujeres de su casa. Un hombre bragado en mil batallas ha estado hoy a punto de perder la vida, y no hay más que ver las imágenes de cómo lo ha cogido el cuarto de la tarde para comprobar que no exagero ni un ápice. Yo, la verdad, me asusté muchísimo. No tanto por ver de qué manera lo estampaba literalmente contra la barrera cuando se puso de rodillas para empezar la faena, sino cuando vi cómo los pitones se perdían por debajo de la chaquetilla en una zona tan comprometida. No lo ensartó contra las tablas de milagro, y la lesión de costillas es lo menos que pudo pasar. Rafaelillo, al que no sé cómo siempre toca bailar con la más fea, sorteó esta mañana un tren de mercancías colorado que en Zahariche le sacaba una cuarta por todos lados al siguiente toro más fuerte de la camada. Con esas hechuras era raro que  el gigantón embistiera, y la imagen del murciano delante de él retrotraía 34 años atrás, al día aquel en que Ruiz Miguel se cruzó con otro Miura, este castaño, que se llamaba Estopeño. A base de oficio, jugando con alturas y técnica le fue robando muletazos afanosos y después tuvo el gran mérito de matarlo por arriba, algo que se antojaba imposible vista la alzada de uno y otro.

El cuarto, dicho queda, le echó mano en el primer muletazo, así que se hizo cargo de la lidia Octavio Chacón, al que también se le vino por dentro como un diablo en cuanto se puso por el pitón izquierdo que había cazado a Rafa. Sin embargo por el derecho fue noble, también porque Octavio le hizo las cosas bien y lo llevó siempre tapado en su altura sin dejar que le tocase las telas. Como le pudo, el toro, que embistió todo el tiempo en medias alturas, fue aflojando y sólo el fallo a espadas dejó aquello en silencio. También fue noble, pero descastado, el primero de su lote, que a partir de la segunda tanda empezó a salir de allí como hacen los Santacoloma sin raza, mirando a tierra de nadie y queriéndose desentender. Así, hasta que acabó por rajarse. El que cerraba su lote era un galán con unos pitones impresionantes por su longitud, conformación... y por lo astifinos que eran. A Loreño, que ese era el nombre del pavo, se los fue sacando Chacón uno a uno a base de buen oficio, siempre por el pitón izquierdo. De hecho, cuando quiso probarlo por el otro el toro cambió y ya hubo de echar mano de solvencia para sacarle los últimos. Pero todo lo bueno que había hecho volvió a fastidiarlo con la espada.

Claro, que si de mal uso del estoque hablamos, no hay ejemplo mejor que el del debutante Juan Leal y sus bajonazos. Duele más el que propinó al tercero de la tarde, un gran ejemplar de Miura que tuvo raza, movilidad y un triunfo en sus pitones. No lo logró el francés, que derrochó entrega desde la portagayola de recibo. Pero esa disposición, que hay tardes en las que a veces basta, no es suficiente cuando sale un toro como ese Alfajorito, al que hay que llevar toreado siempre y hasta el final, sobre todo sin dejarlo tocar los tratos. Esas ganas no son completo aval cuando hay que embeber las embestidas y no abrirlas exageradamente para luego tratar de cerrarlas sin llegar a atemperarse. Y, por supuesto, no es de recibo estoquear en el sótano a un animal de tan buen juego que acabó siendo ovacionado por los tendidos. Aún así dio la vuelta al ruedo. También rubricó con bajonazo aún más escandaloso la faena a su segundo, un toro noble por el pitón derecho y falto de raza, que fue viniendo progresivamente a menos y con el que intentó pegarse un arrimón. Pero el cinqueño le echó mano, sólo para advertirle, sin quererlo coger de verdad, como diciéndole «oye, que yo he nacido en Zahariche, y a nosotros nos se nos monta nadie encima».

Aunque al primero de la tarde, ese tranvía colorado de dos pisos,  un tío de Murcia al que le arrastran, acabara cogiéndole el pitón. Ese mismo tío que a partir de hoy ya tiene dos cumpleaños que celebrar, aunque sean con sólo cuarenta y ocho horas de diferencia.

 

  • Pamplona. 9ª y última de la Feria de San Fermín. Lleno en tarde espléndida. Se lidiaron seis toros de Miura, de imponente presencia y juego variado, destacando el gran toro salido en tercer lugar, luego los hubo de muy distinto comportamiento pero todos tuvieron interés. Pesos: 640, 565, 600, 570, 590 y 630 kilos.
  • Rafaelillo (nazareno y oro): Saludos. Fue cogido por el cuarto.
  • Octavio Chacón (blanco y plata con remates negros): Silencio tras aviso, silencio tras aviso y silencio.
  • Juan Leal (grana y oro): Vuelta al ruedo tras aviso y silencio tras aviso.
  • Marco Leal banderilleó con mérito al tercero.

Parte médico de Rafaelillo: Cornada envainada de pronóstico grave en hemitórax izquierdo con enfisema subcutáneo, múltiples fracturas costales, hemotórax, e inestabilidad hemodinámica. Ha sido intervenido en la enfermería de la plaza, procediéndose a realizar una toracotomía exploradora, realizándose reparación de estructuras lesionadas y hemostasia. Se ha colocado tubo de tórax. El paciente ha sido trasladado a complejo hospitalario de Navarra. Pronóstico: grave. Fdo. Dr. Ángel M. Hidalgo.

 

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