El talón de Aquiles en México es ver a los toros bien presentados en las distintas plazas. Desde hace años se ha confundido el trapío con el peso sin considerar que lo esencial es la edad. Pareciera que esa visión no desaparece y es una de las tantas cosas que vienen a perjudicar a la propia fiesta.
Ayer regresó la comercial ganadería de Fernando de la Mora y de último momento, prácticamente se da a conocer el peso de los toros a la hora que se publican las tarjetas del sorteo -de hacer públicas las imágenes de los astados desde que llegan a los corrales ni hablamos- y la mayoría de la gente se da cuenta hasta el momento del festejo, fue entonces que nos percatamos que la corrida promediaría supuestamente 600 kilos.
La morfología del toro mexicano no da para tanto y es común ver que cuando se anuncian en ese tenor los animales salen aplomados, sin movilidad y hasta acusando debilidad. Más aún si ese excesivo peso no fue generado por músculo. Los toros gordos no tienen trapío, como coloquialmente se dice: “les pesan los kilos” y no auguran emoción.
Edad, el trapío lo da en primer lugar el tiempo de vida del animal; en segundo lugar irán otros factores, entre ellos el peso, el cual deberá ser acorde a tener un toro fuerte. Lo malo, a final de cuentas, es cuando se simula tanto una cosa como la otra. Así como se suelen mandar bureles que no cumplen con el peso mínimo y a algunos, como si fuera por arte de magia, les andan ayudando a llegar y hasta con un poco de más, tampoco es bueno llegar al extremo de anunciar toros muy pesados. Ahora sí que como dice el refrán: “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”.
Al final, el festejo de ayer en el ramo ganadero se convirtió en una súplica para que se conserve la edad de los animales, tengan menos kilos de los que se anunciaron y sí posean más bravura (fundamental).
Como aquel 20 de noviembre de 2011, volvieron a actuar en la México juntos Sebastián Castella, Octavio García “El Payo” y Juan Pablo Sánchez, quien confirmaba su alternativa en aquella vez. El encierro de ayer se prestó muy poco para el lucimiento de estos toreros artistas, Sebastián Castella con cadencia y clase pudo hacer una buena faena al séptimo, Octavio García “El Payo” con profundidad y sello artístico le realizó una gran labor muleteril al segundo de la tarde y a Juan Pablo Sánchez, quien topó con lo peor, se le agradece el no haber recurrido al toro de regalo en esta ocasión y así no haber hecho del festejo un mar de cansancio. Durante toda la corrida fueron comunes las fallas con los aceros y no se cortó ningún apéndice.
Sebastián Castella lidió a Espanta Suegras, que entró al caballo en dos ocasiones y El Payo, intentando prender mecha, le realizó un quite por mandiles. En el tercio final el toro era deslucido, soso y manso. Escuchó el primer espada un aviso. Con Mi TX fue desangelado el inicio de capa hasta que pudo ejecutarle una chicuelinas. Con la muleta el diestro galo se enfrentó a un astado con nula movilidad y carente emotividad por consecuencia. Regaló un astado al que le hizo buena faena, la clase y el temple siempre lo acompañaron, perdió la oreja por haberlo matado de un bajonazo.
Octavio García “El Payo” enfrentó a Quitapenas, astado que recibió un puyazo muy trasero al haberse arrancado de largo. En el tercio de muleta el matador lo toreó caminándole soberbiamente para sacarlo a los medios. Tanto por el pitón derecho, como por el izquierdo, le extrajo muletazos llenos de arte, solera y profundidad. El punto más alto vino cuando ligó una dosantina, un pase redondo que terminó con un formidable cambiado y desdén. Con un punto más de bravura al toro, o tal vez con un correcto puyazo, la faena hubiera sido aún más importante. Escuchó un aviso por tardarse en matar al burel y saludó al tercio después de todo ello. A Gitanillo, astado soso y débil nada le pudo hacer y decidió regalar un toro más con el que no pasó algo importante.
Juan Pablo Sánchez a Bandolero lo bregó con el capote por los adentros para sacarlo a los medios. El astado llegó parado al último tercio. A pesar de que el diestro hidrocálido buscó terrenos, distancias y probó por ambos lados, no obtuvo colaboración lucida del burel. Fina Estampa acusó exagerada mansedumbre con los picadores. Para el tercio final el diestro tuvo que abreviar pues no podía hacer más con semejante animal rajado.
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