Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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El (mal) trago
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Cenicientos. Crónica 2ª de la Feria del Toro

El (mal) trago

Leo Cortijo

Hacer el paseíllo en Cenicientos, -como en todo el Valle del Terror-, no es un plato de buen gusto para ningún torero. De hecho es un (mal) trago que hay que ingerir de la más digna y honrada forma posible. Partiendo de esta base y valorando a los toreros que se anuncian en plazas así (para algunos otros, solo nombrarles Cenicientos ya les genera un dolor de cabeza), hay que matizar una cosa importante. Y es que ese trago puede ser muy malo porque al torero se le note a la legua que su cabeza está en otra parte; o por el contrario, que por lo menos es capaz, y en cierta medida se sobrepone y da la cara. En el primer caso estaría Salvador Cortés, al que se le vio fuera de sí, con una desfachatez y una falta de compromiso alarmante. El bochorno de Pamplona de hace un mes se queda en mantillas al lado de lo que ofreció en este señero pueblo madrileño. Al otro lado de la balanza, y ante toros con más contras que pros, Iván García y, sobre todo, Octavio Chacón, que al menos y para sus condiciones, salvaron el tipo. Dignidad y hombría con lotes complicados. Todo esto en un desafío ganadero muy decepcionante, en el que si Escolar rayó a un nivel muy por debajo de lo que se esperaba, Adelaida Rodríguez ni te cuento. Si los albaserradas no merecieron mayor gloria, los lisardos todavía menos. Hay que destacar también en lo negativo las capeas a las que llegaron a convertirse las lidias durante toda la tarde, así como las escabechinas lamentables en varas.

Buena tarjeta de visita de Iván García en el aseado saludo capotero al serio ejemplar de José Escolar que abrió el desafío ganadero, Confitero, que empujó con empeño, pero con la cara arriba en el único encuentro con el varilarguero, al que la vara se le fue a un sitio indecoroso. Mala lidia y peor tercio de banderillas, todo a la contra del astado. Tras el brindis al público y los muletazos de tanteo, el madrileño  comenzó a instrumentar a derechas una labor que no generó ninguna emoción arriba. Por un lado, por las precauciones tomadas por el coleta, que tardó en meterse en faena y solo ganó en confianza cuando pasó al pitón izquierdo. Y por otro, por la condición reservona del animal. Demasiados altibajos y demasiadas dudas, corroboradas con el mal uso de la espada. Su segundo y primero de los de Adelaida Rodríguez, el mastodóntico Pintado, evitó el lucimiento con el percal perdiéndole terrenos, para después dejarse pegar en sendas varas, suministradas en los terrenos que al pica se le antojaron oportunos. La lidia, común denominador de toda la tarde, fue un descontrol absoluto. El de Móstoles no se acopló con la muleta a la exigente condición del burel, a trallazos, con la cara por las nubes y con un peligro sordo constante. Ante esa papeleta, Iván robó muletazos al natural meritorios, pues no fue nada fácil. A falta de toreo excelso, por lo menos, disposición y ganas.

Sevillano arrancó el percal y afeó el saludo capotero de Octavio Chacón, que sí anduvo acertado en la lidia, destacando la larga cordobesa para dejar al toro en suerte. La labor del picador fue para hacérsela mirar, ya que es muy difícil intentar empeorarla. Pésimo manejo del caballo, feísima colocación de la puya y nula administración del castigo. El escolar se dejó pegar sin más en sendos criminales y contraproducentes puyazos. Firmeza, disposición y mucha serenidad demostró el de Prado del Rey con la pañosa, por encima de la vulgar embestida del albaserrada, que salió desentendido de cada muletazo, como si la cosa no fuese con él. Dispuso por ambos pitones, pero por más empeño que puso la labor no llegó a buen puerto. Optó por las cercanías y meterse entre los pitones en las postrimerías de faena para generar tensión arriba antes de emborronar actuación con el acero, pues sin llegar a hundirlo, el toro se acabó echando. Se apuntó una vuelta al ruedo por su cuenta. Se arrebató y se gustó en el saludo capotero a su segundo, Oculista, un pavo imponente que a más de uno alteró el ritmo cardíaco de salida, al igual que el del castoreño cuando le descabalgó, en un tercio donde no se entregó. Como tampoco en banderillas, y es que las avivadoras las recibió aplomado como un marmolillo en el ruedo. Con la montera calada y la muleta montada, Chacón empezó por sacarlo de las tablas para conducirlo a los medios, e intentar lograr pasajes reseñables. Pero eso fue una empresa casi imposible, y es que el descaste y lo deslucido de su oponente, siempre a la defensiva y a media altura, imposibilitó todo. Así las cosas, su parlamento no llegó a la meta deseada, aunque él volvió a apuntar seriedad y dignidad.

El papel de Escolar en el desafío lo cerró Artillero, el más bajito pero a la par el más ofensivo y rematado de los tres del envío. Una estampa que se desentendió en el peto, donde fue penosamente mal picado. Masacrado, directamente. A todo esto, su matador, Salvador Cortés, cómplice de ello y de la penosa lidia que recibió, las vio venir. Tornay pasó un serio aprieto y a punto estuvo de ser prendido al parear, ante la actitud contemplativa de sus compañeros. El torero sevillano no quiso terminar de verlo claro, un mar de dudas y desconfianza, con más precauciones que otra cosa. Se quiso justificar tanteando los dos pitones del escolar, para intentar (¡qué iluso él!) ahorrarse la bronca del respetable corucho. Pero ni por esas. Bronca y con razón. Dos buenas perchas lució Cálido, el de Adelaida Rodríguez que cerró desafío, de nuevo muy feamente lidiado (mantazo va, mantazo viene) y peor si cabe picado. Lo del picador (sr. Funes), hablemos claro, no se puede hacer peor. Qué lamentable. En la labor muleteril, el de Mairena del Aljarafe anduvo más dispuesto que en su primero (un 1% más, concretamente), cosa que no era difícil. Sin unas ganas pasmosas ni derrochando tampoco una entrega bestial, lo mejor del noblón y manejable burel lo sacó por el pitón derecho, pero eso sí, efímero y apenas sustancial. Su faena fue de más a menos, y en las postrimerías se volvió a ver desconfiado y pasota. Una tremenda falta de compromiso y entrega del andaluz. Viéndole entrar a matar y con el sainete con los aceros, generó vergüenza ajena.

 

  • Plaza de toros de Cenicientos. 2ª de la Feria del Toro. Tres cuartos de plaza en tarde parcialmente nublada pero agradable. Se han lidiado tres toros de José Escolar (1º, 2º y 3º) y otros tres de Adelaida Rodríguez (4º, 5º y 6º), muy bien presentados, con trapío, remate y seriedad. Tardo y reservón el 1º; descastado y de embestida vulgar el 2º; con cierta movilidad el 3º; geniudo y exigente el 4º; reservón y deslucido el 5º; y noble y manejable el 6º.
  • Iván García (nazareno y oro): silencio y silencio tras aviso.
  • Octavio Chacón (marfil y oro): vuelta al ruedo por su cuenta y ovación con saludos.
  • Salvador Cortés (azul rey y oro): pitos y pitos tras aviso.
  • Destacó Francisco Javier Tornay con los palos en el 3º de la tarde.

 

LOS TOROS

1º. Confitero. Nº 14. 3/11. Negro entrepelado. Serio y muy bien presentado. Empujó con empeño, pero con la cara arriba. Fondo encastado, con fijeza, pero tardo y reservón.

2º. Sevillano. Nº 40. 4/11. Negro entrepelado. Se deja pegar en sendos criminales puyazos. Descastado, de vulgar y desentendida embestida.

3º. Artillero. Nº 39. 10/09. Cárdeno bragado. Bajito pero ofensivo y rematado. Muy castigado en varas, donde se desentendió. Llegó aplomado a la muleta, pero aún así, tuvo movilidad sin emoción y pudo haber servido para más si el coleta hubiese querido.

4º. Pintado. Nº 30. 3/11. Negro. Mastodóntico, un tanque que se dejó pegar sin gracia en el peto en dos puyazos. Geniudo y exigente. Trallazos, cara arriba y peligro sordo. Papeleta complicada.

5º. Oculista. Nº 2. 10/10. Negro. Un pavo imponente. No se entregó en varas. Descaste infumable, soso, reservón y deslucido.

6º. Cálido. Nº 39. Un tanque. Lamentable tercio de varas, en lo poco que se le dio, cumplió. Noblón, manejable que se dejó.

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