Por el piton derecho
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Fieles a un estilo
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Albacete. 9ª Feria de la Virgen de los Llanos

Fieles a un estilo

Alejandro Martínez

Se va terminando la feria y los ánimos comienzan a decaer. Mañana, a estas horas, se habrán cerrado las puertas de la plaza de toros de Albacete y tocará despedirse hasta el año que viene. ¡Cuánto echaremos de menos estas tardes de toros plagadas de exigencia y rigor en nuestra querida “Chata”!, ¿cómo soportaremos esos largos días de invierno sin esas encastadas y fieras embestidas de los juanpedros? Sólo de pensarlo me vengo abajo. Pues eso, que tendremos que esperar otro año para volver a disfrutar de esos animales que erizan el bello con su emotiva forma de embestir. Lógicamente, por si a alguno le cabía alguna duda, no estoy hablando en serio. Y es que Juan Pedro Domecq, ese que para algunos ha sido el artífice del toro del futuro, y para otros no es más que uno de los grandes culpables de la profunda crisis que vive la Fiesta, regresó a Albacete, esa plaza en la que ha propiciado innumerables tardes de gloria.

Sí, como esa en la que tuvo que presentar hasta diecinueve toros para que se aprobaran cuatro o cinco bichejos indignos y Morante se cayera del cartel. Por ejemplo. Pues, debido a esos grandes méritos, volvió Juan Pedro y fue fiel asimismo. Presentó cuatro astados que se taparon por la cara por sus serias y ofensivas cabezas, y que después aburrieron hasta a las ovejas. Fue un desfile de ejemplares que deambularon entre la invalidez de segundo y tercero, y la nobleza sosa y descastada de quinto y sexto. ¡Qué emoción! Pero ya sabemos, eso es lo que les gusta a las figuras y a muchos de esos nuevos aficionados que prefieren la colaboración del toro “artista”, a la dura prueba de enfrentarse a un toro bravo de verdad. Dos fiestas, dos tauromaquias, dos estilos.

También regresó Enrique Ponce a Albacete, una de sus plazas talismán. Y el de Chiva también fue fiel a su estilo. Enrique anduvo sobrado, aseado y templado, primero ante un inválido sobrero de El Torreón, y después ante un noble, pero soso y descastado ejemplar de la divisa titular. Por cierto, que el flojísimo astado propiedad del maestro César Rincón salió para sustituir a otro igual de inválido de Juan Pedro que fue devuelto en el tercio de banderillas porque el exigente y sabio presidente era el único que a esas alturas no se había dado cuenta de la incapacidad del astado para la lidia. Por otra parte, Ponce nos volvió a deleitar con ese toreo periférico y de nulo ajuste, que entusiasma a algunos, e indigna a otros. Es de sobra conocido el incomparable currículum de una de las figuras más importantes de las últimas décadas. También es indudable su capacidad, sabiduría, técnica privilegiada, y el valor que ha demostrado muchas tardes. Lo que pasa es que Enrique Ponce es un maestro de lo bueno, pero también de lo malo. Nadie como él para saber tapar y lucir dos trasteos en los que nunca bajó la mano (en parte obligado por la condición de sus “enemigos”) y en los que toreó siempre al hilo y con el pico de la muleta. Pero Ponce es tan elegante, lo hace todo tan bonito, que tras pasarse diez minutos dando muletazos a un borrego de Juan Pedro, le dieron una oreja. Y, ojo, que a punto estuvo de caer la segunda. Todo tras una estocada defectuosa de la que salió dolorido.

Alejandro Talavante estaba anunciado a pie junto a Ponce en este invento de las mixtas, pero el extremeño no hizo el paseíllo. Convaleciente tras cortarse varios tendones de una de sus manos hace pocos días, le sustituyó una de las grandes ausencias iniciales del abono: Iván Fandiño. El de Orduña llegó a una de las plazas que se le resisten y tras su tarde no podrá decir que Albacete ya es suya. Poco más que justificarse pudo ante un lote de escasas opciones, no sólo para el lucimiento, sino sobre todo de cara al tendido. El que hizo tercero fue un noble y enclasado animal del hierro de Veragua que tras encelarse en el caballo llegó al último tercio con calidad, pero la fortaleza bajo mínimos. Para que no se cayera, Iván anduvo templado y le perdió continuamente pasos con el objetivo de darle distancia. Con la mano izquierda firmó algunos naturales de buen trazo, pero cada vez que intentó bajar la mano y apretar, el toro se afligió y perdió las suyas. En sexto lugar saltó al ruedo otro de Juan Pedro serio y ofensivo por delante que se movió de forma muy deslucida y con el que Fandiño tampoco pudo brillar. Esperemos que recapacite y vuelva la senda de torero comprometido con la Fiesta y el aficionado, que se anuncia con todo tipo de encastes, pensando únicamente en llegar a ser el número uno. Mientras se siga anunciando con corridas como la de hoy, no dejará de ser uno más.

Y abriendo cartel actuó un Diego Ventura que, a la postre, fue el triunfador del festejo. También fiel a su estilo, logró cortar las dos orejas del cuarto gracias la generosidad de un presidente ya nominado al más orejero de la temporada. Es verdad que el jinete hispano-luso anduvo a buen nivel toda la tarde, pero su segunda labor habría quedado justamente recompensada con un trofeo. En ese segundo de su lote, un feo e impresentable animal de Capea, consiguió emocionar a los tendidos en dos quiebros verdaderamente ajustados y comprometidos sobre Milagro. Ya sobre Remate, tras el carrusel de cortas al violín y un rejón de muerte colocado en buen sitio, la gente sacó los pañuelos y el señor presidente se apresuró también a sacar a los suyos. Por su dureza y exigencia, ya se comienza a conocer a este usía como el John Wayne de La Mancha. Ante el primero, Ventura, brilló especialmente montando a dos pistas a Nazarí, todo un espectáculo. Arriesgó y templó, pero sin embargo en este no anduvo acertado con el rejón de muerte y eso le dejó sin premio.

 

  • Plaza de toros de Albacete. 9ª de la Feria en honor a la Virgen de los Llanos. Con casi lleno, se lidiaron tres toros de Juan Pedro Domecq, serios por delante, pero de poco remate por detrás, y de noble pero flojo y descastado juego; uno (2º bis) de El Torreón, bien presentado y tan noble como blando; uno (1º) de Los Espartales, alto, feo y mansito; y uno (4º) de Carmen Lorenzo, feo e impresentable y noble.
  • Diego Ventura: ovación y dos orejas.
  • Enrique Ponce (purísima y oro): palmas y oreja tras aviso.
  • Iván Fandiño (teja y oro): silencio en ambos.

 

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