Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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La firmeza de Pinar y Moral en un final para voluntarios
Crónica Pamplona. 10ª de la Feria de San Fermín

La firmeza de Pinar y Moral en un final para voluntarios

Darío Juárez

Después de las sensaciones encontradas en la tarde de ayer, el aficionado pamplonica seguía con el aliento fresco y quería cerrar su semana más importante del año con un triunfo en el ruedo. En una miurada bastante ruda y áspera, Rubén Pinar dio una vuelta al ruedo tras la negativa del palco a concederle la oreja que bien se mereció; Pepe Moral volvió a encontrarse con su sapiencia y su crecimiento torero, dejando patente su predisposición y ganas de hacerlo bonito; mientras que Rafaelillo vio pasar su tarde entre el sudor del imposible primero y la inoperancia del buey de Fuente Ymbro que remendó la corrida de Miura. Una vacada que llegaba a Pamplona en horas bajas y más tras la noticia de la confirmación de manipulación de astas de un ejemplar durante el pasado San Isidro.

Rubén Pinar repetía sitio en Pamplona tras la oreja cortada el año pasado a un Miura y tras la gran dimensión de oficio con el encierro de Dolores Aguirre en Madrid. En primer lugar sorteó un animal muy serio, enmorrillado y con gran longitud de pitón a pitón. Buen saludo capotero por verónicas del de Tobarra, sacándolo para fuera. Se quiso arrancar de largo en un primer puyazo muy medido. Quite por chicuelinas de Pepe Moral que sirvieron de antesala para los grandes pares de Ángel Otero y Víctor Manuel Martínez, que fueron obligados a saludar. Inició tanteando por abajo presentándole la muleta con la derecha e intentando ligarle muletazos que no fueron muy lucidos. El toro cambió en banderillas y se hizo imposible para el triunfo. Desarmó y buscó la cadera del albaceteño en todos los intentos de ceñirse con él, sin amedrentarse y buscando los desplantes que desprendían seguridad.

Sin embargo, todavía quedaba una bala en la recámara que pedía sitio a golpe de triunfo. Este quinto fue un animal feísimo que recordó a las cabezas disecadas que cuelgan de las paredes del cortijo de Zahariche. Muy serio y con dos velas que apuntaban al cielo, pero muy vareado pese a su longitud. No peleó en varas como la mayoría de sus hermanos de un tiempo a esta parte, lo que hace lamentarse al aficionado feria tras feria. Se vio endeble de fuerza cuando sintió el hierro por segunda vez. Brindó al alcalde de sol una faena que empezó denotando una clara falta de fuerza, pero que siguió creciendo con la firme magnitud de Pinar, queriendo siempre buscar la colocación y convenciendo al animal de tragarse los muletazos a media altura ante la inviable humillación. En la parte final de la faena el toro dejó de regalarle el oro y el moro, y se empezó a defender con acritud, frente al coraje de Rubén que no se amedrentó y demostró una notable frescura de ideas. Estocada entera, viéndose obligado a descabellar. Dignidad y solvencia del manchego. Se le pidió la oreja al de la chistera, que no quiso conceder, quedando el premio en una reconfortante vuelta al ruedo.

Pepe Moral volvía a Pamplona con el pasaporte ganado el pasado año con la corrida de Escolar. Recibió al primero de su lote con tres largas cambiadas de rodillas más otras tantas verónicas de pie en las que el toro se desplazó. Quitó por chicuelinas al paso para dejarlo en el caballo, dejándose pegar en el segundo encuentro, faltando un tercero que rebajara su inquietud. No se enteró Pamplona del tercer par de Juan Sierra que esperó al miura para asomarse al balcón, a milímetros del testuz. Muy andarín este tercero al que Pepe quiso torearlo bien por el izquierdo por momentos. No hizo falta citarlo, pues venía sólo después de haber corrido un encierro. Había que estar correcto delante de él y Pepe lo estuvo. Aguilito, el último toro de la feria, fue un tacazo. Muy ofensivo, cornalón y con fijeza, llegando a la jurisprudencia del capote de Moral con intención de colocar la cara hasta que adquirió sentido. Puyazo largo rectificado que aguantó, como también lo hizo en el segundo. El toro siguió montado hasta que le metió la espada, y es que con la cara por las nubes, hizo pasar un mal trago al de Los Palacios, que no se vino abajo poniendo y exponiendo hasta la saciedad, para lograr sacarle esos dos naturales con los que conformarse. Pero era un imposible.

Maquillero abrió la última de San Fermín. Un animal largo, con cuello, sospechosamente tocado del pitón izquierdo y al que Rafaelillo recibió con dos largas cambiadas, embistiendo con suavidad, pese a no humillar. Se arrancó de largo al caballo, dejándose pegar en el primer encuentro. Los rehileteros pudieron ver cómo el animal se orientaba cada vez que pasaban a intentar dejar los palos. De rodillas quiso iniciar el murciano una faena imposible, en la que el toro, sin recorrido, no pasaba y se defendía con derrotes secos. Rafaelillo libró como pudo esa batalla, dejando un gran esfuerzo y siendo habilidoso con el acero. El cuarto fue un remiendo de Fuente Ymbro. Acochinado, un buey destartalado con 620 kilos al que castigaron mucho y mal en varas. Embistió sin franqueza, a veces por inercia. El murciano aprovechó el recorrido del animal, a veces colándose y buscando la defensa en tablas donde ya venía dormido. El murciano alargó una faena sin sentido que los desplantes no llegaron a paliar.

 

  • Plaza de toros de Pamplona. 10ª y última de la Feria de San Fermín. Lleno aparente en tarde soleada y calurosa. Se lidiaron cinco toros de Miura y uno de Fuente Ymbro (4°), de mala presentación en líneas generales. Inoperante el 1°, cambiante y sin franqueza el 2°, muy andarín y complicado el 3°, abueyado y malo el 4°, feo y defensivo el 5° y descarado y complicado el 6°.
  • Rafaelillo (celeste y oro): silencio en ambos.
  • Rubén Pinar (mandarina y oro): ovación con saludos y vuelta al ruedo tras petición.
  • Pepe Moral (sangre de toro y oro): ovación con saludos y bronca.
  • Ángel Otero y Víctor Manuel Martínez se desmonteraron tras parear al segundo.

 

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