Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Regreso triunfal al feudo
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CRÓNICA ZARAGOZA. 9ª FERIA DEL PILAR

Regreso triunfal al feudo

Antonio Martínez

El público de los rejones viene a la plaza a divertirse. Y me parece fenomenal, de verdad. Pero hay que tener un mínimo de criterio, digo yo. No es igual el jabugo que la mortadela, aunque muchos nos quieran convencer de eso. Al igual que lidiar un toro a caballo no es una demostración de doma con un toro por ahí corre que te corre. Volvía Hermoso de Mendoza a uno de sus feudos: Zaragoza. Abría plaza un anovillado con poquita fuerza con el que el navarro anduvo con tanta suficiencia que solo emocionaron los cambios de terreno por los adentros. Trasero y contrario el primer rejón de castigo, pinchazo hondo sin romper en la segunda entrada, más pinchazos contrarios hasta que bajó a tierra a descabellar. Un sainete. Un lindo gatito hizo cuarto. Galopando sin mucho celo tras la montura de Pablo en el recibo y montando a Disparate. Con problemas de remos se mantuvo en la arena. Para terminar el cuadro, el animal se refugió en tablas. Y, milagrosamente, apareció un pañuelo verde cuando ya casi tocaba matar. Palomo de presidente es garantía de espectáculo. Siguiendo para bingo: el toro se echó. Había una vez un circo que alegraba siempre el corazón... El sobrero, largo como un tráiler, manso como una morucha, embistió a arreones como era su condición. Hermosinas con Disparate desde los medios hasta la contraquerencia muy apretadas, con mérito. Se puede templar a caballo, aunque parezca mentira. Toro rebozado en arena de postre. Espada en lo negro. Y dos orejas en la tómbola de La Misericordia.

Lea Vicens conecta muy rápido con el público, lo que es extraordinariamente complicado. Y haga lo que haga, le aplauden. Lo mismo dejar un rejón de castigo hilvanado, que una banderilla donde caiga mientras caiga en lo negro, o una batida desplazando demasiado al animal. Todo eso pasó ante su primer oponente. Y la gente, encantada. El de Bohórquez, que cortaba el terreno, se le subió a la chepa. Falta de lidia. La elegancia le sobra, eso sí. Qué bien cae en el caballo. Rejón casi en la penca del rabo. Verduguillo y para carne. El quinto parecían dos partes de dos toros diferentes: un cabezón unido a un cuerpo normal. Con los gritos de ¡Viva España! de fondo comenzó su labor Lea ante el descastado murube. Pelmas. Misma elegancia, parecidos defectos que en su anterior. Al menos sabe montar a caballo. Y le echó garra, especialmente en un par al violín por los adentros. La espada cayó exactamente en el medio del lomo. Tuvo que volver a entrar a matar. Entrar a matar por el culo del toro es la aportación de Vicens al repertorio con la espada. Innovando.

El bilbilitano Pérez Langa volvía a Zaragoza tras doctorarse el año pasado en este mismo coso, con este mismo cartel, con esta misma ganadería, con esta misma gente en los tendidos. Un dèja-vu. Brindó al respetable su actuación. Gritos de ánimo desde la grada. Y allá que te sale el tercero de Murube, un animal que más se parecía a un capón que a uno de lidia. Otro que apretaba para los adentros. Manso de cencerro. Lo que sí que tenía era el ritmo que gusta en rejones. Y cierto punto de picante. Mario no logró templarlo; ni tampoco poderle. Tiró de casta y le sobró con eso. Ya es más que el año pasado. La plaza era un auténtico manicomio. Pinchazo sin soltar y bajonazo infame. En la línea de la feria. Cruceta y muleta. Por cierto, una muleta limpia para el torero. Ya no nueva, pero qué menos que limpia. Se paseó por el anillo por cuenta propia. Cada vez que suena la última jota en mi plaza me entra un no sé que qué sé yo. Hasta San Jorge, mi reina. Mucho tiempo. De nuevo el de la tierra ofreció su repertorio. Ante su segundo adversario dejó un rejón cerca del número. Donde caigan los garapullos, puestos como si fueran lanzazos. Las riendas a la altura de las orejas del caballo. Y dale duro con las espuelas. Al año que viene, más. Total, qué más da mientras traiga a Calatayud y a media provincia. Muy mal. Panza arriba el de los pitones mochos con el sable en su cuerpo, da igual dónde, tras dejar al animal como un colador. La parroquia le dio una oreja. La vuelta al ruedo con Sierra de Luna cantada por la plaza fue preciosa. De verdad. Los pelos de punta. Aragón y Zaragoza, mi tierra.

Y esto son los rejones. Alegría por doquier. No diferenciar lo bueno de lo malo. Hacia esto caminamos a pie si no le ponemos remedio. Urge un cambio de rumbo. Yo, al menos, trataré de evitar que esto sea un circo sin payasos. O con payasos, según el caso. Gracias por su paciencia estos días leyéndome. Si Dios quiere, seguiremos hablando de toros en el futuro. Por el toro, siempre por el toro.

 

  • Zaragoza. Plaza de toros de La Misericordia. 9ª y última de la Feria del Pilar. Con unos tendidos casi llenos, se lidiaron seis toros de Fermín Bohórquez, reglamentariamente despuntados para rejones, mal presentados, mansos, sosos y descastados, aunque se movieron en líneas generales.
  • Hermoso de Mendoza: silencio y dos orejas.
  • Lea Vicens: ovación con saludos y ovación con saludos.
  • Mario Pérez Langa: vuelta al ruedo y oreja.

 

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