Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
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El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental
ALBACETE. 4ª de la FERIA DE LA VIRGEN DE LOS LLANOS

El 'todopoderoso' Julián, petardo monumental

Alejandro Martínez

Era su día. La primera de sus dos tardes en el abono. Encima, el destino quiso que Alejandro Talavante se lesionara y causara baja del cartel. Todo el mundo le esperaba. Por fin, un año más, llegaba a Albacete el todopoderoso, el mandón del toreo, una figura de época. Su nombre: Julián López “El Juli”. Sí, el considerado por muchos como un torero inconmensurable, un auténtico portento de la naturaleza; hacía la gesta de estoquear, él solito, cuatro toros de una ganadería temible por su trapío, casta y exigencia. Hierro, además, apenas conocido por este genio del toreo. Su nombre: Garcigrande-Domingo Hernández.

Fíjense ustedes si conoce poco el comportamiento de esta divisa Don Julián que esta temporada, de las veintinueve corridas que ha toreado, catorce han pertenecido a la vacada salmantina. Sí, casi el cincuenta por ciento. Y este, señores, es un dato objetivo. Pues bien, pese a tener todo a su favor –su ganadería de cabecera, un público fácil y palmero de las figuras, y un palco nefasto y triunfalista–, “El Juli” no consiguió cortar ni una sola oreja. Pero, como los trofeos no son lo más importante, diré algo más significativo. Con todos los elementos dispuestos para haber triunfado a lo grande, el de Velilla pegó un petardo que resonó en el rincón más recóndito de la Mancha.

Vulgar, trapacero, ventajista, tosco, acelerado… anduvo a la deriva y encima dio un auténtico mitin con la espada. Vamos, una verdadera lección de figura del toreo. Tan sólo ante el manejable tercero, un mansito noble con las fuerzas justas que solía salir distraído, pudo dejar constancia de su particular tauromaquia. Muy por abajo, siempre despidiendo al toro hacía la lejanía y con la suerte descargada, fue haciéndose con el animal de Justo Hernández hasta que la plaza estalló de júbilo. ¡Ahí estaba el salvador! A base de trallazos, logró dominar a la fiera y si llega a meter la espada medio decentemente seguro le habrían dado las dos orejas. Pero no, lamentablemente, se le fue la mano y dejó un bajonazo traserísimo. Cómo sería de infame el espadazo, que, después, apenas le ovacionaron. ¡Y esa faena fue la mejor! El resto, un recital de trapazos. Ante el segundo, una borrica que no transmitía nada y a la cual trasteó a base de tirones, ni siquiera conectó con la parroquia. Tras un pinchazo y otro bajonazo trasero, escuchó un silencio sepulcral. ¿Y con los otros dos? Pues más de lo mismo. Con una pierna en La Roda y otra en La Gineta, fue incapaz de someter a los dos animalillos que le correspondieron en quinto y sexto lugar. El primero de ellos, el quinto, fue un manso que se movió sin clase y pegando saltos, y al que no se picó nada. Se fue el de Garcigrande de improvisto al caballo que guardaba la puerta y cuando sintió el hierro en su costado, salió despavorido. Aunque el toro no sangró ni para un análisis, Julián pidió el cambio. Y se preguntarán ustedes: ¿El señor Coy cambió el tercio incumpliendo una vez más el reglamento? La duda ofende. Por último, con el que cerró plaza, de nuevo se mostró incapaz ante un astado sin casta ni clase y terminó abreviando ante el enfado general. Antes, al comienzo del trasteo, la fiera de Domingo Hernández le llegó a desarmar. Y no una, ¡dos veces!

¡Qué petardo!

Como telonero de este particular mano a pata, actuó Diego Ventura. El rejoneador hispano luso, que paseó el único trofeo de la tarde, mostró su mejor versión ante el primero. El de Capea, noble y con movilidad, aunque soso, permitió a Ventura brillar montando al soberbio “Nazarí”. Con este valiente caballo torero, dejó tres banderillas, la primera de ellas sobresaliente. Muy cerrado en tablas, arriesgando una barbaridad, dejó el palo en todo lo alto tras ejecutar la suerte con ajuste y pureza. Antes, a dos pistas, había templado al de San Pelayo llevándolo muy cosido a la montura. Tras el carrusel de cortas sobre el albino “Remate”, dejó un rejonazo bajo y muy trasero que no fue inconveniente para que el señor presidente concediera el apéndice. Por cierto, con petición minoritaria. Frente al manso cuarto, anduvo menos acertado y se abrió en demasía a la hora del embroque. Pese a todo, brilló en un arriesgado quiebro que ejecutó sobre “Milagro”. De nuevo falló con el acero y, esta vez, todo quedó en una ovación.

 

  • Plaza de toros de Albacete. 4ª Feria de la Virgen de los Llanos. Casi lleno. Se lidiaron dos toros de San Pelayo para rejones, correctos de presentación y reglamentariamente despuntados (el 1º soso aunque con movilidad y el 4º manso); y cuatro para la lidia a pie de Garcigrande y Domingo Hernández, justos de presentación, mansos, nobles, deslucidos y descastados.
  • Diego Ventura: oreja y ovación con saludos.
  • El Juli: silencio, ovación con saludos, silencio y silencio.

 

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