Un martes negro despertaba en Madrid. Las noticias que llegaban desde Manchester empezaban a colorear un abanico en tonos oscuros de lo que iba a dar de sí toda la jornada. En Las Ventas, el director de la banda, Francisco García, se jubilaba con lágrimas en los ojos tras 36 años como músico de la monumental. Lo que acontecería de barreras para fuera acabó de tintar de negro la decimotercera de abono, siendo así y manchando un día más, el sentido que tiene sentarte cada día en tu localidad. Un cartel que no denotaba esperanza sino todo lo contrario. La bochornosa tarde de El Puerto valió de lícita comparación para con el encaste a lidiar; como así fue. El descaste, los inválidos a granel y el abuso de aburrimiento siguen siendo la piedra angular de una feria que está en decadencia. Y es que no hay más verdad que la que reza eso de «Sin Toro no hay nada». La bravura y la emoción siguen quedándose al margen tarde tras tarde.
Primera y única tarde del serial para Daniel Luque. El diestro de Gerena nada pudo desprender en virtudes lúcidas con el lote que le cayó en suerte. En primer lugar, salió el cuarto en turno corrido tras haber sido devuelto el primer inválido de Valdefresno. Éste fue un animal muy justo de fuerza y sin una pizca de clase para embestir. Todo a corto o medio recorrido por el izquierdo y sin un muletazo por el contrario, habiéndolo ya probado al hacerle un amago de venírsele al pecho. El cuarto, por tanto, fue el primer sobrero de la tarde, perteneciente a la divisa de Adelaida Rodríguez, el cuál y por una debilidad al alza, fue también devuelto a corrales ante su falta de fuerza. Perseguido hizo las veces de tris… de triste manso de libro. Rehuyó de los percales como perro sin su dueño. No había conjunción, su condición hizo cambiar el sentido de la lidia, ya que era un toro que estaba condenado a banderillas negras y que finalmente, y con acierto, se pudo picar al moverse los varilargueros. Con el castigo quiso empezar a emplearse con intención de humillar pero era pan para hoy y hambre para mañana. Ya en la muleta, dos derechazos quedaron como nota a destacar de una faena opaca y sin opción de triunfo.
Segundo paseíllo en el serial para Fortes. El malagueño se trajo a la disposición en la furgoneta un día más. De rodillas comenzó la faena al escurrido y terciado segundo. Un toro que de segundos tercios en adelante hizo caer en el engaño de ser un toro con celo y recorrido. Cartucho de pescado y un inicio con temple y muy de verdad. Enfrontilado y dando el pecho en todo momento, Saúl quiso desmimetizar la embestida de este Cigarro, que terminó hecho cenizas, al temple con el que sus muñecas querían trazar las suertes. La invisible transmisión se apoderaría del aura de esperanza que rondaba sobre el matador y abrevió de inmediato ante el desencanto del público. Su último toro de la feria tampoco dejó rubricar una firma para el adiós. De nuevo un inválido sin fuerza al que no se le pegó en varas dado que su fragilidad era lo más destacado que poseía. En el último tercio siguió destiñendo su mala condición ya que perdió las manos en repetidas ocasiones. Al igual que el martes pasado, Fortes puede irse de San Isidro consciente de que el ganado caído para su mala suerte, ha estado muy por debajo de su óptimo momento y de los terrenos que pisa.
Cerraría la terna el joven francés Juan Leal. Se jugó los muslos sin tener con qué ni con quién jugárselos. Pomposico II le dio la bienvenida con una gran presentación de toro serio y rematado, pero se quedó en eso. Buscó la querencia en todo momento viéndose obligado a hacerle lo poco o nada que tenía en las mismas tablas. Sin opción de salida ni de encontrarse con una acometida con buen son, Leal quería y quería, pero era pedir imposibles. Los tendidos exigentes avasallaban de silbidos la plaza pidiendo la finalización de la lidia y éste lo acató. El sexto fue un toro bien hecho pero sin un ápice obvio de fundamento. De menos a mucho menos en todas las fases de la lidia, Juan volvió a espatarrarse ante él. Vino a Madrid con una premisa clara de querer hacer ruido y lo consiguió, pero esta vez no había nueces.