Por el piton derecho
Vicente Carrillo Cabecera
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Váyanse a la mierda
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Las Ventas. Crónica de la 4ª de San Isidro

Váyanse a la mierda

Ignacio Peláez

Desde que llegaron los políticos a Las Ventas, desde el momento mismo en que algunos políticos han tomado la bandera de la Fiesta han llenado de ladrones los tendidos. Y eso es algo contagioso. Quizás por eso no se premió con una oreja a Alberto Aguilar en el tercero de la tarde. Le fue robada una oreja, un premio justo a una entrega y al derroche de valor. Una faena denigrada, y de la mano a la Tauromaquia, por la ovación de los talibanes perennes de Las Ventas que consiguen amedrentar a los aficionados, dejarlos fríos e inmóviles, sin saber qué decir o qué hacer. Hubiera bastando un simple pañuelo blanco al viento para hacer justicia con un torero. Con un hombre que fue un tío delante de los escolares. Como no se enteraron se lo vuelvo a contar.

Salió tercero de la tarde, serio, con dos velas por delante y buena planta que se arrancó con brío en el caballo. Aguilar, que ya había dado un toque de atención con dos chicuelinas de mano baja y una media en el quite del toro anterior, comenzó la faena de muleta flexionado hasta llegar a los medios. En esos terrenos le echó siempre la muleta al hocico, y con firmeza aguantaba lo suyo para llevar largo a un toro que empezaba humillado pero salía del viaje con la cara alta. Uno tras otro, ligados, fueron llegando pases con identidad, con la personalidad de un torero, y la faena alcanzando cotas altísimas. El toro se quedaba corto y Aguilar le fue perdiendo pasos hasta que lo sometió a su criterio para ligar una tanda por el pitón derecho, de cuatro muletazos con mucha verdad y un pase de pecho sublime. Su valor no quedó ahí. También hubo pinturas al natural. Aguilar no perdió la cara, apostó con valor y decisión hasta exprimir al de Escolar. Le sacó hasta lo que no tenía. Para colmo se tiró a matar con fe y dejó al toro sin puntilla.

Arrastraban al toro en medio de una ovación mientras la leve petición moría entre la indiferencia de una mayoría que no vio/entendió lo que allí había sucedido. Además, por si no hubiera quedado el valor defenestrado hubo quien pitó a un torero, a un hombre, cuando amagó para dar la vuelta al ruedo. Váyanse a la mierda.

El sexto, un toro alto, con plaza, aplaudido de salida pronto cantó su mansedumbre. Alberto Aguilar, que brindó al público, –el que es torero es hombre –, hizo verdaderos esfuerzos para amarrar al toro en el tercio y que no se fuese a tablas, a donde miraba a la salida de cada pase. Otra vez volvió a mostrar una gran dimensión, por encima del manso escolar que acabó al amparo de toriles.

Fernando Robleño también estuvo por encima de su lote. En el segundo de la tarde llegaron los mejores momentos de su actuación, desde el saludo por verónicas de rodilla flexionada hasta los bonitos pases por bajo en los primeros compases con la muleta. El toro tuvo movilidad, embistió por el derecho y Robleño pudo hilvanar los pases. Probó por el izquierdo pero nones. Faltó una tanda más compacta, de mayor ligazón y por abajo para romper. Ejemplo de querer fue su deseo de intentar encontrar algo al natural, ya con el toro vencido. Se volcó entre los pitones para matar y casi le cobra la estocada en unos momentos angustiosos donde el escolar lanzó verdaderos navajazos a un Fernando Robleño que consiguió salvarse milagrosamente. Con el quinto, toro complicado y que le puso en apuros más de una vez, demostró su mejor versión lidiadora de torero capaz.

Rafaelillo saludó con dos largas al que abrió plaza, un toro aplomado y de embestida rebrincada que fue la nota discordante de un interesante encierro de José Escolar. En el cuarto, donde brilló sobremanera la cuadrilla: el picador Juan José Esquivel, con los rehiletes José Mora y Pascual Mellinas y Joselito Rus a la brega, se le puso de cara al torero murciano por la buena condición, motor y mucha transmisión que tenía el toro. Rafaelillo supo aprovecharlo en una primera tanda que hacía presagiar el éxito. Apuntó alto pero no llegó a disparar.

Al final, tres hombres, tres tíos, tres toreros, fueron ovacionados a su salida de la plaza, igual que los escolares. Sí, fue una buena corrida, diferente y con emoción. Pero váyanse a la mierda.

  • Las Ventas. 4ª de abono. Casi lleno. Toros de José Escolar. Bien presentados, serios y astifinos, el 6º aplaudido de salida. Corrida buena, variada en juego, complicados 1º y 5º, a menos el 2º,  bueno el  4º, manso el 6º.
  • Rafaelillo (azul rey y oro): estocada que atraviesa (silencio). Pinchazo y estocada (silencio).
  • Fernando Robleño (verde oliva y oro): -aviso- estocada delantera (ovación con saludos). Estocada caída (silencio).
  • Alberto Aguilar (verde manzana y oro con remates negros): estocada (ovación con saludos tras leve petición). Pinchazo y estocada (silencio).

 

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