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Mano a pata con hándicap
Opinión. La 4ª de Albacete, por Leo Cortijo

Mano a pata con hándicap

Leo Cortijo

Como algunos podían prever antes del comienzo de la mixta (que no mano a mano; más bien, mano a pata), se echó de menos, y mucho, al Tala y a la casta. Vaya por delante que rematar un cartel como éste y sustituir a Talavante, y más en plena ebullición de la temporada, debe ser una tarea casi imposible. Toreros hay para dar y tomar, cierto, pero para ocupar una plaza en un cartel así, se reduce ostensiblemente el abanico de posibilidades. Así las cosas, el festejo partió con un hándicap importante, que se vio agudizado por el descaste y la falta de fortaleza, y con ello, el más anodino de los espectáculos.

Con todo, hubo dos toros que se dejaron en la muleta de El Juli, y el madrileño, con ese concepto de la Tauromaquia 2.0 que ejecuta como nadie, firmó pasajes interesantes para sus partidarios. Sobre todo en el segundo, donde se le vio más arrebatado y entregado. Pero con esos dos le faltó el broche necesario para el triunfo: la espada. En ambos casos se le fue la mano, y si la una fue contraria, la otra un bajonazo. Los dos segundos, además de descastados, fueron muy deslucidos y no ofrecieron nada en absoluto. Si el cabreo de El Juli era ya mayúsculo antes de esto (en el descanso no había quien le hablase de lo mosca que estaba), en ese momento se agravó, hasta que en las postrimerías del sexto acabó por tirar la toalla fruto de la desesperación más lógica. No fue su tarde (ni la de la cuadrilla...) y se marchó de La Chata de vacío y abroncado por un respetable que volvió a salir desilusionado.

La pata del mano a pata la puso Diego Ventura, o mejor dicho, sus caballos. El jinete hispanoluso no rayó a la altura de su primero, un gran toro de Capea para rejones. Lo tuvo todo y todo bueno, pero la dimensión del caballero no alcanzó las altas cotas que en otras muchas tardes sí ha alcanzado. La prueba es que un toro de dos orejas, se marchó con una puesta al desolladero. En su segundo, mansurrón de solemnidad que a punto estuvo de saltar al callejón, se paró desde el primer instante e imposibilitó cualquier opción de triunfo.

Y así se dio carpetazo a la cuarta del ciclo albaceteño, que mira ya a la cita con los toreros y la ganadería local con ilusión y entusiasmo. Solo cabe esperar que el público responda igual de bien que ayer, cuando casi llenó la plaza. Es de esperar.

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