Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Una ‘masterclass’ mientras se buscan culpables
Una ‘masterclass’ mientras se buscan culpables
Una ‘masterclass’ mientras se buscan culpables
Una ‘masterclass’ mientras se buscan culpables
Una ‘masterclass’ mientras se buscan culpables
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Una ‘masterclass’ mientras se buscan culpables
Una ‘masterclass’ mientras se buscan culpables
Crónica Madrid. 9ª Feria de San Isidro

Una ‘masterclass’ mientras se buscan culpables

Darío Juárez

No quedaba tiempo. La paciencia se ahogaba en una urna de loza y el desencanto marchitaba los claveles. Todo parecía abocado a un bucle para generar una costumbre que parece que ya es manía. Madrid sin su toro y las tragaderas cada vez más en aumento. De Salamanca llegó algo resumido a una escombrera de casta y trapío que hacen prever un rumbo vitalicio y sin remordimientos para la elección del toro con la nueva empresa gestora. Si la presentación era denigrante, la fuerza lo sería más. Florito hizo acto de presencia hasta en tres ocasiones para devolver dos del hierro titular y un inválido sobrero de Torrealta. Varias personas abandonaban sus localidades, eran las nueve y quedaban dos toros. Pero el reloj se paró y alguno se lo perdió. Los olés eran música con voz de barítono que rompían en los vomitorios mientras el sol se escondía sin querer hacerlo. La plaza era un hervidero, las desavenencias anteriores a la hora marcada quedaban a un lado por momentos: solo existía retina y pulso. Lo demás era paja, papel timbrado sin firma de una herencia sin dueño.

A la tercera va la vencida. Por suerte o por desgracia, el destino había impuesto a Alejandro Talavante un devenir en tintes marrones, debido a un sorteo sin suerte y sin procedimiento lógico para no haber echado gran parte de la corrida para atrás. Ese destino se hizo llamar Buzanero. Sustituyó a un ya bis de Torrealta, siendo el tercer sobrero de Conde de Mayalde, que sí sería un toro cuajado, alto de cruz y muy en lo de Contreras. De bienvenida se dejó tantear viéndose que metía la cara pero sin mucho agradecimiento hasta que sonó el timbre y empezó la clase. El coso venteño, reducido a un aula, hacía sospechar lo que estaría a punto de acontecer. No sería otra cosa que una masterclass a cargo de un sabio de inteligencia emocional y tacto sin techo. Era Talavante, era la verdad reducida a «mi pecho y tus pitones, a tu poder y mi entrega, a tu casta y mi sobriedad».

Comenzó el prólogo con su mano, la del poder divino. La zurda empapaba de toro la bamba de la muleta a la que el animal respondió con cierto resquemor los dos primeros. Espacio, tiempo y reposo. No se oía un alma, la mano derecha era la continuidad a una tanda de ligazón y pureza a la que le seguiría un cambio de mano que sigo creyendo que no ha terminado. La cadencia, de nuevo, se hizo dueña y señora de la mano de los billetes, y la profundidad al vaciar las embestidas era de un calibre para paladares exigentes. Las prisas de vacaciones y a la torería la entonaba una nana de quebranto. La faena estaba hecha y la estocada arriba y en el sitio. Los pañuelos en cascada se reían del Niágara y el presidente, muy inteligente, se guardó el pañuelo hasta el último momento para contentar con la oreja y no quedarse entre dos aguas ante la muy posible petición de la segunda.

El segundo fue un toro áspero y sin condición de enclasado que repetía y protestaba cuando se le querían hacer las cosas despacio. Derrotaba sin medida y descomponía al torero que no pudo hacer nada con él.

Abriendo el cartel y su feria, hacía escala el francés Sebastián Castella. Desaprovechó un sobrero de Buenavista que dijo mucho por el pitón derecho. Era el suplente de un primero del Puerto sin un atisbo de fuerza. En la muleta fue un primor de inicio donde repetía por estatuarios y siguió con ese empuje en las dos primeras series de inicio. Al cambiar de mano, el toro se quedaba más corto y el defecto de tardo hacía a Sebastián quedar alejado de la conjunción y, por consiguiente, quedarse fuera de la suerte. Juguetón siguió embistiendo y la despedida sería dando aire a la suerte del maestro Bernadó. El cuarto, corniapretado, se quedaría falto en todo. Capotes, primeros tercios –donde costó cuadrarlo– y finalmente en la muleta. Ahí Castella se codearía con sus falsas acometidas que amainarían por el izquierdo, donde logró templarlo algo más pero sin una clara imposición de ideas, ni de brillo para con su actuación.

Segundo paseíllo para Javier Jiménez. El de Espartinas cerró un cartel de figuras en el que su nombre había entrado como una flecha tras el triunfo de inflexión en esta plaza el pasado año con la corrida de Bañuelos. Esta vez su suerte cayó en un lote muy mal hecho y sin ningún remate. El tercero fue un novillo muy débil que llegaría muy justo a los finales. Mermado y sin toro, Javier insistió pero poco había que hacer si faltaba lo más importante. Con el último el desenlace sería peor. Un toro reacio a lo que se hacía y sin soltura en su entrega al embestir. Con la muleta, tras ligar dos, el tercero iba muy largo y quedándose descubierto, arremetió contra el torero propinándole una cornada en el muslo. La cuadrilla lo trasladó a la enfermería y Castella se hizo cargo de su muerte.

Un maestro dejó para archivo una clase magistral mientras que se siguen buscando a los culpables del pozo sin fondo que tiene el desacato y el insulto hacia el toro de Madrid.

 

  • Madrid. Plaza de toros de Las Ventas. 9ª de la Feria de San Isidro. Tarde de «No hay billetes» en tarde apacible. Se lidiaron cuatro toros de El Puerto de San Lorenzo, uno de Buenavista (1º bis) y otro más de Conde de Mayalde (5º tris). Con fondo el 1º bis, sin condición de bravo el 2º, muy débil el 3º, noble y desclasado el 4º, con entrega y transmisión el 5º bis y deslucido el 6º.
  • Sebastián Castella (lila y oro): ovación sin saludos tras dos avisos, palmas tras aviso y silencio en el que mató por Javier Jiménez.
  • Alejandro Talavante (azul marino y oro): silencio y oreja.
  • Javier Jiménez (corinto y oro): silencio en el único que estoqueó.

Parte médico de Javier Jiménez: Herida por asta de toro en tercio superior, cara interna de muslo derecho con dos trayectorias, una hacia arriba de 20 cm. que produce destrozos en músculos aductores y alcanza el pubis, y otra hacia debajo de 15 cm. que produce destrozos en músculos vasto interno y aductor. Es intervenido quirúrgicamente en la enfermería de la plaza de toros. Pasa al Hospital San Francisco de Asís con cargo a la Fraternidad. Pronóstico grave. Fdo. Dr. García Padrós.

 

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