Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Entre la UCI y la sala de curas
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Crónica Sevilla. 11ª de la Feria de Abril

Entre la UCI y la sala de curas

Darío Juárez

Nueva tarde de lleno en la antepenúltima de la Feria de Abril. Pasadas las seis de la tarde empezaban a llegar los tres equipos médicos que componían el cuadrante de guardias de este viernes en el coso del Baratillo. Doctores, anestesistas y opositores del MIR paliaban con medicina alternativa una corrida de Juan Pedro Domecq con diagnóstico grave. El descaste, la falta de fondo y la invalidez fueron los síntomas que evidenciaron los de Lo Álvaro durante prácticamente todo el festejo. La sala de curas se desbordaba ante tal absorta necesidad de tapar superficialmente las minusvalías que se iban sucediendo. Manzanares cortó una oreja del segundo tras una actuación en dos partes, templada y rematada con una soberbia estocada en los gavilanes. Ponce se estrelló contra un lote mansote y vacío que se quedó en el tercio, mientras que un Ginés voluntarioso tampoco pudo rayar más allá de lo que le permitieron sus cuatro toros, ya que dos fueron devueltos camino de la unidad de cuidados paliativos esperando sus últimos minutos.

José María Manzanares regresaba tras el triunfo cosechado hace tres días. Relajó sus nervios con Manzanilla, ese colorado de hechuras preciosas que cerraba la cara y que fue el único destacable de toda la tarde. Noble de condición, acudió alegre y de largo al caballo de Paco María, donde su castigo fue medido. Tras saludar Suso con los palos, el alicantino empezó a tantear una obra de anestesista intercalada y compartida entre las dos muñecas, refrendada con una serie por el pitón izquierdo cargada de enjundia y belleza, y con finales destacados como los pases de pecho infinitos. La siguiente por ese flanco ya no fue igual de intensa tras un previo desarme. El final, de nuevo a diestras, fue lo más destacable por ser la serie donde más le obligó obteniendo respuesta. Mención aparte merece el espectacular espadazo. Una suerte en la que no tiene, hoy por hoy, parangón. El quinto fue un toro bajo y armónico con el que no se pudo afianzar. Mal picado por Chocolate, llegó a la muleta endeble y sin humillar. Tampoco lo quiso apretar, siendo una actuación sin emoción ni calado.

Lo más importante para un joven aspirante es aprender y estar al lado de los mejores. Pero hay veces que jugando ese papel la suerte juega el contrario, ya que la mayoría de las veces las figuras piden el toro que hoy hemos visto. Ginés Marín se presentaba a las oposiciones del MIR, valiéndole hasta cuatro fallos para aprobar. El tercero fue un animal tocado que se dejó de salida en el capote. Derribó al padre del cuerpo, Guillermo Marín, llegando a la muleta repartiendo esa nobleza que traía denotada y viniéndose cada vez más a menos. Tras el brindis a Sergio Ramos, Marín buscó permanentemente la colocación para intentar profundizar los muletazos llevándolos atrás. Sin embargo, no hubo manera. Proeza cada vez se paraba más, incluso a mitad del embroque, donde el extremeño le aguantó esos parones de inexpresión. Enfrontilado por el izquierdo, tampoco obtuvo respuesta. Jaguar era el nombre del sexto, pero resultó ser un lindo gatito. Su invalidez hizo enseñar el sedoso verde a Pepe Luque para dar salida al primer sobrero de la misma ganadería. Del mismo modo que su hermano, este vareado suplente acusó esa preocupante falta de fuerzas y también fue condenado a abandonar el ruedo con los bueyes. Apareció un último sobrero, también con el hierro del Duque de Veragua, con el que Ginés se vio obligado a abreviar. No colaboró, se acusó en tablas y no quiso decir nada.

El doctor Enrique Ponce, reconocido por sí mismo por ser un torero que proporciona medicina con el temple, se topó con un lote prácticamente gemelo. El primero fue un toro largo, alto, que cantó su descaste en el capote, con una salida dulzona y sin querer quedarse en los vuelos. Perdió las manos antes de entrar al caballo, donde no se le castigó. Dibujante le pidió que no le sacara más allá de las rayas porque no iba dar más de sí. Una tirita por aquí, unas gasas por allá e hilo para intentar atraer la embestida plomiza de la que no sacó tajada. El cuarto fue un animal recogido, con un pitón izquierdo muy sospechoso y al que no se le picó. De nuevo, se obvió el tercio donde se mide la bravura. Pero dime qué bravura iba a haber ahí... Vacío y descastado fue el último animal para el de Chiva en la feria, que sólo empujó en una segunda serie con la derecha donde no le quiso apretar.

 

  • Sevilla. Rea Maestranza de Caballería. 11ª de la Feria de Abril. Cartel de «No hay billetes» en tarde de nubes y claros con rachas de viento. Se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, de irregular presentación. Se devolvieron el 6° y el 6° bis por dos sobreros del mismo hierro. Descastado y vacío el 1°, noble y humillador el 2°, muy venido a menos el 3°, cobarde y obsoleto el 4°, sin transmisión ni fondo el 5° y descastado sin nada el 6° tris.
  • Enrique Ponce (purísima y oro): silencio tras aviso y ovación con saludos tras aviso.
  • José María Manzanares (nazareno y oro): oreja y silencio tras aviso.
  • Ginés Marín (celeste y oro): ovación con saludos y palmas.
  • Jesús González Suso saludó una ovación tras parear al 2º.

 

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