Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
Volver
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Un himno gigante y extraño
Crónica Sevilla. 7ª de la Feria de Abril

Un himno gigante y extraño

Darío Juárez

Bécquer despertó de un letargo de confort del verso de época para realzar la poesía que había dejado el Romanticismo byroniano de Espronceda. El susurro que emerge en la lírica profunda al resquebrajar la poesía heroica hizo nacer en él un acercamiento hacia temas más íntimos como el amor y la muerte. Se cansó de escribir para hazañosos y osados que sólo vivían de emociones efímeras. Lo acontecido en la Maestranza con Orgullito y El Juli traza un paralelismo con esta rima, escalonando y guardando bajo un palio de hemeroteca millenial el poder –en todos los sentidos– de una figura del toreo con el paso del tiempo y su capacidad intrínseca de llenar los corazones de los tendidos sevillanos de emoción al compás de «un himno gigante y extraño». Sí, ese que aflora entre rebujitos y estampas de feria triunfalista, que no escatima en regalar y solicitar trofeos, y que por el contrario, sí obvia otros aspectos que adolecen de criterios rigurosos para tratarse de un coso de primera categoría. Pero no seré yo, Dios me libre, quien le quite un ápice al mérito de poner boca abajo una plaza con un lote para soñar el toreo.

Estaba escrito que la tarde se iba para el barrio madrileño de San Blas. Un indulto desbordado y sin baremos ni referencias en los primeros tercios caló en un palco convencido de lo que sus ojos acababan de presenciar. Mi atrevimiento se aminora si tengo que tildar de histórico algo que sí lo es por la repercusión, por supuesto, pero no por su intrahistoria. Orgullito-35, de Garcigrande. Un toro que cantó de salida por el palo que iría en el recibo de capote a pies juntos de El Juli. Tras el cambio de tercio, llegó el impasse en la lidia de este gran toro de Justo Hernández. El animal, con un tranco exquisito, acudió al caballo en las dos ocasiones, pero haciendo un pelea discreta y entre algodones, ya que no empujó de riñones como lo haría realmente un toro bravo. Algo que pareció pasarse por alto para pedir el indulto. Lo quiso lucir también en quites dejando una media abelmontada para enmarcar. La cuadrilla lo mimaba haciendo presagiar lo que estaba por acontecer.

El fondo del toro era un resorte y Julián lo supo aprovechar y de qué manera... Tandas por ambas manos que alargaban la embestida de este quinto con la lineal tauromaquia julista. Nadie lo va a descubrir con 20 años de alternativa. Reciprocidad, celo, repetición y un consorcio de ingredientes fecundaban una petición de indulto llena de júbilo y alegría en esta tarde de clavel sevillana, haciendo que los tendidos tocaran las palmas antes de acabar las tandas. Dominio, seguridad y claridad de ideas como muy pocos pueden presumir, sobre todo al conocer la ganadería como la palma de tu mano. Haber paseado el rabo de ese buen toro hubiera sido algo grandioso, merecido e igualmente laureado. Pero Orgullito ya ha entrado en la historia por ser indultado, como lo fueran también Arrojado y Cobradiezmos. Ahora, el tiempo y la memoria dirá qué condiciones de cada uno son las que jamás se borrarán de ese rincón sentimental por el toro que hay en la mente de cada aficionado.

Antes de todo esto, El Juli ya tenía la potestad de salir a hombros por la puerta de cuadrillas tras desorejar al primero de su lote. Un toro noble y con cuajo pero con una cara lastimosa y brocha para una plaza como Sevilla. Vamos, sin cara. Se dejó en la muleta por ambos pitones y Julián lo templó y supo afianzarse con lo que le regalaba en un palmo de terreno. El animal se apagó y tras una estocada trasera, las dos orejas hacían de prólogo de una tarde dorada para la tauromaquia julista.

Enrique Ponce cortó una oreja del cuarto tras una faena para tapar los defectos de un manso feote y sin trapío. Dominó por abajo un inicio de faena facultativo y muy torero, para de seguido ligar tandas con su personal estilo, siempre reñido con las cercanías. Tratante se rajó y lo pasaportó con una estocada caída para el póstumo trofeo. Con el primero demostró cierta falta de entendimiento, y es que el toro no embistió como la mayoría con los que acostumbra a triunfar o con la sensación de docilidad que transmiten muchas de sus actuaciones, al hacerlos buenos cual enfermero. De esos con los que sueña en los tentaderos que sube a Instagram y que empalagan al más goloso. Pero no. Salió un toro justito de todo. No se quiso salir de la muleta y reponía hacia los tobillos como un cosaco. No tenía clase pero si movilidad y humillación. Ponce buscó la profundidad que Despensero no tuvo. Muletazos y machetazos de abrevio, faltando a la (mala) costumbre de alargar las faenas por años sin término.

Con apatía, de luto en su vestir y sin sitio, se encontró un Alejandro Talavante que hasta ahora ha pasado muy de puntillas por Sevilla tras dos tardes, y a la espera de la última, que es inminente. Se topó con un toro mal hecho y nefastamente presentado. Además tenía a la sosería como fiel escudera de la nobleza, llegando a la muleta para definirse del todo en dos tandas con manos distintas, que más que lidia sirvieron de alivio antes de terminar con su vida. El sexto fue otro toro alto y feo con el que el extremeño, sin ganas, superado por los acontecimientos de la tarde y con su mala suerte del sorteo, desistió de inmediato.

 

  • Sevilla. Real Maestranza de Caballería. 7ª de la Feria de Abril. Casi lleno en tarde soleada. Se lidiaron cuatro toros de Garcigrande y dos de Domingo Hernández (2° y 6°), de mala e irregular presentación. Sin profundidad el 1°, con transmisión el 2°, flojo y a menos el 3°, muy noble y rajado el 4°, muy bueno en la muleta el 5º (Orgullito-35, negro listón, de 528 kilos y nacido en 12/2013), que fue indultado, y vacío el 6°.
  • Enrique Ponce (rioja y oro): silencio y oreja.
  • El Juli (aguamarina y oro): dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos.
  • Alejandro Talavante (negro y azabache): silencio y silencio tras aviso.
  • Juan José Trujillo se desmonteró tras parear al 6º.

 

Sigueme en Twitter Sígueme en Twitter @dariojc21
Comparte y comenta esta noticia: