Por el piton derecho
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José Tomás... una vez más
OPINIÓN. La enésima reaparición del torero

José Tomás... una vez más

Luis Miguel Parrado

Anda todo -o casi todo- el mundo revolucionado con la historia de la enésima reaparición de José Tomás, que este año toca mañana en Granada. Los hosteleros, felices; los restauradores, más todavía; y el empresario por encima de todos, sabiendo el caché que le da y que además le ha tocado la lotería, porque en una feria donde el año pasado con Morante, Manzanares y Talavante apenas hubo dos tercios pelones de plaza, ayer casi pone el 'No hay billetes' con José Garrido, Joaquín Galdós y David de Miranda en el cartel. Vamos, que lo hubiese colgado de no fallar el cogido Pablo Aguado.

Queda claro que los humanos, y sobre todo los taurinos, somos gentes de modas, de según por dónde nos dé. Antes de proseguir debo confesar que quien firma estas líneas considera a José Tomás un torero extraordinario, pero lo de la expectación que crea, sinceramente, pienso que se va de madre desde hace mucho tiempo. Debo ser un bicho raro, pero lo de mañana en Granada no es algo que me vuelva loco ni mucho menos, porque tampoco le doy más importancia de la que creo tiene, y para mí no pasa de ser la aparición estelar que cada año hace un torero que en la madurez de su carrera no quiere afrontar mayores retos y cuando aparece por las plazas lo hace cada vez con mayor comodidad.

De hecho, me parece hasta poco correcto que el personal vaya mañana a Granada predispuesto a aplaudirlo absolutamente todo, entre otras cosas porque hay que justificar el pastizal gastado para poder estar allí y fardar de haber estado en el acontecimiento taurino-chic del año, y muchos de esos sean de los que después se dedican a sacar las uñas con toreros que sí asumen el peso y la responsabilidad de una temporada que empieza en marzo y termina en octubre, pasando por puertos de montaña con toros tan serios como los que salen en Madrid, Pamplona, Bilbao o Zaragoza, y por treinta viajes de punta a punta del mapa cuando llega agosto.

Todo lo demás, repito que para mí, no pasa de ser una mera anécdota. Y lo dice alguien que considera las dos tardes de José Tomás en Las Ventas allá por junio de 2008 los momentos cumbre que como aficionado ha tenido oportunidad de vivir en una plaza. Y lo escribe alguien que también ha tenido oportunidad hasta de verlo tentar en el campo en esta última época. Aún recuerdo las palabras de aquel ganadero, uno de los pocos que no cierran cancelas, rara avis, porque cuando el de Galapagar aparece por el campo los hay que hasta mutan su personalidad, y transfiguran del ser amable habitual a persona díscola que se vuelve huidiza y larga incluso a los noveles que siempre tuvieron sitio en su tapia con tal de no importunar al divo. Este otro, que es un ganadero sensato y de esos que manda en su casa, me avisó así: “Luis Miguel, vente mañana a las once, que va a tentar dios aquí”. Y yo le respondí: “Me parece que tú y yo tenemos distinta religión”. Por supuesto fui, y aunque aquello fue un placer para los sentidos, tampoco resultó una experiencia orgásmica ni mucho menos.

Sinceramente, y así lo dije en el pregón de la feria taurina del Corpus (muchas gracias por todo, Granada, una vez más) lo que de verdad me parece importante de la presencia estelar de José Tomás en Granada es que, gracias a ella, ha habido tres novilladas sin caballos donde los chavales han toreado en categoría (lo cuento de primera mano porque estuve en una de ellas) y que el domingo habrá una picada, algo que ya llevaba muchos años sin ocurrir en el Corpus. Lo demás me da bastante más igual, así que llegados a este punto... que embistan mucho los toros, que se corten muchos rabos e indulten alguno si es menester, porque así disfrutarán aquellos que han movido Roma con Santiago para estar en la feria de una ciudad que hasta ayer sólo conocían por fotos, y sólo de esa manera podrán justificar el gasto esos otros que se han dejado una leña para poder acceder a un evento tan vip.

Yo no iré, y no precisamente por falta de oportunidades para conseguir un boleto sino porque, entre otros motivos, con el José Tomás que yo quiero quedarme es con aquel que mandó en la década de 1999 a 2008, aquel que arrastraba gente cincuenta tardes, y aquel que hacía el toreo como nadie. Como creo que ese ya no lo volveremos a ver ni yo ni nadie, mañana dedicaré la tarde a menesteres más productivos y esperaré aparecer otra vez por 'mi' Granada taurina el año que viene, Dios mediante. Ojalá el efecto J.T. haga que este año la afición granadina sea como el árbol que retoña, y la temporada próxima aquello vuelva a ser lo que siempre fue y muchos tuvimos la fortuna de vivir. Aunque, sinceramente, permitidme que lo dude mucho y más bien piense que lo de mañana será, valga la licencia poética, más que un árbol, flor de un día en la ciudad de la Alhambra.

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