Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Hablando en plata, soñando en oro
OPINIÓN. Pablo Aguado-Roca Rey

Hablando en plata, soñando en oro

Darío Juárez

Llegó tarde, como de costumbre. A footing por la explanada le dio las buenas tardes a la Puerta Grande, hasta llegar al patio de cuadrillas para liarse el capote y salir a hacer el paseíllo. Allí ya le esperaban 24.000 almas. Y todos a cubierto. El tsunami ya estaba allí.

No le busquen pellizco, que no lo tiene. Ni lo va a tener. Ahora bien, la técnica más poderosa, el valor más férreo, la capacidad incontestable de una suerte suprema siempre en corto, por derecho y saliendo tras el acero, son todos los nutrientes que han alimentado la fragua de una figura del toreo que este miércoles se consagró definitivamente en Madrid.

Cuatro días antes, Cupido se pasó por Las Ventas como el mejor de los rompecorazones para enamorar a Madrid. El toreo, señores, no hay más. Ese día no apareció con peluca rizada ni en su costado portaba el arco y las flechas de corazones, sino con la muleta, las muñecas y esa cosa que yo que sé qué, que nos tiene locos, se hizo pasar por un tal Pablo Aguado.

Ya venían las voces de Sevilla. Un chaval había abierto la Puerta del Príncipe en presencia de su rey: Morante, evidentemente. “Ojo, que le ha movío la silla, que este chico sabe torear Manué”. Qué fuente de grandiosidades todo aquello, y ya no por el triunfo. ¡Morante a revientacalderas! ¡Y matando por arriba! ¡¿Qué está pasando?! Esto es el toreo.

Pues por fortuna estamos viviendo algo digno de disfrutar, creo yo. Cientos, miles, millones de veces se nos ha llenado la boca, con toda la razón del mundo, por echar en falta un relevo generacional para las figuras. No se veía. O todo el mundo creía que se iba a acabar todo en Roca Rey. Un pensamiento desolador, sin duda. Pero, visto lo de hoy y lo que se vivió el sábado, ¿quién duda de que ambos son necesarios?

Quieren mandar. Y han venido a ello. Cada uno por su palo, cada uno con sus armas. Los messis, los cristianos. La constancia, lo innato. Lo único claro es que ambos, en este San Isidro, ya han hablado en plata y están soñando en oro. Es un grave error el alabar a uno para desmerecer al otro. Porque la feria, después del paso de la estos dos titanes, a muchos les pesará.

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