Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Un torerazo llamado Emilio de Justo
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Un torerazo llamado Emilio de Justo
Un torerazo llamado Emilio de Justo
Crónica Bilbao. 2ª de las Corridas Generales

Un torerazo llamado Emilio de Justo

Luis Miguel Parrado

No sé, pero algo debemos estar haciendo mal, muy mal, para que ocurran cosas como la entrada de hoy en Bilbao. Hablaré con algún muy buen amigo de allí, a ver si me lo explica y soy capaz de entenderlo. No había más de un quinto de entrada con un cartel que a mí, como aficionado, me seducía tanto como el que más en estas Corridas Generales. ¿Qué está pasando en Bilbao? No lo sé, pero os podría contar que a una hora corta de camino, en Dax, a la misma hora se ponía el ‘No hay billetes’ con un cartel en el que estaban Juan Ortega, Álvaro Lorenzo y Ginés Marín. Lo dicho, que algo estamos (están, mejor dicho) haciendo muy pero que muy mal.

Si a priori la corrida era muy interesante, cuando acabó las expectativas no se habían defraudado, y eso que tampoco rompió a embestir de verdad ningún toro de Victorino, que trajo un encierro serio sin estridencias y donde algunos animales blandearon en momentos puntuales de la lidia. Sin duda, el mejor fue el que abrió el lote de El Cid, hoy en trance de despedida de la que ha sido una de sus plazas. Tanto, como que antes del paseíllo le brindaron un aurresku y durante toda la tarde estuvieron la mar de cariñosos con él. El caso es que por momentos Manuel Jesús recordó al gran Cid que nos embelesó durante muchos años. Sin ir más lejos, con la forma de recibir por mecidas verónicas a ese segundo, con el que siempre quiso, pero no siempre pudo. El pitón izquierdo del encastado ejemplar fue de premio, y El Cid lo aprovechó cuando acertó a aplicar la técnica de tantas tardes de triunfo con los grises: muleta muerta ahí para enganchar y llevar por abajo sin dejar que la tocase. Así llegaron varios naturales de usía que se arracimaron con otros pasajes, sobre todo con la diestra, donde la cosa no surgía tan por derecho. Lo mató con efectividad y paseó una oreja.

Después, con el quinto, lo sacaron a saludar como despedida a una trayectoria plena de honradez y tras haber despachado entre altibajos a un toro que siempre tuvo mejor embroque que final y que en los compases iniciales del trasteo alcanzó la muleta más veces de la cuenta. No regaló ni una embestida el cárdeno, que de principio a fin pidió temple e ir muy toreado, una medicina que Manuel Jesús acertó a emplear a ratos.

Curro Díaz hubo de pechar con tres. Por delante uno que fue complicadito desde el capote, y al que ganó la acción con los toques, sabiendo que había que llevarlo tapado, pero también que el toro no iba un centímetro más allá de donde lo dejaba la muleta. Además era tardo, pero pese a ello el matador fue haciendo crecer su labor a base de buen oficio rematando aquello de una gran estocada. El cuarto no tuvo opciones y además le pegó un pitonazo en el pómulo nada más coger la muleta. Frenaba, se quedaba en mitad de la suerte y no sirvió ni para meterse con él. Y el último, que mató por Emilio de Justo, fue correoso, pero al tiempo pidió la misma suavidad en el trato que había demandado todo el encierro. Curro le sacó varios muletazos de mérito aprovechando el buen embroque del toro, que después no quería ir para delante y se quedaba corto cuando se los querían ligar. Y precisamente esa cortedad en el viaje fue la que no dejó nunca andar con desahogo al matador.

Y por último, Emilio de Justo, que hoy se presentaba en Bilbao. Emilio, un torerazo de lo mejorcito que hay en el escalafón, un matador de toros al que da gusto ver y que parece como si nadie más allá de los aficionados conociera. Lo dicho, algo estamos haciendo muy mal, y muchos se están perdiendo a toreros tan, tan buenos como Emilio. A mí me ha encantado en Bilbao con un toro con mucho que torear, que nunca rompió a embestir y además cuando lo hacía era con cortedad. Si calado tuvo lo logrado por el derecho, lo conseguido al natural fue de absoluta categoría. Con el toro queriéndose quedar por debajo y marcándolo él optó por el camino más difícil, tragar y jugársela. Tirar esa moneda al aire que en principio salió cara, porque surgieron varios naturales de gran mérito, logrados a base de una colocación muy pura. La faena estaba hecha, pero él quiso rematarla por arriba y dar una última tanda a pies juntos. Ahí el toro lo vio, se venció y le pegó un volteretón que tuvo como consecuencia el arrancamiento casi total de la oreja, algo que con las técnicas actuales de cirugía reconstructiva espero que pronto sólo sea un lejano recuerdo. Porque el que importaba fue el orejón que paseó del toro de Victorino, el mismo que debe servirle para que el año próximo vuelva a Bilbao en una fecha mejor. Si hubiera justicia en esto del toro no habría duda, pero ya se sabe...

 

  • Bilbao. Plaza de toros de Vista Alegre. 2ª de las Corridas Generales. Un quinto de entrada. Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, bien presentados y de juego diverso, que abarcó un amplio abanico de comportamientos, destacando el lidiado en segundo lugar. Pesos: 586, 528, 544, 538, 541 y 542 kilos.
  • Curro Díaz (azul rey y oro): saludos en los tres que estoqueó.
  • El Cid (azul añil y oro): oreja y saludos tras aviso.
  • Emilio de Justo (negro y oro), que se presentaba: Oreja tras aviso en el único que pudo matar.
  • Saludaron en banderillas Juan Carlos García y El Lipi.

 

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