Vaya por delante una reflexión en negro sobre blanco. Si el encierro de hoy lo cogen por banda hace treinta años los por aquel entonces novilleros Enrique Ponce, Jesulín de Ubrique y Finito de Córdoba, a estas horas estaríamos hablando de una tarde histórica en Las Ventas.
Dicho esto, a buen entendedor pocas palabras bastan. Pero como estamos en el presente y no imaginando lo que pudo ocurrir hace ya demasiado tiempo, de lo primero que hay que hablar es del gran juego que dio la novillada enviada por Conde de Mayalde, que encima tuvo animales que eran auténticas pinturas, con unas hechuras fantásticas. Sin ir más lejos, el primero, de tan bonitas hechuras que hizo cosas en el primer tercio de haber sido tentado a caballo. Y en la muleta fue sensacional. Lo recibió a portagayola Rafael González, que después hizo un recibo por verónicas y gaoneras a pies juntos. En novillero e ilusionando. Pero después no fue capaz de aprovechar el partido que por ambos pitones ofrecía el extraordinario Andaluz, que humillaba con gran clase recorrido y franqueza, sin regatear ni una embestida. Sin embargo, González no pasó de solvente y poco apretado, así que aquello caló lo justo en los tendidos. El cuarto tuvo menos fuelle, pero también calidad, sobre todo por el pitón izquierdo, no queriendo por ninguno atosigamientos ni obligaciones que quebrantaban su buena condición. Pero la faena discurría y no pasaba de ser una sucesión de muletazos con oficio, así que en el tramo final acortó las distancias rematando con un sopapo fulminante que fue el verdadero pasaporte para la concesión de una oreja. Pero, que conste en acta, a mí ese lote me pareció de tres.
Marcos echó por delante a un muñeco de preciosas hechuras frente al que comenzó con cambiados en los medios. Tuvo nobleza, buena clase y humillación, pero no le sobró raza ni fuelle. Así que fue de esos a los que hay que torear sin meterte con ellos, con mucho pulso y gustándote para poner la salsa que falta. Pero su hacer nunca pasó los cauces de la corrección. Tampoco con el quinto, que fue el más encastado de la suelta, pero que al igual que los suaves, pidió siempre temple e ir embebido. No lo vio Marcos metido en los trastos, sobre todo por el derecho, así que los toques fueron duros de más, el utrero se fue desengañando y la faena difuminándose hasta quedar en nada.
Así las cosas, quien mejores sensaciones dejó fue Fernando Plaza. No tanto por lo que se vio en realidad, sino por lo que se le atisba. Por ejemplo, en el tercero me encantó la suavidad que imprimía en los embroques, jugando con los vuelos para embarcar el viaje de un utrero que aunque humillaba luego le costaba ir para delante. Hubo muletazos de dos y tres toques para empujarlo, y si a eso ya hubiera unido el perder un paso para dar con la media distancia, que era en la que el novillo embestía más cómodo, aquello habría cogido vuelo. Estuvo a punto de hacerlo la faena al sexto tras una tanda al natural donde el manso, pero encastado animal, se quiso rajar y él se la dejó muy puesta en la cara, logrando una serie de mano baja muy bien resuelta que fue sin duda lo mejor del festejo. Después hubo más intermitencias, pero cada vez que acertaba a dar sitio y engancharlo por ese pitón izquierdo sin dejar que la tocase sus buenas formas llegaban a los tendidos y daban esperanza a los que queremos verlo más veces.
Interesante novillada del Conde de Mayalde. Rafael González logra el único trofeo con el mejor lote. Fernando Plaza saludó una ovación y Marcos se fue de vacío. #SanIsidroenToros pic.twitter.com/wVkF9CNYHy
— Toros (@toros) 20 de mayo de 2019