Camino de la enfermería, Filiberto aguantaba las lágrimas a duras penas. Y seguramente no estaba al borde del llanto por la cornada que después se confirmaría que llevaba, sino por no haber matado al quinto. Lo había cuajado al quinto, el único que se salvó del desastre (en presentación y juego) de la novillada de Buenavista, pero la espada se volvió a cruzar en su camino. Y por segundo año consecutivo no pudo salir a pie de la plaza, de nuevo, se marchaba herido. Y él, Filiberto, fue el protagonista de la segunda novillada del abono albaceteño. No sólo por la cornada, sino por firmar lo único destacable de un aburrido e insoportable festejo marcado por la falta de fuerzas y casta de los novillos, y también por la pobre imagen mostrada por las dos estrellas del cartel: Álvaro Lorenzo y, sobre todo, Francisco José Espada. Los dos venían con gran ambiente y ninguno consiguió ofrecer la dimensión de otras tardes. Y con estas, al final, uno de los carteles más atractivos e ilusionantes se convirtió en casi una pesadilla.
Antes de que saliera el quinto, el encierro de Buenavista iba camino del pleno. Pleno de descaste y flojedad, claro. Gracias a Dios apareció Pajarero, un castaño con algo más de apariencia que sus hermanos previos. Y es que esa fue una de las noticias de la segunda de feria: la impresentable fachada de la primera de las dos novilladas picadas programadas. Es verdad que no debemos pedir una corrida de toros para los chavales, pero de ese extremo a lo que vimos… Encierro con algunos ejemplares escurridos y sin remate, y otros más cuajados, pero casi todos excesivamente cómodos y sin seriedad por delante. Eso por no hablar de las sospechosas defensas que todos lucieron al salir de chiqueros. Y el interior no fue mejor.
Hubo nobleza e incluso buena condición en la mayoría, pero también una falta de casta y transmisión que se tradujo en nula emoción en los tendidos. Además, la mayoría perdieron las manos o se derrumbaron en más de una ocasión. Afortunadamente, ese quinto se salvó de la quema. Sin ser un animal excepcional, tuvo un cierto fondo, movilidad y fijeza que acompañó de bondad y duración. Y eso que había sido al que más (por no decir al único) que le habían pegado algo más en el caballo. Y con ese afortunado material, Filiberto firmó una faena notable en la que destacó por su templanza y por la largura de los muletazos. A veces más en línea y despegado, otras más ajustado y encajado, consiguió lo que parecía a esas alturas imposible: que el público se volviera a meter en la tarde. Tenía una oreja de peso (o quizás dos conociendo la gran exigencia de esta plaza), pero pinchó. Y en uno de esos momentos finales, cuando intentaba finiquitar a su enemigo, resultó cogido y herido. A pesar de ello continuó hasta acabar con él, y tras recoger una cariñosa y fuerte ovación, se marchó por su propio pie a la enfermería. El primero de su lote, también noble y con clase, sin embargo, tenía la casta bajo mínimos y faltó mayor transmisión en su embestida. El de Calasparra, irregular, también fue alcanzado por el utrero de Clotilde Calvo, y como consecuencia se llevó un fuerte golpe en la rodilla del que se resistió con una severa cojera.
Se esperaba a Francisco José Espada tras su destacado triunfo la pasada Feria de San Isidro en Madrid, pero aquí mostró poco de lo mucho bueno que vimos aquella tarde. Aunque es verdad que posee un buen corte, se mostró espeso y a sus dos labores les faltó muchísima limpieza. Enganchón tras enganchón, nos torturó con dos trasteos interminables ante dos animalejos frenados por su falta de vida. Mira que están empeñados en realizar faenas largas aún cuando no sucede nada de interés en el ruedo… la moda. Y, hablando de modas, la instaurada hace ya unas temporadas por José María Manzanares. Sí señores, esa de no echar la pata “pa’ lante” ni en un solo muletazo. “Un pasito atrás María…” Pero claro, si el alicantino, con ese toreo ventajista hasta el extremo triunfa tarde tras tarde… ¿cómo no le van a imitar?
Por su parte, Álvaro Lorenzo volvía a una de sus plazas talismán. Y si otras tardes nos había convencido con esa mezcla de valor, madurez y buen concepto, esta vez nos aburrió con otros dos trasteos tan largos como un día sin pan. Muletazo va, muletazo viene… y vuelta a empezar. Lo único positivo y esperanzador de su tarde fue el buen manejo con el capote. Corrió la mano a la verónica con plasticidad y templanza, algo que seguramente habrá aprendido de su amigo y compañero de entrenamientos, Daniel Luque.
Parte médico de Filiberto: Herida por asta de toro en cara interna de pierna derecha, con orificio de entrada de 7 centímetros y trayectoria ascendente de 15 centímetros, que produce rotura de fascia y fibras musculares del gemelo interno. Con anestesia raquídea se procede a Friedreich de herida y ampliación de la misma hasta exponer la trayectoria. Se procede a limpieza de herida, colocación de drenaje y sutura muscular y de fascia. Se hace profilaxis antibiótica con augmentine 2 grs. Pronóstico menos grave. Fdo. Dr. González Masegosa.
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