Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Lágrimas de torero, lágrimas de hombre
Lágrimas de torero, lágrimas de hombre
Lágrimas de torero, lágrimas de hombre
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Lágrimas de torero, lágrimas de hombre
Lágrimas de torero, lágrimas de hombre
Crónica Plaza México. 8ª Temporada Grande

Lágrimas de torero, lágrimas de hombre

Francisco Jara

Era urgente, era necesario y a Dios gracias regresó el toreo a La México en sus distintas versiones. Ese toreo bueno, el que vale y vale mucho. Con José Mauricio en su primero se disfrutó el toreo de arte, el natural, el inspirado, el que llega al alma y la encoge. También se vio a un Fermín Rivera con su toreo serio, ortodoxo, el de escuela, el del ABC. Y al final, nuevamente José Mauricio, ahora con el toreo lidiador, el de poder, el que se hace por la cara, el de pitón a pitón, el antiguo, el que seguro estoy disfrutaron los que dieron vida y grandeza a la tauromaquia.

Se llevó a cabo el octavo festejo de temporada en La México con una pésima entrada, paupérrima, pero muchos se habrán arrepentido y es que esos ‘aficionados’ que sólo asisten a las de postín queda claro que solo van a beber y a tomarse la selfie. Se lidió un encierro de Barralva, bien presentado, soso, con peligro sordo, quizás extrañó la debilidad en algunos, pero con ese picor propio que resultó por demás interesante.

El primer espada fue David Fandila El Fandi, al que se le puede agradecer haber abreviado con Clavellino II y que estuviera voluntarioso con las banderillas. Después de un pinchazo sin soltar y media trasera y desprendida y tres golpes de descabello, escuchó un aviso y se retiró entre pitos. A Pitito II lo recibió con una larga cambiada de rodillas. Un buen tercio de banderillas, de poder. Con la muleta trató ante un toro bronco que a más de uno le hubiera mandado a la enfermería. Pasó apuros y optó por tirarse a matar dejando media en buen sitio. División.

Con su primero, Pitito, que fue débil desde su salida, Fermín Rivera estuvo correcto. Breve pero buen puyazo del Pollo Meléndez. Con la muleta nunca desistió hasta lograr arrancar un par de buenos derechazos y un natural a una verdadera piedra, algo que parecía imposible. Estuvo por encima del de Barralva. Pinchazo sin soltar y una entera desprendida. Saludó en el tercio. Su segundo llevó por nombre Bilbalero, un castaño, veleto con 502 kilos. Con el capote no se pudo mostrar. Buen detalle de Fermín al brindar a Felipe Kingston, que se despedía. Inicio torero pero sobre todo con conocimiento de causa, por bajo, tratando de amoldar la embestida. Se vino el toreo ortodoxo y serio de Rivera, derechazos con la figura erguida, apenas reponiendo para lograr buenos muletazos por ese pitón. Probó por el izquierdo, pero el toro iba con la embestida descompuesta. Aún así logró dejar un buen natural. Volvió al derecho pero el toro se comenzó a quedar. Cerró su faena con manoletinas. Se tiró a matar de largo y dejando una entera en buen sitio para cortar una oreja merecida.

Desde que partió plaza José Mauricio dejó ver entre lágrimas que venía con las emociones a flor de piel. Regresaba después de una larga ausencia y vaya manera de regresar. Con su primero, Clavellino, permitió ver al José Mauricio del toreo artista, natural, con aroma y reposo. Ese toreo que logra unificar criterios y que sobre todo transmite. Con el capote bregó y remató con una media de cartel. Chicuelinas de buen corte y otra media de las que hoy dicen que paran el tiempo. Brindó con mucho sentimiento y agradecimiento a quien lo rescató y lo ha sabido llevar, Alejandro Peláez. El inicio fue pasándose al toro por la espalda en tablas, para después doblarse toreramente y rematar con el de pecho. Ya en los medios, por derecho, de inmediato le tomó la distancia, entendió la altura y el terreno. En cada muletazo el toque era perfecto, lo traía toreado, templado y despidiendo correctamente. Todo realizado con naturalidad, esa naturalidad que es tan difícil de expresar. Al probar por el izquierdo el toro se salía al final del muletazo, sin embargo dejó uno para exigentes en la primera tanda. En la segunda serie por ese pitón se despatarró, se lo trajo toreado y alargó en el último tiempo el muletazo para saborearlo. El trincherazo y la trincherilla fueron llenos de pinturería y torería. No pudo rubricar la faena porque estuvo mal con la espada: dos pinchazo sin soltar, un entera defectuosa y cuatro golpes se descabello para que le tocaran dos avisos. Dio una vuelta al ruedo con mucha fuerza. Este ya era el renacer de un torero.

Con el que cerró plaza, Malagueñito, un melocotón de 468 kilos, cornipaso, José Mauricio permitió ver el toreo antiguo, para exigentes y entendidos, el que evocó a los que dieron vida y grandeza a la tauromaquia. Desde su salida, el toro mostró que había que saber lidiarlo y así lo hizo José Mauricio, con el capote bregó para sacarlo de tablas y llevarlo a los medios. Un gran puyazo de Erick Morales. El de Barralva hizo por Sergio González al salir del embroque, afortunadamente sin consecuencias. Ya con la muleta comenzó el toreo que hemos señalado, doblones con poder pero también con torería. Al probar por el derecho el toro comenzó a estirar el cuello, a soltar la cabeza e intentó adueñarse de la situación. No contaba Malagueñito con que José Maurico estaba dispuesto a someterlo. Armó la muleta y lo macheteó de pitón a pitón, lo toreó por la cara, lo remataba en corto haciéndole sentir el poder. Al intentar nuevamente torear, el toro lo levantó, como diciéndole que ahí él era quien ponía las condiciones. Sin mirarse el vestido, volvió a la cara, sometiendo esa embestida arrebatada al torear lidiando con rodilla en tierra. Finalmente llegó el momento de matar o morir para los dos, el torero se fue de frente, dando el pecho, dando la vida, y el del hierro de Barralva hizo lo mismo. La escena fue trágica, pero bella a la vez por esa verdad que solo la tauromaquia nos permite vivir. Mientras Malagueñito moría, José Mauricio regresaba de la enfermería, maltrecho pero con la batalla ganada, sabiendo que había resucitado y estaba más vivo que nunca. Dos orejas y lágrimas a flor de piel, lágrimas de torero, lágrimas de hombre.

 

  • Ciudad de México. Plaza México. 8ª corrida de la Temporada Grande. Con una pésima entrada en los tendidos, se lidiaron seis toros de Barralva, bien prestados, regulares en su juego. Malo el 1º, débil el 2º, bueno a secas el 3º, encastados 4º y 6º y un cabrón el 5º.
  • El Fandi (grana y oro): pitos y división.
  • Fermín Rivera (carmesí y oro): Al tercio y oreja.
  • José Mauricio (celeste y oro): Vuelta al ruedo y dos orejas.
  • Se despidió el torero de plata Felipe Kingston. La empresa atinadamente al final del festejo dio a conocer el cartel de triunfadores para el próximo domingo, Fermín Rivera, Juan Pablo Sánchez y José Mauricio con toros de Montecristo.

 

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