Por el piton derecho
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El saber que Triana esperará
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El saber que Triana esperará
Crónica Sevilla. 8ª de la Feria de Abril

El saber que Triana esperará

Darío Juárez

La mañana se paraba en la estación de la discrepancia. Dudas no existían, únicamente opiniones. El eco del indulto de El Juli a Orgullito fue el punto de partida de un día en el que el ¿histórico? acontecimiento seguía calando las localidades de los aficionados en sus tendidos de Twitter. Los corrillos que se agolpaban en los aledaños de la Maestranza al comienzo de la tarde seguían eclipsados de triunfo, mientras que del hotel salía otro cartel de relumbrón y taquilla, con rumbo a la calle Iris. Después de lo visto ayer, la tarde no debía de caer en saco roto. Y en el conjunto, no decepcionó. Es más, son tardes en las que cabría ponerles peros, como el dispar juego de un desigual encierro de Núñez del Cuvillo. Sin embargo, cuando un binomio en elegía se conjuga, bovem-homine, y la fuente de la eterna sabiduría mana, ahí no hay teorías. Sólo existe el toreo eterno, el bueno, el más difícil y el que consigue poner de acuerdo a casi todos los aficionados. Manzanares desglosaba con estética y pulso una actuación superlativa, cortando dos orejas del segundo de la tarde. A Talavante el presidente le negó la segunda tras una obra de coleccionista, connotada particularmente con la mano izquierda. Castella se estrelló una tarde más con un lote manejable y de poca casta. No se abrió la Puerta del Príncipe. No cuajó el momento. Pero todo se vuelve remanso al saber que Triana esperará...

Bien sabía Rafael de Paula que torear despacio era la eternidad. Que marcar el tiempo y los caminos al toro es lo que hace sentirse en plenitud. José María Manzanares replicaba el  triunfo de El Juli con una obra de arte de altos vuelos al segundo. Es posible que estemos ante la faena de la feria, por su composición, por el tratamiento pulcro y la cadencia que transmitieron cada uno de los compases donde se rompió con Encendido. Un superclase de Cuvillo que pidió los vuelos desde el saludo capotero que José Mari le reprodujo. Un castigo inexistente en el caballo hizo presagiar una duración prolongada en la muleta. Venía un poquito dormido tras el quite y en banderillas ya realzó el vuelo. Empezó este maridaje del tercio a los medios llevándolo a media altura. Allí, dos series con la mano derecha con cambios de mano de ensueño y pases de pecho infinitos hacían vibrar a los tendidos maestrantes. Con la izquierda, Encendido seguía embistiendo con tal de lucrarse de ese paño rojo que sólo empujaba con ese fondo tan exuberante que poseía. En la cuarta y quinta tanda se le coló hasta en dos ocasiones, saliendo indemne de ellas. Estocada en la yema recibiendo y dos orejas. Con el quinto pecó de cuidadoso y del empeño que puso queriéndose sobreponer a un inválido, pudiendo haber echado abajo los capotes y haciendo más entendible si cabe para el presidente el tener que sacar los bueyes ante una indudable falta de fuerzas. Nunca sabremos qué tendría el sobrero. En la muleta, al alicantino se le pudo ver un tanto acomodado en una faena que dijo muy poco.

Con tres compromisos en este serial, Alejandro Talavante no había calado hondo en la afición de Sevilla hasta el momento y el jugarse la última tarde a una carta era de esperar. Primero porque es Talavante. Un torero irregular para muchos, con tardes entre dos aguas y categórico e indiscutible para otros tantos. Sin embargo, cuando la fuente de la inteligencia y la capacidad emocional mana descontrolada derrochando verdad, no hay un mar que no se inunde de ella. Y segundo, porque el toreo fundamental hecho al natural dinamitando en dos a la cadera, es altamente cognitivo y con la desgracia para los aficionados de verlo muy poco a menudo. Así fue en dos series de ensueño, vaciando atrás y con la mano en los infiernos. Venía crudo del caballo. El final por arrucinas punteadas y unas manoletinas con el compás abierto ejerciendo el peso sobre el pecho, fueron las que hicieron abrir la boca al castaño y entregarse al extremeño. La estocada, yendo detrás de la espada y atracándose de toro, hizo que fuera golpeado fuertemente en el pecho por el testuz del cornúpeta. Estocada casi entera y oreja a vida o muerte con la petición fuerte de la segunda que el presidente no concedió. Con el sexto burraco no quiso alargar una faena a un animal sin clase que levantaba la cara por encima del estaquillador y del que se libró de la cornada Valentín Luján tras el tercio de rehiletes gracias al capote de Castella.

Sebastián Castella se dejó ver con el capote en el primero que le protestó una faena sosa y muy larga. Fue un animal sin clase que sí se movió pero no dijo nada en claro. El cuarto fue un toro que se fue diluyendo poco a poco. El de Béziers estuvo firme pasando del éxtasis al silencio de un arrimón sin tierra a la vista.

 

  • Sevilla. Real Maestranza de Caballería. 8ª de la Feria de Abril. Cartel de «No hay billetes» en tarde soleada y agradable. Se lidiaron seis toros de Núñez del Cuvillo, de correcta presentación y poco ofensivos. Defensivo el 1°, enclasado y poderoso el 2°, bueno el 3°, muy a menos el 4°, inválido el 5° y correoso el 6°.
  • Sebastián Castella (azul marino y oro): silencio tras aviso y ovación con saludos tras aviso.
  • José María Manzanares (sangre de toro y oro): dos orejas y ovación con saludos.
  • Alejandro Talavante (negro y oro): oreja tras fuerte petición de la segunda y silencio tras aviso.

 

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