Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Para empezar, una mansada
Para empezar, una mansada
Para empezar, una mansada
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Para empezar, una mansada
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Para empezar, una mansada
Para empezar, una mansada
Para empezar, una mansada
Para empezar, una mansada
Para empezar, una mansada
Para empezar, una mansada
Para empezar, una mansada
Madrid. Crónica 1ª de la Feria de San Isidro

Para empezar, una mansada

Alejandro Martínez

La tarde no podía estar más fea. El cielo, gris en sus distintas tonalidades, amenazaba lluvia. Pese a ello, muchos aficionados cogieron chubasquero y paraguas y se pusieron en camino. Su destino: la plaza de Las Ventas. Comenzaba la Feria de San Isidro y había que reencontrarse con los amigos y vecinos de localidad. Casi un año después, había ganas de toros. Pero la lluvia y los mansos aguaron la fiesta. Y es que, no sólo tuvimos que soportar los caprichos de la primavera; sino también, la primera mansada del abono. Qué mejor forma de arrancar este larguísimo ciclo isidril que con un buen desfile de mansos de la familia Fraile.. Un año más, desde el campo charro, llegó Valdefresno para regalarnos altas dosis de mansedumbre y falta de casta. Un encierro muy desigual de presentación, que sorteó un par de ejemplares impresentables por su más que notoria falta de trapío, y que encima luego se dedicó a corretear y huir de caballos, hombres y telas. Frente a semejante materia prima, los tres matadores encargados de abrir la feria se limitaron a intentarlo y a dar muchos pases.

Cerca de cortar una oreja estuvo Miguel Abellán ante el cuarto, el único animal del sexteto que se pareció algo a un toro bravo. El único cinqueño de la corrida, un toro grande, serio y montado, fue a la postre el único que regaló un puñado de buenas embestidas. Un astado muy en el tipo Atanasio, bizco del pitón izquierdo y algo acarnerado, que comenzó saliendo suelto como sus hermanos -el primer puyazo lo tomó ante el caballo que guardaba la puerta-, pero que sacó calidad y buen fondo en el último tercio. Ante él, Abellán firmó un trasteo que fue de más a menos y en el que se mostró tan listo como ventajista. Se metió a parte del público en el bolsillo en un par de series iniciales sobre el pitón derecho en las que encadenó -que no ligó- muletazos largos y templados, pero conseguidos gracias al truco de retrasar la pierna contraria. Con razón, el tendido siete le recriminó la colocación y a partir de ahí la faena cayó en picado. Pese a la buena condición y cierta codicia del toro, el madrileño no se acopló al natural y se acabó perdiendo en pases de compás muy abierto entre la división de los tendidos. Tras una estocada atravesada y un golpe de descabello, saludó una ovación. Menos pudo hacer frente al noble y flojo primero. Más vertical y relajado al principio, comenzó la labor dando distancia y citando al toro desde el centro. Después, y salvo algún muletazo de mérito, se puso pesado ante un animalillo que no transmitía nada.

También cansino se puso Daniel Luque ante el quinto, un astado impresentable que fue recibido con justas protestas por los tendidos. Alto, zancudo y anovillado, el de la divisa salmantina no tenía trapío ninguno y aún así fue aprobado por la autoridad. Manso como sus hermanos, se movió con tanta nobleza como sosería y acabó totalmente rajado. Muy jaleado por los tendidos de “sol”, Luque dejó algún natural de buen trazo y después se afanó en pegar pases y más pases ante la indiferencia del resto de la plaza. Para más inri, tuvo la genial idea de concluir la labor con ¡luquesinas! Ole tú. Más meritorio fue lo que realizó ante el mansurrón y geniudo segundo, que embestía a oleadas. El sevillano aguantó estoico los arreones que le propinó el animal y sacó agua de un pozo casi seco a base de toques muy fuertes, valor y firmeza. Eso sí, a la hora de matar se le fue la mano abajo.

Todavía más en blanco quedó la tarde de Jiménez Fortes. El malagueño, que fue obligado a saludar tras el paseíllo en recuerdo del grave percance sufrido en este mismo ruedo el año pasado, no tuvo opción ante un lote rajadísimo y completamente descastado. Tanto el terciado tercero, como el sexto, muy bajo y abierto de cara, se refugiaron al abrigo de tablas a la primera de cambio y fue imposible sacarlos y obligarlos a embestir. Un lote de moruchos ante el cuál Fortes lo intentó con voluntad y valor sin resultado. Pésima su suerte.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 1ª de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de plaza. Se lidiaron cinco toros de Valdefresno y uno (3º) de Hnos. Fraile Mazas, muy desiguales de presentación con algunos mal presentados (3º y 5º); mansos, nobles, descastados y flojos. Bueno el 4º.
  • Miguel Abellán: silencio y ovación con saludos.
  • Daniel Luque: silencio y palmas tras aviso.
  • Jiménez Fortes: silencio tras aviso y silencio.

 

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