Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Lo que a Dalí se le quedó en la paleta
Crónica Madrid. 11ª de la Feria de San Isidro

Lo que a Dalí se le quedó en la paleta

Darío Juárez

Madrid, a ti levanto mis ojos. A ti que habitas en el cielo. Nunca olvidaré cuando mi padre me trajo a verte por primera vez. Un joven Rafaelillo se iba entre vítores de «valiente tú» tras depurar sudor con una de Dolores Aguirre, mientras yo lo hacía con un abanico de propaganda y una botella de agua que ardía sobre la piedra de la delantera del 5. Qué tiempos... Pero bueno, no te preocupes, vendré a verte y me haré selfies frente a la puerta grande, pese a que me la encuentre oxidada. Los chiqueros se llenarán de maleza, los cenizos crecerán como así lo hicieron en El Batán y el desahucio de Florito no tendrá repercusión. Posiblemente mi nostalgia sin ser irónica puede parecer sacada de contexto, pero no vislumbro el futuro con optimismo. Hoy Madrid, de nuevo, quedó encumbrada en el sensacionalismo fácil, en la asfixiada benevolencia de unos tendidos que acusan no tener clase y salir antes de trabajar los viernes. Y con ello, nivelar el PH taurino subiendo los índices de gin tonic en vena. Mira que habré visto toros en Madrid, pero esto ya roza el surrealismo. Y así lo llamo: Lo que a Dalí se le quedó en la paleta.

Mansa, inválida, descastada, petarda y muy desfondada corrida de Jandilla, poniendo la decepción al alza en el segundo «No hay billetes» de la feria. Castella cortó una oreja de peso pluma al cuarto, tras una tanda reunida y un arrimón a un afligido y doblegado. Padilla se despidió de Madrid sin dar un muletazo; mientras Roca Rey, el esperado, sorteó el peor lote, al que buscó las vueltas y no consiguió encontrárselas.

Padilla mataba al cuarto cuando decidí aprovechar para ir al servicio. Los vomitorios eran tumultos de personas que se habían quedado fuera y tampoco les corrían las prisas por entrar. «Se está mejor aquí, Jose», decía uno mientras pedía en la barra. Volví a mi sitio y todavía no había salido el bello quinto. Un galán muy bien presentado y en el tipo de la casa. Suelto de salida, navegaba entre marismas que filtraron su tendencia a chiqueros. José Doblado lo desvenó escuchando una sonora bronca, llegando a la muleta tardo pero con un pitón derecho para exprimirle pero sin ser categórico. Una tanda fue la que, reunida y con ligazón, encauzó el francés. La segunda por el derecho fue tropezada por el cabeceo final del animal. Y de ahí en adelante, Husmeador se paró. Sebastián Castella buscó ante su plomiza actitud un arrimón sin paliativos. Redondos invertidos o el jugar a esconder el trapo mientras se mete entre los pitones de la tonta del bote. Madrid, dividida. Los detractores de su toreo increpaban que continuara el tedio de pegar pases a un animal descastado, malentendido por el matador. Mientras que al resto les hacía levantarse del asiento que pudiera terminar una tanda, por el regocijo de restregárselo a los de las voces. La estocada, a una cuarta de entrar entera, cayó ligeramente atravesada. Los pañuelos brotaron y Justo Polo cedió ante la petición.

El segundo fue un inválido que se tuvo que haber devuelto. Perdió las manos entre los primeros tercios para repetirlo en el último. Fue debilidad a raudales mientras la figura despegada y sin ninguna entrega del diestro galo, hicieron no ver el pitón izquierdo. Bajonazo y Madrid de júbilo. Increíble...

Juan José Padilla saludó la primera de las tres ovaciones que le brindó Madrid tras romper el paseíllo a modo de gratitud y señorío. Las otras dos vendrían tras los dos tercios de garapullos que colocó. Manso y escarbón fue el primero con el que inició una faena de rodillas para a continuación no volver a decir nada. Retirado, despidiendo la embestida hacia fuera y sin ningún compromiso de jugarse el tipo en su última tarde en Madrid. Pegando pases al gazapón y sin un mínimo de solemnidad torera actuó con el cuarto. Éste se desfondó en la primera vara cuando levantó al jaco por los pechos, mientras Justo Jaén hizo las delicias del 7 picando desde la mitad de un tobogán. Tanteó en el tercio a este Jacobino que estaba para meterle la espada. Faena sin contenido para un adiós entre el silencio.

Había agotado el papel el bello peruano. Roca Rey estrenaba un blanco y plata precioso. El peor lote cayó en sus manos. Sin perdonar el quite del segundo ni de sus dos toros, se encontró frente a un tercero muy venido a menos. Dos estatuarios y dos cambiados por la espalda, fríos y sobrecogedores, fueron el prólogo de una faena que ahí se quedó. Echando el bofe el jandilla sin haber sido picado, Roca Rey apostó por el arrimón continuo. Lo intentó por el izquierdo corrigiendo la colocación que le avisaba el silbido continuo de un aficionado, pero era un sinsentido. El sexto fue un manso huidizo y peleado con el mundo. Pasaba del limeño. En las tablas del 4 le dio cuatro tandas inventadas y de casualidad. Tarde sin argumento para el peruano. Ahora bien, ¡cómo mata!

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 11ª de la Feria de San Isidro. Cartel de «No hay billetes» (23.634 espectadores) en tarde nubosa. Se lidiaron seis toros de Jandilla, de correcta presentación. Gazapón y frío el 1°, inválido el 2°, venido a menos el 3°, desfondado el 4°, afligido y parado el 5° y muy manso el 6°.
  • Juan José Padilla (azul marino y oro con los remates en negro): silencio en ambos.
  • Sebastián Castella (azul aguamarina y oro): silencio y oreja.
  • Roca Rey (blanco y plata): palmas y ovación con saludos.

 

Sigueme en Twitter Sígueme en Twitter @dariojuarezc
Comparte y comenta esta noticia: