Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Román ha vuelto
Crónica Bilbao. 3ª de las Corridas Generales

Román ha vuelto

Luis Miguel Parrado

La mejor noticia de esta tercera de las Corridas Generales está reflejada en el titular. Román Collado ha vuelto, con el mérito añadido de haberlo hecho después de su particular travesía del desierto en un plaza donde sale el toro tan serio como Bilbao. Iba a escribir en una plaza tan seria como Bilbao, pero después de otros acontecimientos que han tenido lugar hoy en ese recinto sería una afirmación que no tendría sentido alguno.

Román, desde que reapareció en la pasada Feria de Julio tras el cornadón de San Isidro, andaba buscando su sitio, su confianza, su verdad. Y todo lo encontró hoy en el Bocho, a pesar de que su lote no dio precisamente facilidades. Por delante, un colorado cabezón que no embistió humillado ni una vez. Era de esos que, en moderna acepción, se dice que tiene «muchas teclas que tocar». La primera, andar firme a carta cabal, y eso lo aplicó Román a rajatabla, pero es que además le cogió perfecto la distancia y tuvo el mérito de no dejarse tocar el engaño, algo fundamental para que el toro no se descompusiera. Lástima que después de pasarlo al natural aquello no alcanzase las cotas de antes, pero de todas formas fue muy serio lo que Román hizo allí.

Como segundo soltó a un cárdeno arromerado mucho más fino de hechuras, al que picó poco. Llegó el toro a la muleta con nula humillación, hasta el punto de pegarle un pitonazo en el pómulo al final de una tarascada por arriba en los de tanteo. No le importó a Román que, paciente, centrado y medido, le fue robando muletazos de mérito. Uno a uno, sin prisas, haciendo al toro y haciéndose con él. Cómo sería la cosa que al final de faena, en una tanda donde ya le apretó para ligárselos, el toro embestía medio metro más por abajo que al principio. Con la espada sigue sin verlo, pero por lo menos ya le entran y, visto el nivelito del palco, no hubiera sobrado que Matías le diera la oreja que pidieron los tendidos.

No hubo opción de ello para Álvaro Lorenzo, que pechó con un lote vacío. El primero, un burraco que se antojó más guapo en los corrales que en la plaza, se fue afligiendo como una pava conforme el tercio final avanzaba y acabó embistiendo a regañadientes. Encima llegó hasta a claudicar, así que no dio importancia alguna a la correcta faena del toledano. Cerró su lote Polvorón, que el año pasado ya había estado en Bilbao como sobrero de la corrida de Torrestrella y después hizo la misma función durante toda la Feria de Otoño en Madrid. Tanto trasiego le pasó factura y el animal tampoco rompió a embestir, pero sí pidió siempre ir metido en los trastos, porque cuando no era así marcaba a su matador, que no tuvo otra que matarlo con dignidad.

Decía en la primera línea que lo más importante de la tarde es que Román había vuelto. Quienes hayan oído que un matador cortó hoy dos orejas en Bilbao pensarán que estoy desvariando porque eso sí que es importante. Pues no, queridos lectores, lo del matador en cuestión no, lo del toro sí. Porque ese Florista era de los animales que hacen buenos dos dichos. Uno, aquel de «llevaba un cortijo en cada pitón». Otro, «pídele a Dios que te libre de un toro bravo». Y este lo fue, y con su bravura desbordó a Luis David (Adame) que anduvo con él tosco, esforzado y hasta a merced del encastado animal, que le perdonó unas cuantas veces la voltereta. Y es que allí nunca hubo mando, dominio ni sometimiento. Tampoco la distancia que el animal pedía para lucir sus virtudes, que de haberle hecho las cosas a favor eran todavía más de las que el matador dejó entrever. Pero hete aquí que a los exiguos espectadores que había en la plaza aquello le cayó en gracia y le pidieron la oreja. Encima Matías, que ya va para vejete, la concedió.

Pero eso no fue nada en comparación con la que le dieron del sexto por una faena plena de ventajismos, donde los muletazos se sucedieron lo mismo que se hacen bollos en una panadería industrial y dejando exactamente el mismo sabor que ese pan de paja que comemos ahora. Mató entre recibiendo y al encuentro y ahí llegó lo más triste. La afición de Bilbao, otrora tenida por una de las mejores y más exigentes de España, no sólo pidió la primera oreja, sino que una vez concedida ésta solicitó con fuerza la segunda. Lo cierto es que antes habían aplaudido lo que allí pasaba como si fuera algo bueno de verdad. Yo no daba crédito a lo que veía, y la alegría de Adame, que saldó la tarde con dos increíbles orejas, contrastaba con mi pena. No por el hecho en sí, que ojalá le sirva al mexicano para algo, sino porque hoy comprendí que Bilbao está perdido. Hace no mucho tiempo un triunfo de dos orejas en Vista Alegre era pura categoría, hoy ha sido algo de vergüenza ajena. Qué pena, de verdad.

 

  • Bilbao. Plaza de toros de Vista Alegre. 3ª de las Corridas Generales. Un cuarto de entrada. Se lidiaron seis toros de Torrestrella, variados en todo, capas, hechuras, cornamentas y comportamientos, destacando el gran juego dado por el bravo tercero, Florista-26. Pesos: 549, 525, 543, 532, 536 y 551 kilos.
  • Román (frambuesa y oro): saludos y vuelta al ruedo.
  • Álvaro Lorenzo (azul prusia y oro): silencio en ambos.
  • Luis David (malva y oro): oreja en ambos.
  • Saludó en banderillas Sergio Aguilar, que bregó con maestría, al igual que Miguel Martín y Rafael González Amigo.

 

Sigueme en Twitter Sígueme en Twitter @LMParrado
Comparte y comenta esta noticia: