El ganado de Adrián Domínguez prometía emociones fuertes cuando en el encierrillo de las 7:30 de la mañana una de las vacas ha intentado subir ladera arriba. Y emociones nos ha ofrecido pero no subiendo la ladera, sino con una velocidad endiablada con la que han puesto en aprietos hasta a los corredores más aventajados.

La vacada ha salido tranquila, y arriba, justo antes del primer contacto con los mozos, la primera vaca se ha parado, ha mirado hacia arriba a la ladera de la derecha, ha amagado, pero enseguida ha sido absorbida por sus hermanas que han emprendido una bajada veloz como alma que lleva el diablo. Varios corredores han sido los que ha tenido que echar cuerpo a tierra, ya decíamos ayer que es muy complicado terminar el Pilón sin haber besado la tierra alguna mañana.

Pero… estaba Pablo, aprendiz de extraterrestre, como dice Cebadita, para hacer las delicias de los presentes. Jovencísimo corredor que se está marcando una temporada para enmarcar, está disfrutando y nos está haciendo disfrutar con la frescura que muestra delante de las astas. Ha bajado unos metros delante de las dos primeras que vacas, que venían un poco adelantadas, al llegar a la altura de la Virgen se ha visto comprometido por la infernal velocidad que imprimían ambas, se ha escorado a la derecha, las ha dejado de pasar, como quien mete una larga cambiada, y se ha puesto delante del resto de la vacada, en una carrera de bella estampa, que con el contraluz de la mañana parecía mágica.

Parece fácil y es complicadísimo. Sensacional, hay futuro. En definitiva, un encierro emocionante y bonito.