Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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La abdicación del trono pamplonica
Crónica Pamplona. 9ª de la Feria de San Fermín

La abdicación del trono pamplonica

Darío Juárez

«Allá el capitán pirata cantando alegre en la popa: Asia a un lado, al otro Europa, y allá a su frente Jerez». Padilla no veía motivos por los que no estar hoy en Pamplona tras el aparatoso y sensacionalista percance sufrido en Arévalo. En el día de su despedida del feudo donde más le veneran, El Ciclón no quiso aparcar la vitola de su apodo, como era de esperar. Su toreo cautivador para el público pamplonica, pero escéptico para el aficionado clásico y purista, hizo que el día de su despedida saliera a hombros entre vítores de «illa, illa, illa, Padilla maravilla» o voces de nostalgia que despedían el «Padilla quédate». El gaditano besó por última vez su plaza por antonomasia, pero sabía que dejaba su legado en buenas manos; abdicando en un príncipe que ya es Rey, adquiriendo tras la tarde de hoy el cetro de torero de Pamplona. Ese monarca es el diamante peruano que se repartió con su antecesor en el trono de la capital navarra un abultado triunfo de tres orejas por coleta. Cayetano, por su parte, cortó una del quinto por la efectividad de su espada, después de sortear un lote con teclas del que pasó desapercibido casi por completo. Encierro de Jandilla de nota, con animales encastados y potables en el último tercio.

Era el cartel de la feria para el aficionado local. El papel se agotó en el día del adiós del hijo pródigo de Pamplona. Juan José Padilla reaparecía tras la cogida de Arévalo cubierto con una pañoleta negra al más puro estilo pirata total. El vestido, el corbatín y la faja, honraban la indumentaria del mozo pamplonica que recibía la primera ovación de la tarde, cuando apareció en el ruedo antes del inicio del paseíllo. Quiso vender cara su actuación recibiendo al que abrió plaza con cuatro largas cambiadas de rodillas y la revolera. Siguió su recital con el percal, quitando por navarras para dejar el toro en la jurisprudencia del varilarguero, con el que fue remiso a citarse. El Gato Montés acompañó el tercio de banderillas que ofreció el propio matador. Padilla y su ciclogénesis de desgarro y pundonor. Se fue sacando al toro hacia el tercio con muletazos de rodillas, para a continuación ligar tandas abultadas en su mayoría y llenas de banderazos, como resolutivas cuando el jandilla venía acostadito por dentro. El arrebato se hizo hombre y habitó entre nosotros. Le provocaba el cite por el izquierdo donde le robó algún natural con más enjundia al pedirlo por abajo, sirviendo de prólogo del epílogo por molinetes y manoletinas alocadas, buscando el idilio con los tendidos. En los medios le dejó una estocada entera que le valió para cortar las dos primeras orejas.

Antes de la salida del cuarto, empezó a llover. La merienda buscaba cobijo o bien bajo un paraguas o directamente en el buche. Con este animal, sólo cupiera destacar la afable lidia de Daniel Duarte, después de un puyazo infame en mitad del lomo de Justo Jaén. Padilla quiso empezar la faena del mismo modo que la anterior, pero el contendiente era distinto. Revoltoso y chispeante el del hierro de la estrella, hizo apabullarse al ciclón en el inicio de rodillas, para repetir después en dos tandas a media altura, ya que había salido del peto perdiendo las manos. Toreo sin seriedad y de jolgorio, antes de otra estocada que le hacía sumar otra oreja a su esportón.

Roca Rey volvía tras la puerta grande de hace apenas dos días a la ceremonia de abdicación del trono pamplonica. Si una de sus principales armas es la comunión con los tendidos de cualquier plaza, con la de Pamplona es superlativa. El joven peruano quiso igualar a su maestro, a costa de sitio, de no perdonar un quite, inteligencia y un abanico de suertes que desbordaron de emoción a la capital del toro. Saludó a pies juntos y bajando la mano al que hacía tercero. Los picadores de la cuadrilla son como los reyes magos, es decir, trabajan una vez al año. Crudo aunque haciendo buena pelea en la primera vara, salió Incauto al capote del matador que ya esperaba para reproducir un bello y ajustado mixto quite, por caleserinas y gaoneras simultáneas. Brindó al torero emérito Padilla la muerte de este animal, al que recibió desde los medios por estatuarios. Al segundo, el pitón izquierdo se daba de bruces con la cadera del joven diestro al que tiró al suelo de manera violenta. Dolorido y afortunado de no llevar cornada, volvió a la cara del toro a torear como mandan los cánones. Tandas alternadas por ambas manos  citando de frente, donde el viento molestaba por momentos y donde se vio a un torero sobrio, dominador y con un poder de mando sobre las embestidas bajísimas que iba dejando en el lienzo. Aguantó parones que solventó con parte de su recital de toreo accesorio para seguir teniendo atenta a la parroquia. Bernadinas de tú a tú cambiando el viaje y estocada hasta los gavilanes. Pasó a la enfermería después de recoger una oreja de mucho peso que se sumaría a las otras dos excesivas del sexto.

Éste fue un animal que recibió de rodillas al igual que sus compañeros, y al que la divisa le hizo sangrar más que el pica, que además manseó al quitarse el palo en el segundo encuentro. Llegó descompuesto al último tercio donde Andrés le esperaba en los medios para jugársela con otro cambiado por la espalda, que a punto estuvo de mandarlo con las peñas. De ahí en adelante, el peruano toreó con media muleta, obligando al jandilla y despidiendo por debajo de la pala con un muñecazo de alta alcurnia. Dos naturales rotos y un final en cercanías ante la ausencia de clase del cornúpeta. De nuevo, otra estocada entera y trasera, para cortar dos excesivos trofeos que le hacía triunfador de la tarde y de la feria junto con Padilla.

Pese a su corta temporada en contratos en los primeros meses de la temporada, Pamplona anunciaba a uno de los triunfadores del pasado año. Ésta vez Cayetano no pudo encontrarse con la plenitud de su tauromaquia, que no es otra que la de levantar una tarde por la vía de la raza. No sirvió en esta ocasión, pues el pequeño de los Rivera desaprovechó un segundo toro que manseó en varas pero sirvió, y al que trasteó por varios palos sin encontrar ni lograr tomarle el aire. Series diversas, desde muletazos templados pero muy retirados, pasando por otros de frente ofreciendo el pecho y otra ristra de ellos, improvisados y repetitivos, como pasarse la muleta por el cuello cual bufanda para rematar. De vacío no se fue, ya que tocó pelo con el quinto, tras una soberbia estocada de efecto inmediato. Antes de eso, Cayetano trasteó y trasteó intercalando ambas manos pero ahí no existía la reciprocidad de la emoción con el graderío. A destacar en su haber en las lidias, el mimo con el capote de Iván García una tarde más y los pares de Joselito Rus al tercero.

 

  • Plaza de toros de Plamplona. 9ª de la Feria de San Fermín. Lleno en tarde nublada y bochornosa, con amenaza de lluvia. Se lidiaron seis toros de Jandilla, de muy correcta presentación. Con transmisión el 1º, manso y con teclas el 2º, encastado el 3º, justo de fuerzas y bueno el 4º, con movilidad el 5º y sin picar y pidiendo exigencia el 6º.
  • Juan José Padilla (blanco y oro con los remates negros): dos orejas y oreja tras aviso.
  • Cayetano (celeste y oro): ovación con saludos y oreja.
  • Roca Rey (gris plomo y plata): oreja y dos orejas.
  • Joslito Rus se desmonteró tras parear al segundo.

 

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