Tarde con ambiente en las taquillas a escasos momentos del inicio, y con ganas en los tendidos por ver a los tres espadas. Cada uno en su concepto, que hacía prever una tarde entretenida de toros en la segunda cita de la temporada venteña. Abrió plaza un colorado del hierro titular, que sorteó el toledano Eugenio de Mora, sobrado de oficio y muy por encima toda la tarde con respecto a sus oponentes. Toro sosote, no permitió nada de lucimiento, ante el que quedó patente las ganas y disposición del torero, que entendió bastante bien al burel. Le administró una lidia basada en una muleta firme y siempre puesta que hizo que el toro se mantuviese atento a los engaños. Eso y una rotunda estocada le valieron para saludar una calurosa ovación desde el tercio. El cuarto fue un toro de condición totalmente diferente a sus hermanos, con una mayor calidad, pedía sosiego en la distancia corta y espacio para el cite. Eugenio lo supo ver perfectamente y no dudó en hincar las rodillas en tierra para muy aguerrido empezar un trasteo de gran calado que cuajó en los tendidos a base de correr muy despaciosamente la derecha, como si de acariciar la seda se tratase. Tras una certera estocada no dudó el público en pedir afanosamente la merecida oreja.

Si esto fuese el juego de hundir la flota, diríamos que Pepe Moral disparó al agua. No tuvo suerte y sorteó dos toros que no le concedieron posibilidades. El primero de ellos se paró demasiado. Acudió al cite con la cabeza alta, saliendo de él de forma protestona. El que hizo de quinto no fue mucho mejor, aunque algo más estético, siguió la línea del segundo y tampoco dejó mostrar nada del concepto del sevillano. Se marchó inédito, dejando dos buenas estocadas, signo de que la preparación ahí está, solamente a la espera de que salga el toro.

Volvió Víctor Barrio a Las Ventas y no dudó en recibir a su primero desde el centro del platillo por saltilleras. Mucho brío de su primero, que se fue apagando poco a poco durante la lidia. Le tocó tirar de oficio y tratar de hacerle faena, porque tampoco dio opción al lucimiento. El público venteño reconoció las ganas del segoviano, sacándolo a saludar al tercio. El culmen de la tarde fue un manso, que buscó afanosamente la huida. Muy pitado por los aficionados que veían como se diluía la última esperanza de ver el toreo de Víctor, que hubo de aprovechar las pocas arrancadas que Ilusionado concedió al hilo de las tablas y a base de tesón conectó con el tendido que reconoció su labor. Mató de estocada y dos golpes de descabello y dio la vuelta al ruedo.

No eran lo que venían buscando ninguno, pero su disposición y ganas les hizo ser despedidos entre ovaciones y que el público quede con ganas de una nueva edición de cada uno. Eso sí, ojalá que con oponentes a la altura.

• Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. Domingo Resurrección. Casi media plaza en tarde fría pero con ambiente. Toros de Martín Lorca (1º, 4º y 5º) y Escribano Martín (2º, 3º y 6º). Variados de juego, aunque mansos y justos de fuerzas en líneas generales; pitados en el arrastre 3º, 5º y 6º, y ovacionado el 4º.
• Eugenio de Mora (obispo y oro): ovación con saludos y oreja.
• Pepe Moral (grana y oro): ovación con saludos y silencio.
• Víctor Barrio (grana y oro): ovación con saludos y vuelta al ruedo tras leve petición.
• El picador Luciano Briceño, de la cuadrilla de Víctor Barrio fue ovacionado. Aplaudidos en la lidia y en banderillas Roberto Martín “Jarocho” y Alberto Zayas, a las órdenes de Víctor Barrio; y Agustín González, de las filas de Pepe Moral.