Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Un bolero Nazarí de enSueño
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Un bolero Nazarí de enSueño
Un bolero Nazarí de enSueño
Un bolero Nazarí de enSueño
Un bolero Nazarí de enSueño
Un bolero Nazarí de enSueño
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Un bolero Nazarí de enSueño
Un bolero Nazarí de enSueño
Un bolero Nazarí de enSueño
Un bolero Nazarí de enSueño
Crónica Madrid. 10ª Feria de San Isidro

Un bolero Nazarí de enSueño

Darío Juárez

Al César lo que es del César. Está de más dar cabida a un nido de dudas cuando se habla del cetro del toreo a caballo. Una vez más y ya son trece, el torero de La Puebla abre otra puerta grande en Madrid. Antología de un mito del arte del rejoneo, que puso de pie a la monumental con una cuadra de galones y galanes. Era torería, el punto más álgido del temple y la ligazón en su máxima expresión. Cuánto se agradece ver la disposición de un torero cuando la obra se realiza a conciencia, sacando de donde no hay y llevando a los altares a dos caballos que tienen una pureza y un talento innato, cuando se visten de artistas y bordan el toreo delante de la cara del toro: Nazarí y Sueño.

Doce más una para los supersticiosos o trece para el resto de mortales. Es igual, aunque no hubiera salido a hombros, el derroche de disposición y maestría ofrecido por Diego Ventura fue excelso. Dos faenas distintas y muy medidas para el deleite del público que abarrotaba Las Ventas. El primero de su lote sería el mejor toro del encierro. Alto y nada descarado, tenía un tranco y un son al embestir con el que derrochaba alegría. Era el momento de Nazarí. Ese castaño torero con crines recogidas ya aguardaba la conjunción con Jardinero. Llegado a su vera, empezó a hilarlo a la grupa y el estribo, templando el tran tran de la embestida hasta completar dos vueltas al anillo del redondel. La plaza estallaba de júbilo y el jinete sabía que lo que tenía delante era de categoría. Cambió de montura a Fino. Este tordo haría las delicias de los espectadores para terminar el tercio de banderillas largas citando con el passage esperando en tablas, para en un última instancia y con mucha valentía, quebrar en la cara del toro. Cerraría con Remate este tercio y con Bombón ejecutaría la suerte con un rejón entero tras pinchazo para la concesión de la primera oreja.

Quedaba más, la segunda parte sería la pieza clave que le faltaba al puzzle. Con un oponente reacio y quejoso, un Ventura impávido sabía lo que se jugaba, así que empezó a torear. Se sacó al toro a los medios, lejos de tablas donde se quería refugiar. Allí tiraba derrotes a la grupa de Bronce para de seguido sacar a la otra joya de la corona. Sin montera aparecía por el patio de caballos Sueño. Un idilio de animal que restauró por momentos las feas embestidas que tenía el de Los Espartales. Un día más, dando puntadas a un hilo interminable, volvía un sastre que embebía la tosca acometida del toro a su pecho y su grupa. Banderillas al límite y las tablas como testigos de un férreo valor. Madrid era un clamor. Por mala fortuna, con el rejón se le iría la firma de la faena. Un pinchazo y un rejón muy trasero y desprendido sería el epílogo para la concesión del segundo apéndice. En mi opinión, excesivo.

Andy Cartagena regresaba por segunda semana consecutiva a esta Feria de San Isidro. En su 20º aniversario de alternativa, sería una tarde para el de Benidorm en la que la colaboración de sus oponentes con él y su cuadra no llegaría a buen puerto. El primero de su lote fue muy distraído de salida y Andy intentó emplazarlo en los medios para después poder desplazarlo donde el toro menos acusaba. Un tercio de banderillas inusual, haciendo ver dos palos defectuosos por un arpón indebido o por clavar en el mismo rejón de castigo. Se enfriaría el tercio y no conseguiría levantarlo a posteriori, al errar con el acero. El cuarto fue un saco roto de transmisión, afeaba saliéndose de los tercios y haciendo caso omiso a la lidia de su matador. Ante esa imposibilidad, Andy tiró de repertorio de doma, con cites como el tierra a tierra a una mano o el levantar a Luminoso de manos para calentar a la grada. Lo demás era relleno.

Inauguraba su feria y cerraba el cartel Leonardo Hernández. La mala suerte del sorteo caería en su haber. Un lote manso, frío y sin ninguna condición. El tercero fue huidizo en todo momento, buscando la salida del callejón hasta que la encontró a la altura del tendido 5. Riñonada contra el cemento para este Sardinero, que se repondría de nuevo en el ruedo pero con poco gas. Despacio y Xarope trabajarían en mayor medida para intentar sacar al toro de las tablas y poder banderillearlo. Este último, con una cabriola de postín, cerraría su faena, incluyendo un pinchazo hondo para recoger una ovación. El cierraplaza fue para olvidar, un animal descastado y sin buscar espacios en ningún momento. Leonardo lo intentó por H o por B pero fue imposible. Marcó mucho sus querencias así que concluyó abreviando su actuación y bajándose del equino para descabellar.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 10ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron seis toros de Los Espartales, reglamentariamente despuntados para rejones y de escasa presentación. Distraído el 1º, enclasado el 2º, huidizo y descastado el 3º, parado y soso el 4º, de menos a más el 5º y manso desclasado el 6º.
  • Andy Cartagena: silencio y ovación con saludos.
  • Diego Ventura: oreja y oreja.
  • Leonardo Hernández: ovación con saludos y silencio.

 

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