El segundo del ciclo de Tafalla nos ha traído una grata sorpresa en forma de emoción. Pocas esperanzas tenía servidora en que la corrida portuguesa para rejones nos hiciera vibrar en la calle, y ya lo creo que lo ha conseguido.

La torada salía puntual y hermanada, aunque los morlacos iban bastante sueltos, punteando a los lados y cruzándose, las anchas calles del recorrido Tafalla propician que los toros se abran. Nada más salir hemos vivido el primer susto, un corredor francés que venía corriendo muy bien con el primer toro, se ha visto comprometido para retirarse y ha tenido que esquivar a los dos siguientes toros medio parado en la mitad de la calle.

Emocionantes carreras en este primer tramo antes de la curva de la Farola por parte de los muchos mozos que había en esta zona, no eran fáciles pues los toros miraban y se cruzaban sin parar, cuatro toros casi en paralelo, con mucha distancia entre ellos, cada uno a su bola, abrían la carrera antes de la curva, precioso y emocionante.

A partir de la curva la manada se ha estirado, toros por delante y el primero de ellos generando mucha emoción y peligro, de lado a lado ha puesto en apuros a más de un corredor en la avenida de Sangüesa. Al llegar a la curva de la Estación, la carrera se ha atemperado y los mozos han podido correr más ajustados y templados con las distancias obvias que pedían estos animales tan mirones, muy buenas carreras en este tramo, donde también se han vivido un par de sustos. El primero, cuando se ha vivido una situación similar que la vivida con el mozo francés al comienzo, el mozo en cuestión también ha librado bien la situación. El segundo cuando uno de los morlacos se ha cruzado al completo hacia el vallado derecho poniendo en aprietos a más de uno.

Quedaba la traca final. Al llegar a la entrada a la plaza de toros en último toro se ha parado y se ha vuelto, quedando durante unos momentos parado en el sentido contrario de la carrera. De frente venían dos bueyes con los pastores, pero antes de que le dieran alcance, el quinto toro, que estaba parado dentro del callejón, se ha salido de la plaza y juntos han emprendido el trayecto a la inversa ante el desconcierto de muchos. Los bueyes se han dado la vuelta al cruzarse y han acompañado a este par de toros díscolos hasta la curva de la Estación. Ahí uno de los toros se ha ido contra el vallado izquierdo y ha fijado su atención en los que estaban al otro lado del vallado, que, inteligentemente, se han apartado para que los mozos que estaban en el recorrido pudieran volverlo y conducirlo, junto al otro toro y los dos bueyes, hacia la plaza de toros.

Al llegar a la entrada a la plaza se ha vuelto a parar, se resistía a entrar al callejón, los corredores con mucho mimo y saber hacer lo han terminado metiendo en el interior de la plaza, concluyendo de esta forma este entretenido y emocionante segundo encierro.