Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Un novillero al que esperar
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Un novillero al que esperar
ALBACETE. 7ª DE LA FERIA DE LA VIRGEN DE LOS LLANOS

Un novillero al que esperar

Alejandro Martínez

El sexto novillo de la tarde, con más trapío que muchos de los “toritos” que matan a diario las figuras, se hizo el amo de la plaza. Había empujado en el primer puyazo llevándose al caballo hasta las tablas, pero fue un espejismo. No era bravo. Todo lo contrario. Y lo demostró saliendo suelto del encuentro. Luego, en banderillas, se puso a esperar y a embestir a arreones, y los peones protagonizaron un auténtico mitin. El novillo, manso, había quedado crudo y no parecía dispuesto a rendirse fácilmente. Y, así, con la cuadrilla recogiendo los papeles perdidos, Diego Carretero montó la muleta y se fue a por el de Lozano Hermanos. Y no lo dudó. Sereno, firme, tranquilo, recogió al animal, se colocó en el sitio e intentó torear. Lo intentó, pues el morucho que tenía delante apenas se lo permitió. Midiendo, esperaba el momento para abalanzarse sobre su presa. Carretero, bien colocado, mostró al igual que en su primero que, pese a su juventud e incipiente carrera, posee un buen concepto y piensa delante de la cara del toro. Y eso, señores, no se ve todos los días. Con este tan sólo pudo mostrar voluntad y buenas formas, y debido a lo que expuso y a las complejidades del astado, fue volteado feamente y salió dolorido y cojeando. Después, con la espada, se puso a pinchar con espada y descabello y casi le tocan los tres avisos.

Antes, tras finiquitar a su primero, había cortado una oreja. Lo logró tras dejar patente ese concepto clásico del toreo. Bien colocado casi siempre, y con la muleta por delante, intenta torear por abajo, con el compás abierto, pero sin perder la naturalidad y el encaje de riñones. Fue un trasteo largo y bastante plano, pero no por su actitud, sino a consecuencia de la escasa transmisión de su oponente. Ese tercero, otro utrero bien presentado, de buenas hechuras y abrochadito por delante, tuvo nobleza pero se movió con sosería. Esa falta de emoción provocó que la faena no rompiera. El de Hellín, muy tranquilo y templado, en un alarde de personalidad, dejó guardadas las manoletinas o bernadinas de rigor, y concluyó la labor con unos muletazos por alto de gran torería que remató doblándose por bajo. Tras dejar una estocada casi entera, suelta y atravesada, acertó a la primera con el descabello y paseó el trofeo. Con el peor lote, y con tan sólo dieciocho años, firmó una actuación seria que invita a esperarle y seguirle. Su reciente triunfo en Calasparra, que le valió ser proclamado ganador de la prestigiosa Espiga de Oro, parece no haber sido producto de la casualidad.

Menos afortunada fue la actuación del novillero nacido en esa localidad murciana. Filiberto, que en tan sólo un par de semanas se presenta en Madrid, dejó marchar al excelente primero, un astado con el hierro de El Cortijillo que albergaba un cortijo en cada pitón. Precioso de hechuras, Chalan, negro bragado, meano corrido, axiblanco, girón y algo calcetero y coletero, demostró desde el principio que por su sangre corrían las mejores virtudes del encaste Núñez. Muy noble, de gran clase y humillación, también tuvo movilidad y exigencia. Templado por momentos, Filiberto firmó una faena muy intermitente en la que sobresalió al ejecutar tres naturales de excelente trazo y algunos derechazos largos y profundos. Eso sí, casi siempre citando fuera, en la periferia, anduvo manifiestamente por debajo de Chalan. Intentó correr la mano y llevarlo largo, sí; pero se quedó muy lejos de lo que exigía tan magnífico animal: bordar el toreo. Tras un pinchazo y otro pinchazo hondo en buen sitio, saludó una ovación. Mismo resultado obtuvo tras acabar con el cuarto, otro novillo de grandes posibilidades. También noble, el de los Lozano, embistió con codicia por abajo, pero cuando se le hicieron bien las cosas. De nuevo por debajo, volvió a faltar ajuste entre toro y torero. Por cierto, alguien le debería decir que la muleta se coge por el centro del estaquillador y no por el extremo. Su labor estoqueadora, mejor olvidarla.

Un año después de su debut con picadores, y sin haberse enfundado desde entonces el traje de luces, volvió a Albacete Pedro Jesús Merín. Con gran voluntad intentó estar a la altura de la ocasión, pero la falta de oficio se cruzó en el camino. Con grandes lagunas técnicas hizo lo que pudo con un lote desigual. Su primero, segundo en el orden de lidia, fue un manso con movilidad que tuvo mucho que torear. Aunque solía soltar la cara y defenderse al final de los muletazos, ese defecto quizás podría haber ido a menos si en algún momento se le hubiera llevado toreado y sometido. Merín, muy entregado y colocado en el sitio, anduvo muy acelerado por momentos, y debido a la falta de mando, surgieron demasiados enganchones. Sin perder la verticalidad en ningún momento, sufrió una voltereta de la que salió magullado y por la que luego tuvo que pasar por la enfermería. La escasez de oficio, como no, también se hizo patente a la hora de entrar a matar. Aunque lo hizo por derecho, se le fue la mano y tras un mete y saca en los sótanos, dejó un espadazo caído y contrario que tampoco fue suficiente. A continuación, cinco descabellos. Pero en chiqueros aún quedaba otro… y nada fácil. Muy bajo, con gran cuajo, aunque cómodo por delante, ese quinto fue todo un regalito. Exigente y con genio, tardeaba mucho y cuando arrancaba lo hacía con todo, a oleadas. Había que apostar, tirar la moneda, y no dejarle parar. Dudando siempre, Pedro Jesús se vio desbordado y sólo pudo dejar constancia de su querer. Un novillo que, como alguno de sus hermanos, exigió algo prácticamente inexistente en el escalafón novilleril actual: un lidiador y una muleta poderosa.

 

  • Plaza de toros de Albacete. 7ª Feria de la Virgen de los Llanos. Más de media plaza. Se lidiaron tres toros de El Cortijillo (1º, 3º y 5º) y tres de Lozano Hermanos (2º, 4º y 6º), bien presentados y de juego desigual. 1º excelente; 2º manso encastado con movilidad y transmisión; 3º noble pero soso; 4º noble y codicioso; 5º exigente y complicado; 6º manso muy complicado.
  • Filiberto: ovación con saludos tras aviso y ovación con saludos.
  • Pedro Jesús Merín: ovación con saludos tras dos avisos y ovación con saludos.
  • Diego Carretero: oreja tras aviso y ovación con saludos tras dos avisos.

 

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