Pomposo de apariencia fue el encierro de la Joya, encaste Parladé, lidiado ayer en la México. Lástima que gracias al juego de los animales se iba viniendo a menos el festejo conforme éste avanzaba. Se tuvo que recurrir al toro de regalo. Ahora fue en dos ocasiones y en ninguna se tuvo el éxito deseado. Luis David Adame, entre altibajos, más altos que bajos, logró acompañar las embestidas del último de la tarde en la lidia ordinaria, se llevó una fuerte voltereta por insistir en hacer un cambiado de espalda donde no debía y en una parte le ayudó a llegarle al público que empezaba a desesperar por todo lo que se venía dando, vendió una aparente lesión que al momento de correr a extrema velocidad, para buscar la petición de la oreja, pareciera que pasó por un lapso de amnesia dicho suceso. Este torero hidrocálido se hizo valer de recursos expresivos y técnicos, como aquellos que suele usar su hermano, pareciendo olvidar su propia esencia y a ratos volviendo a ella, que es bastante buena, sin demeritar el que ambos se juegan la vida; mató de estocada en muy buen sitio y logró cortar un apéndice, exagerado para unos y para otros no, aunque ciertamente no hubo quien lo recriminara y se concedió en base a la solicitud de la mayoría (como lo marca la tradición y el propio reglamento).
Andrés Roca Rey tuvo una actuación con instantes buenos, otros más con momentos electrizantes, pero no terminó por redondear su desempeño. En el segundo de la tarde dejó algunos pasajes muy importantes aunque los rescatables, artísticamente hablando, se recrearon en el astado que obsequió. Habrá que esperar a la próxima corrida de aniversario para ver si se le dan mejor las cosas.
Diego Silveti hizo el paseíllo a menos de que pasara un mes del sensible fallecimiento de su abuelo, el maestro Juan, que en paz descanse. Dio la impresión de que conforme pasaportaba a cada res, no ocurriría algo más y en el burel de regalo, único de procedencia diferente (Xajay), no terminó de haber acoplamiento total entre toro y torero.
Los tres diestros fueron llamados a saludar al tercio previo a la salida del primer astado. Pero queda la duda, al final, con tanto capote y cambiados por la espalda, dosantinas y recursos más, si estas tardes serán recordadas u olvidadas en el futuro por los aficionados.
Diego Silveti abrió plaza con Caporal, el quite que le propinó fue por gaoneras. Brindó al cielo. En el tercio de muleta el de La Joya era mejor por el derecho que por el pitón izquierdo. Acortó distancias el diestro dando la impresión de no haber comprendido del todo al burel. Escuchó palmas después de la estocada caída. A Ilusión después del caballo lo toreó por saltilleras. En el tercio de muleta el toro fue débil y no pasó algo importante. Con sombrerito, sobrero de Xajay para regalo, no hubo el entendimiento requerido.
Andrés Roca Rey a Cazador por poco y ordena que no lo piquen con ese pellizco que le propinaron por puyazo. Realizó quite por saltilleras y tres ajustados cambiados por la espalda, con la izquierda, al principio de su labor muleteril. Derechazos, recursos de espectacularidad, naturales, dosantinas, media estocada en colocación caída, un aviso y seis intentos con el descabello conformaron la primera parte de su actuación. Joyero, quinto de la tarde, no brindó opciones de faena al torero peruano. Al de regalo, Alquimista, lo recibió con larga de rodillas, chicuelinas y remate con media. El quite fue por gaoneras y revolera. La voltereta vino al protestar el toro por quererle hacer un cambiado en terrenos comprometidos. Buena fue la tanda por naturales. Las dosantinas se vieron interrumpidas por el viento, el desplante llegó tras el desarme que no gustó mucho. Mató dejando dos pinchazos arriba y estocada entera.
Luis David Adame le ejecutó a Artista un quite por chicuelinas y el manguerazo de Villalta después del primer tercio. El toro fue deslucido y el matador se vio un poco atrabancado. Fue voluntarioso el torero por ambos lados. Escuchó silencio. A Guajiro le cortó una oreja. El burel le propinó una fuerte voltereta tras un mal cambiado por la espalda. Recompuso su faena acompañando la embestida en cada pase con la muleta, templando. Bernadinas, estocada en buen sitio y petición mayoritaria concedida fueron el epílogo de su actuación.
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