Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Los de José, los de Juan y los de Julián
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Los de José, los de Juan y los de Julián
Los de José, los de Juan y los de Julián
Crónica Madrid. 17ª de la Feria de San Isidro

Los de José, los de Juan y los de Julián

Darío Juárez

Tras la resaca de una tarde para el olvido, el sentido adverso de la emoción no podía tocar fondo más agudamente. Los lamentos que ayer desdibujaron los rostros compungidos de miles de aficionados ante tal bochorno ganadero, hoy cambiaron el semblante ante la extraordinaria faena de El Juli al tercero de la tarde. Una obra concatenada al compás de la técnica poderosa, acertada y fresca de ideas, que únicamente careció de una buena ejecución de la suerte suprema para que hubiera caído el primer premio gordo de San Isidro. Ginés Marín se fue de vacío en una tarde sin opciones de triunfo, ante animales sin un mínimo de coger las telas con clase, además de jugarse los muslos con el cuarto de Garcigrande.

Esta Corrida de la Cultura hizo de ecuador de un serial en el que, hasta el momento, nadie ha conseguido desengrasar las bisagras que dan a la calle Alcalá. Encierro de cuatro hierros distintos desigual y mal presentado a excepción del sexto, donde destacó un tercero de Alcurrucén de nombre Licenciado. Parecerá que la ruptura de esquemas para el antijulismo es inverosímil, pero Madrid hoy rugió como hacía mucho que no lo hacía con el madrileño. Jerome Pradet nos recordaba en el programa de mano a los dos máximos protagonistas de la Edad de Oro de la tauromaquia. Aquellos a los que Madrid les fundó una sede en su nombre y a los que hoy –y de una manera excepcional, por supuesto– se le añade un tercer nombre; los de José, los de Juan y los de Julián.

La tarde iba tomando tintes oscuros en parentesco a lo vivido ayer durante los dos primeros toros que habían sido ya arrastrados. El mano a mano, hasta el momento, se estaba cumpliendo con todas las de la ley: quites, réplica, segunda réplica... Momento en el que mi pensamiento se trasladó a la competencia leal e histórica entre colosos de su tiempo, como lo fueron Julio Robles y Ortega Cano en su día o Joselito y Ponce no hace tanto. Pero todo quedó ahí... Los espadas habían tomado posiciones en la tarde y El Juli terminó de corroborarlo cuando exprimió hasta la saciedad al soso, anovillado y deslucido primero. Lo intentó, se colocó y nada más pudo decir que tres o cuatro naturales con enjundia.

Licenciado se despertó de la siesta cuando Florito le puso la divisa. Aún así, portaba un atolondramiento notorio que le impedía salir de la zona de confort de los chiqueros. Reaccionó en el capote y no se dejó pegar mucho en el jaco, llegando a la muleta con plenas garantías. Julián necesitaba sentir a Madrid y viceversa. No sé hizo esperar. Genuflexo y a modo de tanteo, inició en los bajos del 7 una faena por abajo con muletazos brillantes, torerísimos y llenos de emoción, como así respondió Madrid. Tres primeras tandas con la mano derecha donde el de Alcurrucén repetía codicioso, con nobleza y con una clase excelente. La mano casi a ras de suelo y el trazo al final de la cadera enroscándose al toro. La cuarta de naturales fue bella, dejando muerto el engaño y corriendo la mano al hilo del pitón. De nuevo a diestras, reprodujo una serie final templando al toro y al viento, antes de los remates encajados y soberbiamente toreros que hicieron de prólogo de una media estocada en buen sitio más un descabello, para pasear la única oreja de toda la tarde. Sin duda, la mejor faena de El Juli en Las Ventas en toda su carrera. 24.000 personas de acuerdo y en figura del toreo, en su tarde más seria de los últimos años.

El quinto fue un animal muy difícil para frenarlo en el percal. Le hizo un extraño al colarse por dentro para sacarlo a los medios. El susto se lo llevó Ginés en su turno de quites, cuando lo arrolló y desde el suelo hizo por el capote, afortunadamente. Julián probó una embestida incierta, que se salía de la muleta y venía gazapona. De repente, el toro se descoordinó y empezó a actuar de manera extraña. Despedía una invalidez repentina que hizo abreviar al matador entre lamentos.

El torero revelación de la pasada temporada, llegaba a su primera cita con la plaza que le puso en el camino. Desafortunado y sin suerte en el sorteo, la tarde para Ginés Marín no sería un camino de rosas. Se cruzó en primer lugar con un torete desvergonzadamente presentado y sin fuerza. Dos tandas valieron para abreviar el soponcio al que estaba abducido la faena. Con el cuarto se jugó los muslos y la vida. Un marrajo de Garcigrande que se quedó parado en los primeros tercios. Guillermo Marín –el padre del cuerpo– caía por delante tras el primer encuentro en el peto. Juli quiso volver a entrar en escena con su quite, pero poco tardó en darse cuenta de que no era toro para ello. El extremeño apostó al alza por algo que podía acabar en oreja o en cornada. Parcelero tiraba derrotes ya en la primera tanda por el lado derecho, donde le aguantó con firmeza y tragándose todo por abajo. Por el lado izquierdo ya venía avisado. Por tanto, no fue traidor cuando lo empaló por ese flanco, dejándolo recompuesto de nuevo y milagrosamente sin cornada. Una última tanda a medias, ya que todo lo que el toro hacía lo descomponía con su aguda falta de clase, saliendo con la cara por encima del palillo. Saludó una cálida ovación de reconocimiento.

El sexto también fue protagonista al ser el único toro cuajado del encierro. El resto de su comportamiento fue opaco. Lo quiso lucir en varas acometiendo en la larga distancia al caballo montado por Agustín Navarro, que salió ovacionado tras dos puyazos en el sitio, entre los lamentos de muchos aficionados por querer ver una tercera. Yo también la quise pero esta vez Jesús María acertó. El animal en la muleta se afligió, viniéndose muy a menos y sin ninguna opción de meterle mano por ningún lado para destacar brillantez con algún pasaje.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. Corrida de la Cultura. 17ª de la Feria de San Isidro. Cartel de «No hay billetes» (23.624 espectadores) en tarde nublada y con brisa intermitente. Se lidiaron dos toros de Victoriano del Río (1° y 6°), dos de Alcurrucén (2° y 3°), uno de Garcigrande (4°) y uno de Domingo Hernández (5°), de mala presentación a excepción del 6º. Sin transmisión el 1°, sin fuerza y vacío el 2°, noble y encastado el 3°, muy malo el 4°, inválido y descoordinado el 5° y afligido venido a menos el 6°.
  • El Juli (azul marino y oro): palmas, oreja y ovación con saludos.
  • Ginés Marín (sangre de toro y oro): silencio, ovación con saludos y silencio.
  • Ramón Moya se desmonteró tras parear al 5°.

 

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