Pareciera que fue infructífero el comienzo de la Temporada Grande 2017-2018 en la plaza México. Sin embargo, hubo una cosa rescatable en toda la tarde: Se marcó la diferencia entre ser y no ser figura del toreo. Para serlo, frente al toro, hay que tener mando, poder, clase, temple, arte, capacidad y habilidad de enfrentar las diversas circunstancias que se presentan, entre otras cosas más. Julián López “El Juli” dio cátedra de ello en el tercero de la tarde ¡Estuvo enorme! Supo aprovechar la noble embestida de su astado y aunque perdió los premios, por fallar con la espada, fue suficiente para que la gente saliera de la plaza hablando de lo grande que es como figura del toreo.
Joselito Adame simplemente estuvo. Su fuerte propaganda de proclamarse figura del toreo en México no ha traído más que puras contrariedades a su carrera. El público asistente le llegó a exigir –cosa normal ante el estatus que su mercadotecnia maneja- pero llanamente no aconteció nada importante. Su falta de humildad y lo que demostró en el ruedo hablaron por sí solos. No cabe duda que el toro, aunque ayer fue escaso, pone a cada quien en su lugar.
José debe dar un giro por completo a su carrera, separarse de su entorno y enfocarse a ser el torero más importante en activo que se pueda encontrar en México, debe volver a ser ése su objetivo. Qué mal le ha venido la coba. Qué mal le han venido sus apoderados. Que mal le ha venido la empresa. Que mal le ha venido el ambiente que le rodea. Nadie pone en duda sus facultades, en absoluto se cuestionan sus capacidades, ni lo que le ha acostado su importante carrera, a través del empeño que le puso, para destacar del resto de los toreros mexicanos; pero, para ser figura del toreo, le falta mucho, más allá de un par de declaraciones en medios de comunicación.
Habrá quien tache, al que esto escribe, de ser “malinchista” o “antiadamista”. Sin ser ni uno, ni otro, tratando de tener un criterio imparcial a la hora de redactar las palabras que aquí se publican, no puedo simplemente seguir el juego de la coba. Si algo necesita la fiesta de los toros en México es seriedad, autenticidad y con actitudes como las que se vieron ayer parece ser poco lo que se recuperará de ellas.
Teófilo Gómez envió un encierro disparejo y en no muy alta línea de presentación; además de haber presentado juego descastado, soso, cayendo en la debilidad y algunos astados con nobleza.
A Julián le regalaron una oreja del primer burel que estoqueó –muy trasero por cierto-, otra vez la falta de seriedad (mal que parece no corregirse en la plaza “más importante de América”). Seguramente dicho apéndice se olvidará de la memoria de los aficionados; pero, lo que hizo en el segundo de su lote delo por hecho que permanecerá por mucho tiempo.
Sentido minuto de aplausos, en el paseíllo, se brindó a la memoria del gran Miguel Espinosa “Armillita Chico” acaecido en recientes días. Los toreros saludaron al tercio antes de que saliera el primero de la tarde.
Julián López “El Juli” abrió la temporada con Compadre. Brindó al cielo conmemorando a “Armillita Chico”. Con la muleta, por el izquierdo, hubo algunos detalles importantes. El astado desparramaba la vista lo que hacía deslucir en ocasiones la actuación del madrileño. Las dosantinas llegaron al tendido más por el recorrido que por el adecuado empleo del de Teófilo. Estocada trasera y le concedieron al diestro polémico auricular que estuvo sobrado. Con Rebujito demostró superioridad en su tauromaquia. Estuvo hábilmente a la distancia adecuada. Enganchó bien y obsequió al respetable muletazos de excelsa factura, con mucha clase ¡Arte para el alma!...Lamentablemente falló con la espada. Perdió dos importantes orejas aunque dio meritoria vuelta al ruedo. Con el débil Cielo Rojo, tercero de su lote, no hubo mucho espectáculo.
Joselito Adame se enfrentó a Misionero, el mejor en juego de todo el festejo, transmitiendo al tendido en algunos de los muletazos por el pitón derecho. El astado, con calidad, se fue a más mientras transcurría la faena. Un sector del público le recriminó la parte final de su faena al diestro. Tras estocada tendida y varios descabellos recibió un aviso. Con Despacito, enseguida de un mal inicio de faena, que también fue protestado, agarrando las tablas y dándole recorrido corto al burel, no ocurrió cosa alguna destacable. Hubo silencio para el matador después de la muerte del de Teófilo. Cerró plaza Mi Rey al que, en un desespero, el coleta recibió con larga de rodillas y colocó por propio pie el tercio de banderillas. El toro fue deslucido. No pasó algo más. Así finalizó la primera corrida de la Temporada Grande 17-18.
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