La corrida de Victorino Martín en el Domingo de Ramos venteño se ha convertido en un acontecimiento. Ésta es la tercera temporada consecutiva en la que los pupilos de la A coronada descorchan la botella en Las Ventas en una cita que no es fácil. Nunca lo ha sido. El ganadero hace una llamada que la afición, en buena medida, responde. Como estos años de atrás, había expectación, y 15.000 personas no quisieron perderse un encierro casi cinqueño en su conjunto y bien presentado en líneas generales. Ahora bien, dentro guardaban bien poquito. Ninguno del sexteto sumó honra a la divisa extremeña en forma de poder, casta y bravura. Todo lo contrario. Lo poco que salió a merecer fue descastado, blando y suavón. Un toro muy alejado de lo que siempre es y siempre se espera de Victorino. Con este material delante, lo más destacado lo firmó Robleño con media docena de naturales notables con el cuarto. Chacón dio buena muestra de su capacidad lidiadora y gran oficio. Mientras que Moral naufragó en una tarde desdibujada y tras la que todavía le da vueltas a por qué no le metió mano al segundo de su lote.
Fernando Robleño le fue ganando terreno a poquitos a la codiciosa salida de Minorista, al que embarcó bien con la capa. Tras destacar con los rehiletes Jesús Romero, el madrileño brindó al cielo, a Pepe, buen aficionado del 7, una labor que no llegaría a nada y que solo tuvo como argumento la intachable disposición del torero, y es que el geniudo victorino desarrolló sentido y se defendió de mala manera, lanzando derrotes a diestro y siniestro. Su segundo, el imponente Verdadero, recibió una vara en la querencia y otras dos en la contraria. En este cuarto parlamento llegó lo mejor de la tarde, con cuentagotas, eso sí. Y es que Robleño, aun sin ligazón y con infinidad de tiempos muertos, dibujó media docena de naturales sueltos de nota altísima. No pudo hacer más ni mejor con un burel de medias arrancadas, de cortísimo recorrido y falto de transmisión por su paupérrimo fondo de casta y más que palpable mansedumbre.
De forma extraordinaria y derrochando sapiencia lidiadora, Octavio Chacón se sacó a los medios a Colombiano, llevándolo cosido en el percal corriendo hacia atrás. Su buen son con el capote lo refrendó con una tremenda media entre varas, así como en la réplica al quite de Moral. Tras brindar también a Pepe, cimentó en el pitón derecho una labor que no llegó al puerto deseado, merced fundamentalmente a que el toro, aunque pronto, no se desplazó con transmisión y acortó el viaje. El gaditano, que puso todo encima de la mesa y buscó siempre la colocación perfecta, no encontró reciprocidad en el animal, que se los tragó como un pan sin sal. Falló a espadas –con corte en la mano incluido– y eso todavía ensombreció más el capítulo. La visita al galeno se alargó por la complejidad del corte y hubo que correr turno. Correlindes, reseñado en quinto lugar, se lidió como sexto. Chacón quiso darle distancia en varas para que luciera el tercio y la afición se lo agradeció, muy con el torero. A partir de ahí, la nada. El pupilo de Victorino se vino abajo, afligiéndose de forma lamentable en la muleta que se le presentó. Con más pena que otra cosa, se dejó sin fuste por ambos pitones para disgusto de un público cansado de festejo.
El vareado Madero recibió pitos de desaprobación cuando apareció en escena, y más cuando no hubo entrega ni en varas ni en banderillas. Tras brindar como sus compañeros al añorado aficionado del 7, Pepe Moral comprobó con la muleta lo que este victorino había apuntado desde el principio, siempre midiendo y pendiente de todo menos de embestir como hubiera debido. La gente, decepcionada, también lo pagó con el desdibujado y ofuscado matador. En quinto lugar apareció el que iba reseñado como sexto, Mosquero, al que una parte de la parroquia se quedó con ganas de ver en una tercera vara. El torero sevillano se quiso gustar con el burel, que aunque se le adivinó calidad en su embestida, le faltó una tonelada de fortaleza, poder y casta. El trasteo resultó hasta empalagoso por la condición edulcorada del animal. Además, a Pepe le faltó en muchos momentos ajuste, ceñimiento y ortodoxia en su figura, cosa que también le fue recriminada. Como su lamentable uso de los aceros.
Parte médico de Octavio Chacón: Sección del aparato extensor del tercer dedo. Bajo anestesia local es intervenido en la enfermería de la plaza de toros. Pronóstico: reservado. Bajo su responsabilidad decide continuar con la lidia. Fdo. Dr. Máximo García Leirado.
Desilusión en Las Ventas por el juego de los toros de Victorino Martín. Madurez de Fernando Robleño y firmeza de Octavio Chacón. #AlbaserradaEnMadrid pic.twitter.com/R4Sdt8aaon
— Toros (@toros) 14 de abril de 2019