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Mi afición vale más que un voto
Opinión. Los vaivenes políticos de la Fiesta

Mi afición vale más que un voto

Darío Juárez

No se descubre América al decir que los grupos políticos más afines a la izquierda están acosando de manera palmaria a la tauromaquia de un tiempo a esta parte. Y eso que a lo largo de la historia el ir a los toros o ser taurino no lo regía el color azul, ni el naranja, ni el rojo, ni el verde, ni el morado. Hace apenas unas semanas, Podemos hacía referencia a la abolición de las corridas de toros. El arma putrefacta de un partido que con solo cuatro años de historia está absolutamente obsoleto de políticas reales, utilizando como tal una amenaza generalizada a todo aquello que pueda oler a España y sus tradiciones. Pero la verdad es que esto no lleva a un sobresalto en ningún caso, debido a que del populismo siempre emana un victimismo dogmático y de cambio para todo aquello que una sociedad avanzada pueda considerar como arcaico, desde los toros hasta una procesión. Pero en ninguno de los dos casos se blinda la palabra libertad para poder asistir sin miramientos. Sin embargo, del hambre y la pobreza acarreadas por el comunismo en un régimen político y totalitario, quedan excluidas todas esas consideraciones. Para eso todo sigue guay.

Ellos, junto con los enemigos –separatistas y terroristas– de España, fueron los que pusieron el gobierno en bandeja de plata al socialista Pedro Sánchez, con aquella famosa moción de censura. Un mecanismo legal como lo es la monarquía, el respetar el resultado de las urnas o el ir a los toros. Sin embargo, a ellos les pone mucho más todo lo que se sale de ese lícito marco. En cualquier caso, parece ser que es totalmente imposible, a día de hoy, pensar en no hacer política de la fiesta de los toros, cuando jamás lo fue…

Hace unos días, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, señalaba en Onda Cero sin póstuma introspección a sus palabras, que si por ella fuera prohibiría los toros y la caza. Si como ministra del Gobierno tuviera un mínimo de decencia, renunciaría a una cartera que utiliza para atacar a la tauromaquia de manera pusilánime y sin un ápice de crédito, con lo que ésta supone dentro de la ecología y el desarrollo sostenible de una grandiosa parte de los ecosistemas de nuestro país. Todo ello gracias a las dehesas del toro bravo y los cotos de caza, que hacen ser a España el territorio más rico de la biosfera terrestre.

A las pocas horas del pronunciamiento de la ministra, el portavoz del PSOE de Extremadura, Juan Antonio González, ha afirmado que su partido en esta región no comparte las declaraciones de la ministra, y ha asegurado que desde su formación en Extremadura siempre han defendido ambos sectores, fundamentalmente, porque generan empleo y riqueza y fijan la población al territorio.

Pero Podemos y PSOE no son los únicos culpables, por supuesto. En su día calló el Partido Popular cuando estando en el Gobierno no emitió festejos en la televisión pública, prohibió la celebración del Toro de la Vega y dio la espalda a la Fiesta con su silencio. A los populares se le puede sumar el caso de Ciudadanos, dirigido por un taurino acreditado y no confeso. Es decir, taurino pero avergonzado para reconocerlo por tener votantes contrarios a Fiesta, que hacen al partido ponerse de perfil. Ahora, y ante la irrupción sonora de Vox como único grupo que lleva en su programa la defensa de la tauromaquia, el secretario general del PP, Pablo Casado, se postuló en Murcia hace apenas tres días como defensor de la Fiesta, con datos en la mano y como nunca lo había hecho un dirigente de Génova de manera tan abierta. Lo único cierto es que ver las orejas al lobo defendiendo los toros para recuperar votantes, es la consecuencia de la desidia y el «nos da igual» más ingenuo de la derecha acomodada durante estos años. Unos por sobriedad de prejuicios y otros por tener al silencio como prejuicio prominente en sus políticas modernas, son culpables de la falta de promoción y, ante todo, defensa de la Fiesta.

Evidentemente, Vox no es el salvador de nada. Y ni mucho menos son los abanderados de nuestra afición. Son simplemente un síntoma de que la tauromaquia había sido olvidada por parte de las instituciones y por todos los grupos políticos a nivel nacional. Vox, por ahora, es el único que no se ha tapado ni parece que vaya a subirse al olivo para ponerse a salvo por defenderla.

Quién sabe si en las campañas de las próximas generales gran parte del escenario político abogará por la tauromaquia a carta cabal, como jamás lo ha hecho hasta ahora... Mientras tanto, tú y yo seguimos pasando por taquilla y secándonos el lagrimal cuando al toro se le ataca desde dentro o desde fuera. Lo único que tengo claro es que mi afición vale más que un voto.

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