Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Un pirata y un francés en Fandilandia
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Un pirata y un francés en Fandilandia
Un pirata y un francés en Fandilandia
Albacete. 5ª Feria de la Virgen de los Llanos

Un pirata y un francés en Fandilandia

Alejandro Martínez

Hace algunos años, en pleno debate toros sí, toros no, uno, que es un ingenuo, firmó aquella ILP taurina que en realidad no ha servido para nada. Tiempo después, y tras tardes como la de hoy en Albacete, te preguntas: ¿merece protección un espectáculo cómo este? Pues no. El toreo sí merece el apoyo de todos; la Tauromaquia sí necesita de la unión de aquellos que amamos ese incomparable espectáculo. Lo que ocurre es que lo que vimos en la quinta de abono en Albacete no es el toreo. No se parece en nada. En el toreo hay respeto, pureza, bravura, aficionados, exigencia… en lo que tuvimos que soportar hoy, no. Padilla, El Fandi, un señor al que llaman Presidente, los astados lidiados, el público (que no aficionados) que acudieron a la plaza… ellos convirtieron un rito merecedor de todos los respetos, en una vergonzosa charanga que vuelve a demostrar que Albacete aún no ha tocado fondo. Y por salvar a alguien de semejante esperpento, podríamos considerar a un Castella que, aunque se marchó con tres orejas de pueblo, al menos puso una pizca de seriedad entre tanta locura.

Según nos habían contado, el lugar adonde acudimos para presenciar la tarde era la plaza de toros de Albacete. Pero no, estaban equivocados. Ese lugar se llamaba “fandilandia”, un pequeño enclave manchego en el que se venera como un Dios a uno de los peores toreros que la Tauromaquia ha contemplado. Y es que, si David Fandila “El Fandi” se limitara a desarrollar su espectáculo con humildad y respeto, entonces, podríamos decir que es un matador con gran oficio que da a sus seguidores lo que éstos esperan. Pero claro, cuando se comporta como el mayor hooligan de toda su peña… entonces no. Y es que el granadino provocó una sublevación contra una banda de música que, acertadamente, no tocó la primera de sus espantosas faenas. Pases y más pases a cada cual peor se fueron sucediendo y El Fandi, que parece creerse el mismísimo Antonio Ordóñez creyó que merecía ser amenizado con un poco de arte musical. Así que, sin ningún tipo de torería, comenzó a encararse contra el director de la banda, Juan Parra, recriminando su silencio. La gente se puso a favor del torero y allí se lio la de San Quintín. El coso de la calle Feria se convirtió en un manicomio enfervorizado en el que se empezó a aplaudir todo lo impensable. Fandi, consecuente con su estilo, nos deleitó con mil de trapazos a cada cual más destemplado y ventajista. Tras un pinchazo y una estocada cortó una oreja. ¿Y con el quinto? Pues más de los mismo, incluido otro apéndice que le abría de par en par un puerta grande, otra vez, profanada. Por cierto, en el segundo tercio volvió a demostrar ser un atleta, pero un pésimo banderillero. De los seis pares de banderillas que clavó sólo uno lo puso cuadrando en la cara y asomándose al balcón. Los demás los colocó de la mejor forma que sabe: clavando descarada y vilmente a toro pasado. ¡Olé!

Acompañando al Señor de “Fandilandia” actuaron un pirata y un francés. Y no, no se rían, que no es un chiste. Por un lado hicieron el paseíllo Juan José Padilla y, por otro, el francés Sebastián Castella en la primera de sus dos tardes en el abono. Y ambos, como El Fandi, cumplieron con el guión. Al primero de ellos, para que pudiera pasearse con la bandera pirata, le regalaron una oreja de uno de los seis nobilísimos animales que saltaron al ruedo. Fue el cuarto, mejor presentado que sus hermanos de Cuvillo, y que además de esa nobleza y bondad, tuvo un mínimo de casta para moverse con cierta alegría y prontitud. Padilla, como siempre, toreó siempre despegado, a la velocidad del rayo, y abusando de molinetes, redondos y desplantes. Eso por no comentar el que cada uno de los miles de muletazos que pegó, los ejecutó de abajo a arriba, justo al contrario de cómo debería ser. Ya ven, en “Fandilandia” todo es al revés. Él, como su compañero banderillero, también nos hizo echar de menos a esos Adalid, Sánchez, Aranda, Trujillo, Otero, o Montoliú.

Los pocos aficionados serios que se acercaron al cartel de la feria fueron a ver al francés. Sebastián Castella regresaba a la plaza de sus apoderados con la intención de justificar un doblete sin sentido. Y el de Beziers, al menos, vino con actitud. Él firmó los únicos pasajes de interés del festejo, aunque el balance final fue tan lamentable como la tarde. Tres orejas gracias a un usía que consigue superar su nulo criterio cada día. Y mira que es difícil… Castella intervino por chicuelinas en su turno de quites y después planteó dos trasteos previsibles en los que al menos hubo algunos detalles de calidad. Sobresalió un soberbio cambio de mano que firmó a cámara lenta ante su primer “enemigo”. El de Cuvillo fue menos claro y más incómodo que sus hermanos, pero Sebastián logró gustar en diversas series en las que sobraron enganchones y faltó mayor ajuste. Mejor anduvo con el sexto, uno de los remiendos de El Torreón. Comenzó con su clásico pase cambiado por la espalda y luego pisó terrenos comprometidos en los que se mostró cómodo y asentado. Todo ante un animal obediente, que no noble (la nobleza lo es cuando va acompañada de casta, de acometividad y transmisión). Hubo también muchos pases, pero pocos nos quedarán en el recuerdo. Pero claro, comparado con sus compañeros fue el mejor y por eso, tras unas manoletinas finales y una fea estocada, le premiaron no con una, con dos orejas. Y así concluyeron las casi tres horas en “Fandilandia”. Menos mal que mañana vuelve Victorino…

 

  • Plaza de toros de Albacete. 5ª de la Feria en honor a la Virgen de los Llanos. Con más de tres cuartos de entrada, se lidiaron cuatro toros de Núñez del Cuvillo, desiguales y justos de presentación, y dos de El Torreón, correctos. Todos nobles sin casta.
  • Juan José Padilla (negro y oro): silencio y oreja.
  • El Fandi (vainilla y oro con cabos negros): oreja tras aviso y oreja con leve petición de la segunda.
  • Sebastián Castella (azul celeste y oro): oreja y dos orejas tras aviso.

 

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