Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Garrido le pide una cita a la luna de Valencia
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Garrido le pide una cita a la luna de Valencia
Garrido le pide una cita a la luna de Valencia
Crónica Valencia. 6ª de la Feria de Fallas

Garrido le pide una cita a la luna de Valencia

Darío Juárez

Es probable que cada uno de los aficionados que han salido hoy de la plaza de Valencia lo hicieran con el mismo sentimiento que un antepasado tras una ponencia de Schopenhauer cuando a principios del XIX sostuvo que mediante la introspección era posible acceder al conocimiento esencial del yo. O, por qué no, una sobremesa en el silencio del Café Gijón del Madrid de la posguerra, cuando Gerardo Diego tipificaba renglones en la tertulia de los poetas de tres a seis. Fugaz y con retraso hasta que llegó, pero debió de ser así. Ese momento cuando Garrido paladeó su ortodoxa tauromaquia, efímera y llena de emociones cuando le arrancaba una oreja de ley, pudiendo ser dos, al toro escoba, yéndose de Valencia pidiéndole una cita a su luna. Luque intentó maniobrar como pudo una tarde que le tenía que valer para volverse a encontrar en plenitud y que cumplió aseadamente, mientras que Bautista y su subestimada tauromaquia, ponían por delante la técnica antes que el someter y mandar sobre dos animales que pidieron otras lidias totalmente distintas. De nuevo, el baile en los corrales se hacía patente después de que Ricardo Gallardo trajera otro ramillete de animales para sustituir a los enviados en primera instancia. Segundo día consecutivo. Y mañana llegan las figuras... Que Dios nos pille confesados.

Un cortijo –y no me refiero a un pariente de nuestro director– es lo que tenía el pitón izquierdo de Vivero cuando se encontró en los raíles del tercio con José Garrido. Una endogamia recíproca que pocos saben sobrellevar. Directa, palpando en la muñeca una entrega de confines abiertos que se divisaban desde las andanadas. La mano de los billetes hoy no se ponía para cobrar, sólo se bajaba, se dejaba en la agonía de los infiernos y barriendo la arena por debajo de las palas, fecundaba la eternidad de los naturales. Pronto, vivaz y con embestida emotiva cual virtuoso. Estocada entera y orejón de peso con fuerte petición de la segunda que el palco no concedió. Si está llena la plaza, se comen al presidente. El tercero, por el contrario, fue un toro al que había que hacerle las cosas medidas, y fue ahí donde Garrido pospuso la belleza del clasicismo a la técnica. Una faena corriente y de intentar hasta el final.

Tras dos años en el dique seco en esta plaza, Daniel Luque volvía a Valencia. Una tarde para refrendar el final de la pasada temporada, pudiendo hacerlo en la corrida homenaje a Victorino en Vistalegre y que no fue así. Para abrir boca, por la manga de chiqueros apareció un segundo castaño, bien hecho, con cuello y con los pitones por delante. Se orientó mucho en los primeros tercios llegando a la muleta de Daniel sin franqueza. Había que mandar sin dudar, ordenar la faena y poderlo como así se lo hizo saber desde el inicio por abajo. No era un gran toro pero sí de apostar con él para jugarte los contratos. La espada fue errática y tras ello saludó una ovación. Al quinto lo pasaportó tras un parlamento extenso de muletazos y desentendido de la embestida reacia y sin clarividencia que tenía el toro.

Nada dijo Juan Bautista en otra tarde en su haber, del montón. Pero del montón malo. De primeras se puso de frente a un tren. Un castaño de 600 kilos que fue pronto hasta el punto de no hacer falta citarlo, moviéndose sin clase durante toda la lidia pero con excelsa nobleza. El francés quiso medir los muletazos a media altura sin intimar con el toro, hasta que se dio cuenta, por fin, en la cuarta tanda, de que la mano hay que bajarla para saber si el toro puede. Tarde, lo suyo fue el antagonismo del pronto y en la mano. El cuarto fue un toro que daba las buenas tardes a las banderas levantando la cara. Era difícil, sí, pero no quiso ni supo dar con la tecla que le aliviara para sentirse más cómodo. Sin fe y con penitencia, entró a matar pinchando hasta en dos ocasiones.

 

  • Plaza de toros de Valencia. 6ª de la Feria de Fallas. Media entrada en tarde apacible. Se lidiaron seis toros de Fuente Ymbro, de irregular presentación. Basto y noble el 1°, de mando y orientado el 2°, pegajoso el 3°, derrotero y difícil el 4°, sin transmisión ni celo el 5° y excelente y enclasado el 6° por el izquierdo.
  • Juan Bautista (azul marino y oro): silencio tras aviso y silencio.
  • Daniel Luque (tabaco y oro): ovación con saludos y silencio.
  • José Garrido (verde botella y oro): silencio tras aviso y oreja tras aviso y petición de la segunda.

 

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