Por el piton derecho
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Una feria anémica en tiempos convulsos
Opinión. Análisis de la Feria de San Isidro

Una feria anémica en tiempos convulsos

Darío Juárez

«¡Qué desfachatez!», pensaría uno. «Esto es una estafa», diría otro. En fin, ¿qué quieren que les diga? Lejos de sobresaltos indecorosos y como era de esperar, nadie nos ha recitado la Biblia de la tauromaquia empresarial. Es posible que la necesidad imperante en tiempos del cólera, por un principio de lealtad a la palabra de uno mismo, se haya visto sumergida en un angosto pozo, donde cada vez asfixia más el vacío de oxigeno que generan las figuras en una Feria como San Isidro. El bombo, el dichoso bombo. Léanlo en el sentido que deseen… Si de algo no cabe un ápice de dudas es que el sistema innovador del productor con un elenco de diez ganaderías a placer, ha sido rechazado por las partes nobles del escalafón. Sin la excepción de Adolfo Martín, ya que es un hierro que han matado últimamente muchas figuras, sabiendo que si te sale el bueno te coronas y si te sale el malo y estás dignamente Madrid te lo va a reconocer.

En efecto, Manzanares, Morante, Talavante (¿retirado?), José Tomás desaparecido y El Juli –en primera instancia–, declinaron el sofisticado modelo impuesto por el reinventor de la tauromaquia. Pero esas preguntas con las que comenzábamos este texto no dejan de ser ingenuas. Segundo año consecutivo que Simón Casas va en busca de El Juli para salvarle la feria, en la cual no quiso estar desde un principio posicionándose en contra del bombo. Sin embargo, ahora, cogiendo una sustitución de un compañero que sí apostó por este sistema, Julián entra en San Isidro. La estricta lógica del pensamiento: nos ha jodido mayo por no haber llovido antes –Juan Pedro y Cuvillo– o, Señor Casas, ¿cuánto vale su palabra? Es evidente e indiscutible que sin El Juli el desvanecimiento del abono isidril hubiera sido del mismo grosor que la de los partidos políticos en los últimos tiempos. Pero sí, Julián le ha ganado la partida a Casas y claro, tacatá (€). Sonará jocoso pero, ¿a quién hubiera ido a ver el Rey emérito si no?, cuando siempre ha sido de clavel y pulgar arriba, de barrera de toriles en el mayo de Madrid abarrotado. Poco ha vislumbrado el cemento en tardes de toros, Su Majestad. Y eso, con la ausencia de prácticamente todas las figuras, será más que notorio. Sinceramente, no sé cuántos abonados puede dar El Juli, pero la realidad es una, y es que el empresario de la mejor plaza del mundo no se puede rebajar a alguien que negó su idea de feria desde un principio. Ahora por el bombo, pero es el segundo año consecutivo que sigue esta pauta en busca del salvavidas de Velilla de San Antonio.

Feria precaria donde las haya. Vulgaridad al alza en un serial tan largo como inentendible si no se mira el pliego, y que toma como referencia la incursión en los carteles del ya citado Juli y del tsunami peruano, Roca Rey. Bases del abono ambos dos, que no confluirán en un mismo cartel durante estos 34 días, cuando debiera ser así. Sería entonces cuando se vería qué kikiriki suena más en el corral... El peso de la feria recaerá sobre ellos, además de en los otros tantos actuantes que han aceptado el compromiso de anunciarse tres tardes también.

Por su parte, Plaza 1, además de bajarse los pantalones para salvaguardar sus intereses personales con el torero salvavidas del abono, excluye de los carteles a matadores que bien podían haber entrado en una feria de tal dimensión, como a su vez ganaderías. Los casos más notorios son los de Alberto Lamelas, Sánchez Vara, Gómez del Pilar, El Payo, Luis Bolívar o Damián Castaño, entre otros. Ausencias que dejan a la altura del betún, y de la comedia, la participación por ejemplo de Daniel Luque en la tarde de Victorino, las tres tardes de Octavio Chacón –que hacen cuatro con el Domingo de Ramos–, las otras tres inentendibles de López Simón, Antonio Ferrera y Ginés Marín; o los dobletes de Morenito de Aranda, Luis David Adame y el novillero Fernando Plaza, que torea en San Isidro y la Comunidad. Hablamos de toreros que pasaron de puntillas la temporada pasada por Madrid, y a los cuales se les ha dado el beneplácito de entrar en un número elevado de carteles, cuando hay toreros con mucho hambre en casa. En el apartado ganadero, Zalduendo es el garbanzo negro, llegando a Madrid entre un mar de descaste y docilidad, que hace incomprensible que otros hierros contrastados en otras grandes ferias, no hagan acto de presencia en 34 tardes, que ya son. Véase el caso de Torrestrella, Cebada Gago y Dolores Aguirre, por ejmplo.

La feria más low cost de los últimos años fue presentada este viernes de forma oficial en el Centro de Asuntos Taurinos de la CAM. Institución que ha tragado con el serial más anémico de los que se recuerda, siendo este año, porque no ha quedado otra, el de las oportunidades de los toreros emergentes. Por su parte, Simón Casas, alude a este San Isidro como la feria de las oportunidades. Cuando creo que es el peor ciclo confeccionado de los tres años de vida que lleva al frente de Las Ventas. Quizás todo empiece por transformar el pliego y reducir la feria sustancialmente, ya que más de un mes de toros con un escalafón tan irregular y sin la notoriedad sonora de un relevo generacional –a excepción de Roca Rey–, pone en el centro de la diana la idiosincrasia y la personalidad de la que debe ser la feria más importante del mundo.

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