Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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La necesidad agudiza el ingenio
Valdemorillo (Madrid). 3ª de la Feria de San Blas

La necesidad agudiza el ingenio

Leo Cortijo

Se dice que la necesidad hace aflorar el entendimiento, la intuición, la capacidad de inventar… Se dice que la necesidad agudiza el ingenio. Eso es lo que derrochó Víctor Barrio en la que cerró la discreta feria serrana de Valdemorillo. La salvó él, ya puede ponerle el año que viene Tomás, que se lo ha ganado. Y lo ha hecho a base de demostrar una actitud valiente y firme de salir a por todas, por la necesidad imperiosa de abandonar ese banquillo que nadie quiere ocupar, pero que ocupan tantos y tantos. Uno de ellos este segoviano que por momentos bordó el toreo fundamental basado en la naturalidad, la templanza y la figura erguida; aunque por otros, acusando posiblemente ese ímpetu desmedido por agradar a todos, pecó de principiante o torero poco placeado. Normal, lógico… no puede ser de otra forma. Su situación, como la de muchos, es complicada y a veces el corazón tiene razones que la razón no entiende. De “Paulita” poco se puede decir, salvo que sorteó el peor lote y se contagió para mal. De Escribano, que se le escapó el segundo mejor. Y de la corrida de Cebada Gago, que se esperaba muchísimo más. El trapío, la casta y la fuerza brillaron por su ausencia. Solo el sexto, sobre la bocina, salvó al hierro del mayor estrépito posible. Aun con eso, esta tarde va a pesar.

Justiciero, primero del encierro de Cebada, no espantó los fantasmas del bajo trapío del ganado durante toda esta feria, y es que su presentación dejó mucho que desear, sobre todo por su paupérrima cara. Muy discreto paso por varas y también por banderillas, pasando por aquí y por allá como el que no quiere la cosa. Sin atisbo de casta, no humilló ni por casualidad y siempre la tomó andando, con la cara arriba y protestando. Se empeñó “Paulita” ante una empresa imposible y optó por alargar en lugar de abreviar, que es lo que pedía la situación. A todo esto, sirva como apunte que no se entiende muy bien a qué vino la música acompañando semejante obra. Con más gusto que lucimiento recibió el aragonés a Bocero, al que se picó bastante mal. El encierro fue malo, pero si hubo dos más malos, esos fueron para “Paulita”, que no pudo más que justificarse sin premio con otro animal vacío de contenido y nulo de opciones.

Con una larga cambiada de rodillas muy pegado al olivo recibió Manuel Escribano a Olivito, antes de un saludo por verónicas de nula conexión por la poca transmisión del burel. Tres cuartos de lo mismo en el quite, con dos chicuelinas y la media. Mucho derroche físico en el tercio de banderillas; el tercer par por los adentros subió la temperatura entre el público, que el toro en el inicio de trasteo se encargó de enfriar. De ese enfriamiento generalizado pasamos a la helada total gracias a una faena en la que ninguno de los dos protagonistas dijeron nada. Ni el toro, con la casta por los suelos y la fuerza cogida con alfileres; ni el torero, que no terminó de acoplarse, -eso sí-, a lo poco y muy soso que tenía delante. Eso sí, hay que matizar que estar medio bien delante de un animal así, tiene mucho mérito. Estuvo digno. La estocada fue fulminante y eso hizo aflorar algunos pañuelos (sí, algunos) que valieron la oreja.

¡Cuerpo a tierra! hizo Escribano en la porta gayola, pues Juncal saltó y le pasó por encima. Anduvo bien de reflejos el torero, vaya que sí. Después del sobresalto, lanceó con gusto a la verónica templando la entregada embestida del terciado animal, firmando lo más destacado de la tarde. Rehileteó rematadamente mal el sevillano, pues entre cada par se podía construir un bloque de adosados con piscina y plaza de garaje. No hubo acople ni ajuste en el último tercio, ya que Escribano no aprovechó la noble condición del anovillado Cebada, que dentro de la línea muy baja de la corrida, fue el único que sí ofreció algo al torero. En la recámara solo hubo una bala y Escribano incomprensiblemente la dejó ir.

Un arrebatado Víctor Barrio recibió a pies juntos en los medios a Gallinero, por tafalleras y chicuelinas sin enmendar la plana. En un lance perdió el percal, se vio vendido y hasta tuvo que quebrar el toro a cuerpo limpio. El público despertó del letargo. Cumplió en varas el animal herrado con el segundo hierro de la casa, pero se le pegó muy atrás y en exceso. Brindó al cielo el segoviano, al que el toro se le coló en los cinco muletazos por el izquierdo de la primera serie. Problemas de visión casi con toda seguridad. Lo intentó por el derecho y por ahí tomó la franela con muy poquita gracia. Vamos, con ninguna. Echó la persiana y ya no hubo más que hacer. Barrio estuvo muy firme y valeroso, por encima del descastado y reservón animal, que como sus hermanos no transmitió más que sosería y sopor. Oreja, que viendo el listón de la tarde, es la más merecida.

A porta gayola y a por todas salió el de Grajera para recibir a Cachondito, con cuatro faroles de rodillas, repitiendo el inicio bullicioso de su primero, antes de terminar de animar al público con un quite muy vistoso. Quiso iniciar trasteo de rodillas, pero el toro claudicó y perdió las manos… menos sometimiento y más alivio. A la tercera serie empezó a entender al burel, que se movió y correspondió con son, fijeza y humillación. Un bomboncito para cualquier torero. Lo más destacado llegó en un par de tandas por ambos pitones, cuando toreó erguido, encajado de riñones, templando con gusto y naturalidad. Por momentos consiguió muletazos notables y muy admirables en un torero tan poco placeado. Ahora bien, por momentos también se perdió en adornos y florituras de cara al tendido, y eso le penalizó. El ímpetu y las ganas desmedidas… Con todo, vimos un Barrio entregado y dispuesto a absolutamente a todo. Y eso, sabiendo su situación, vale un mundo.

 

  • Valdemorillo (Madrid). Plaza de toros de La Candelaria. 3ª de la Feria de San Blas. Casi tres cuartos de plaza en tarde fría. Se han lidiado cinco toros de Cebada Gago y uno de Salvador García Cebada (3º), mal presentados y de escaso trapío, sobre todo pobres de cara. Flojos, descastados y reservones 1º, 2º, 3º y 4º. Noble que se dejó el 5º y muy bueno en la muleta el 6º (premiado con la vuelta al ruedo).
  • “Paulita” (berenjena y azabache): Ovación con saludos y ovación con saludos.
  • Manuel Escribano (azul marino y oro): Oreja y vuelta al ruedo.
  • Víctor Barrio (grana y oro): Oreja y dos orejas.

 

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